31 de marzo de 2018

Crónicas Diarias


Carolina, tras despedirse de su marido, entró en su despacho. Era una mañana más en la empresa. Sobre su mesa le esperaban el café con leche y sacarina, dos rosquillas bajas en calorías y un periódico doblado. De primeras le extrañó, pues ella no solía leer el periódico y mucho menos había pedido que le mandasen uno.
Se acercó recelosa hacia la mesa y encontró encima del diario una nota con la letra de Jay, su secretario:

‘Querida señora, me he topado con una noticia esta mañana mientras venía en metro. Me he tomado la libertad de marcarle la página en la que aparece. Espero que le resulte interesante.
PD: La reunión se ha retrasado hasta las 11 de la mañana.’

Carolina suspiró. Eso le dejaba con una hora libre. Se sentó detrás de su mesa, sorbió su café y fue hasta la página que le había marcado Jay. Encontró una pequeña columna cuyo título estaba rodeado por un bolígrafo rojo. Se llamaba Crónicas Diarias. Le dio un pequeño mordisco a la rosquilla y empezó a leer:

‘Cada casa es un mundo, eso es evidente. En mi reportaje de hoy trataré de contaros como ha sido esta última casa que he visitado.

Hola, soy Jim Roadelish. Y esto es Crónicas Diarias.

Son las siete de la mañana en el hogar de los Marks. La señora Marks, Laurent, vive sola con su hijo Max, de 14 años. Su marido y padre de éste, se fue de casa cuando el pequeño Max apenas contaba con un año de edad.A esta hora, hay el trajín propio de todas las casas con un chico que va al instituto, pero Laurent se las arregla para que sea más llevadero.A las siete y un minuto estamos entrando Laurent y yo en la habitación de Max, que ya es hora de despertarlo. Laurent  sube la persiana que hay a la derecha y puedo ver lo que es una habitación normal de un niño de 14 años; sus pósteres de fútbol y de música, sus ropas por el suelo y su escritorio desordenado. En la cama, debajo de la persiana, está Max envuelto entre las sábanas. Laurent comienza a zarandearlo para despertarlo. Cuando por fin lo consigue, su hijo se despereza y bosteza estridentemente. Después se lleva las manos a la zona de su entrepierna y dice, para mi asombro y el de los dos operadores de imagen y sonido que me acompañan: ‘Mami, tengo pipí’. ¿Tendría ganas de ir al baño? No entendí muy bien lo que quería decir, pero entonces su madre lo destapó y enseguida lo comprendí todo. Max llevaba puesto debajo del pantalón del pijama un pañal’.

Carolina para de leer. Se hace una idea de lo que puede ir el resto de la noticia. Hace poco, todos en la empresa se enteraron de la situación de Marta, la hija de su marido. A ella no le hace ninguna gracia. Esa niña le importa como si fuese su propia hija. Con los labios fruncidos sigue leyendo:

‘Me quedé asombrado. ¿Cómo era posible que un niño de 14 años todavía llevara pañales para dormir? No sabía si se trataba de un enfermedad, pero a juzgar por el tono con el que el niño le dijo a su madre que estaba mojado, con una media sonrisa pícara y sin que le importase lo más mínimo, deduje que no era un problema, sino algo normal en esa casa; el que Max se levantase todos los días con pipí en el pañal.‘Max se hace pipí encima por las noches, por lo que le tengo que poner pañales’, explica Laurent mientras le cambia el pañal a su hijo sobre la cama. Max no da ninguna muestra de sentirse avergonzado. Para él, es totalmente normal ser cambiado de pañales por su madre con 14 años. ‘Él se hace pipí en el pañal por la noche y yo por la mañana se lo cambio, así no me moja las sábanas y duerme más a gusto. Todos ganamos’. La que no sé si ganará es la madurez del niño, que está bastante atrasada respecto a los otros chicos de su edad.Pero mi asombro no haría sino aumentar. Nada más quitarle el pañal, Max se sube rápidamente los pantalones del pijama y se pone de rodillas sobre la cama. Laurent, se sienta a su lado, en el borde de la cama y le hace un gesto a Max como para que se acueste en su regazo. Max se tumba sobre ella bocarriba. Entonces Laurent se abre la bata y saca una teta. Max se acomoda sobre las piernas de su madre, agarra la teta con ambas manos y empieza a mamar. Los técnicos y yo nos quedamos de piedra. Ese niño tiene 14 años y todavía toma teta.

Durante el día, mientras Max está en el instituto, me quedo con Laurent, que termina de hacer las labores de la casa antes de irse a trabajar. ‘Max toma teta tres veces al día. Al levantarse, para merendar y antes de acostarse. Ha tomado teta desde siempre y es algo que le relaja mucho’, me dice.

Max ya ha vuelto del instituto. Está comiendo en la mesa con nosotros y parece un niño normal de su edad. La tarde transcurre normal, hasta que llegan las seis. Es la hora de merendar. Max viene hacia dónde estamos y se sienta al lado de su madre. Laurent y yo estamos hablando y él está pegando la cara al pecho de su madre, buscando su alimento. Laurent va apartándolo hasta que se da cuenta que es imposible. Max tiene hambre. Entonces ella se saca una teta, y Max, sentado en el regazo de su madre, la recibe en su boca y comienza a mamar. Max sigue hablando como si tal cosa y Max se concentra en la teta, lanzándonos miradas de vez en cuando. Entonces me doy cuenta que Max lleva puesto un pañal. Se lo hago saber a Laurent y me dice lo siguiente: ‘Sí, es que a veces, cuando ya no va a salir de casa, me dice que si le puedo poner un pañal, que así está más cómodo’. Y le da unos cachetes cariñosos en el culete. Cuando termina su merienda, se despereza y se acuesta en el regazo de su madre, que va acariciándole la espalda. Está así unos minutos, hasta que su madre le manda hacer los deberes.

Al poco, Max vuelve a presentarse en el salón. Se queda enfrente de la puerta, se lleva las manos a la entrepierna y dice: ‘Mamá, tengo pipí’. Laurent se disculpa un momento y se levanta para cambiarle el pañal a su hijo de 14 años. Le pido permiso para ver el cambio y me lo concede. Dentro de la habitación, Max está tumbado sobre la cama y Laurent le está bajando los pantalones. Max se queda ahora con el pañal descubierto y su madre comienza a soltarle las cintas. Extrae el pañal levantándole las piernas a su hijo y le limpia. Después se dirige hacia el armario y saca uno nuevo. Le levanta las piernas a Max y le pasa el pañal por el culo, a continuación lo pasa hacia delante y se lo sujeta fuertemente con las dos cintas. Durante todo el proceso, Max mira distraído al techo, como si no le importase absolutamente nada tener que ser cambiado de pañal a sus 14 años.La tarde transcurre tranquila. Laurent me explica que luego iremos a una asociación de madres que también practican la lactancia prolongada. Dice que se reúnen con sus hijos una vez por semana e intercambian experiencias.

Max sale de casa llevando pañales e inmediatamente se mete dentro del coche para que nadie le vea. Laurent conduce tranquila. Yo estoy sentado detrás con el niño, que mira distraído el paisaje. Por fin llegamos al sitio en cuestión. Es un local de planta baja con un cartel con las siglas ALP (Asociación de Lactancia Prolongada). Dentro, me encuentro a otras madres con sus hijos e hijas, que todavía toman pecho. Están avisados de mi llegada y se muestran muy amables. Conozco a Verónica Sobbins, que todavía da el pecho a su hija de 7 años, que es muy simpática. Y a Carrie, que amamanta a su hija de 13. También hay otras madres con sus hijos cuyas edades oscilan entre los 4 y los 7 años. De todos ellos, Max es el mayor. Laurent me cuenta que están esperando a un miembro nuevo. Llega al final, de la mano de su madre. Es un chico rubio, algo más pequeño que Max, pero también lleva puesto un pañal. Él y su madre ocupan su lugar en el corro y el niño se sienta sobre ella. Max mira al nuevo niño con mucho interés. La reunión consiste en lo que yo más o menos me esperaba. Intercambian opiniones, anécdotas, alguna madre da el pecho a su hijo...

Después de unas dos horas aproximadamente, dan la reunión por concluida y regresamos a casa de los Marks, no sin antes despedirme de todas las madres y de sus hijos, a excepción de los nuevos, que salen enseguida nada más terminar la reunión.

En casa, Laurent nos prepara una suculenta cena y después prepara a su hijo para irse a dormir. Le cambia el pañal y le pone el pijama. Después lo tumba en su regazo y le da el pecho. Max mama tranquilamente, agarrando el seno de su madre y chupando el pezón lentamente, respirando suavemente. Laurent le va dando golpecitos suaves en el pañal. Cuando Max se siente lleno, se despega del pezón y se acurruca sobre su madre. Laurent lo aparta con delicadeza y lo deja sobre la cama, lo arropa y le desea las buenas noches. Ella y yo salimos de la habitación.‘Es un niño feliz’, me dice Laurent al despedirse. ‘Le gusta vivir así, y de momento no hay ningún problema’.

Yo me despido de ella deseándole suerte y me vuelvo con mi equipo a la redacción.Cada casa es un mundo, y dentro de cada una de ellas, se rigen normas distintas. Podría haber entrevistado a la familia de Verónica Sobbins, de Carrie o incluso de los dos nuevos miembros de ALP, y cada una de ellas me habría dado las razones de su vida, justificadas, por supuesto. Cada madre educa a su hijo como quiere, y cada madre decide cuando destetarlo o cuando quitarle los pañales. Lo que es seguro es que cada madre lo hace lo mejor que puede.

Jim Roadelish, para Crónicas Diarias’.

5 de marzo de 2018

Otra historia cortita! (y más noticias)

Hola lectoras y lectores!

Como habréis podido comprobar, este año estoy publicando en el blog mucho menos que de costumbre.... Se debe única y exclusivamente a mi nuevo estilo de vida de estar esclavizado trabajar 12 horas al día con solo un día libre a la semana no me deja mucho tiempo para plantarme delante del ordenador y escribir algo.... Ni siquiera para leer, ver películas o jugar, así que estoy bastante triste.

Me siento física y anímicamente derrotado, siendo el único momento de felicidad del día cuando estoy dentro de la cama con mi chupete y mi amigos de peluche inseparables.

Ahora viene un poquito de mi vida en Londres. Será breve y creo que es fundamental para lo que os quiero contar al final.

Vivo en Notting Hill y trabajo de lavaplatos en un restaurante japonés en pleno centro de Londres. No soy una persona que tenga muchos gustos en cuanto a música, cine o estilo de vida que podamos definir como mainstream, así que no tengo muchos amigos. Me costaba hacerlos en España, imaginaos en Londres.

Estoy y me siento bastante solo. Echando de menos mi hogar y con miles de historias AB/DL rondando en mi cabecita que no se pueden convertir en palabras porque estoy cansado y los días que no trabajo que me los paso sin salir de la cama, ya sea durmiendo, jugando a ser un bebé o leyendo....

Este blog iba a ser mi refugio entre tanta soledad; publicando historias y hablando con vosotros en los comentarios. Pequeñas conversaciones que a mí me daban la vida, pero que ni siquiera ahora se producen porque no publico contenido nuevo....

Sin embargo, el otro día, paseando por Hyde Park, vi la estatua de Peter Pan. Símbolo de mi infancia y personaje con el que me identifico, pues, al igual que él, yo no quiero crecer. Y mi estilo de vida llevando chupete, durmiendo con peluches y jugando con juguetes a mis 24 años lo demuestra. Peter ha vuelto para salvarme la vida, inspirando una historia que quiero empezar a escribir pronto y publicar antes de que acabe el mes. Una historia cortita, como Ady o Chupetes Góticos.

Del mismo modo, esta vida que llevo ahora está haciendo que Álex lleva pañales (historia que nos traerá también el regreso de Ady y Annie) se retrase hasta límites insospechados, pues esa es una historia larga a la que quiero dedicarle el tiempo y el cariño que merece. Quiero contar con la ayuda de un ilustrador y todo para que en cada capítulo haya también dibujos.

Pero esto dejaría mucho tiempo el blog paralizado y eso no está bien. Así que mientras Álex lleva pañales se va gestando, iré publicando una historia AB/DL más sencilla, sin tantas pretensiones y mucho muy ligera de leer. Una historia larga que me he planeado a modo de serie de televisión de dibujos; esto es, empezar a escribir capítulos sin tener un final ni nada. Solo aventuras y más aventuras del protagonista. Capítulos bastante cortitos pero que serán publicados con más frecuencia. Así la actividad del blog podrá seguir mientras Álex lleva pañales coge forma.

El título de esta nueva historia lo desvelaré pronto, cuando lo tenga jeje

De momento, recordad: nueva historia cortita este mes :)

Siento la chapa que os he soltado, necesitaba contarle a alguien como me siento. Y siento muchísimo no poder escribir, de verdad, pero sentía que os debía una explicación.

Se os quiere!!

Con una triste sonrisa detrás de mi chupete,
Tony P.

PD: Os dejo la canción que abre y cierra Bebés Superheroínas. Un canto a la Libertad que me ayudó muchísimo a aceptarme a mí mismo cuando me sentía tan diferente al resto de la sociedad al descubrir que me gustaba ser un bebé. Es una canción preciosa a la que quería rendirle homenaje. Orgulloso de ser quien eres y no como deberías ser.