Karen
Karen no salió por
la puerta principal, sino por la de atrás, pues podía haber paparazzies
esperándola para preguntarle sobre el último hombre con el que la habían visto
pasear. Y es que los paparazzi no dejaban tranquilos a la familia Largue. Desde
que se divorció de su marido, el padre de Jackie, habían tenido que soportar la
constante presencia de esas personas cada vez que ponían un pie fuera de su
mansión. Esta había sido la razón por la que le compraron un carrito a Jackie,
pues antes lo sacaban a pasear en una silleta, pero en el carrito podía estar
tapado completamente, que nadie iba a saber quién era. Lo único que sabía la
prensa del corazón era que Karen Largue había tenido un hijo con John Largue y
que ahora tendría unos doce años, pero nadie lo había visto nunca. Suponían que
era para alejar al niño de las cámaras y los flashes, y lo cierto es que no se
equivocaban del todo.
Karen Largue iba
acomodada en el asiento de atrás de su limusina camino del trabajo. Mientras
que con una mano consultaba la agenda del día en su PDA con la otra se llevaba
las manos a los enrojecidos pezones. Jackie le hacía daño cada vez que le mamaba
y le dejaba los pezones muy enrojecidos y con estrías, como si fueran la tetina
de un biberón que ya había sido usada demasiado tiempo. A veces se preguntaba
por qué no destetaba ya a su hijo, como hacían todas las madres con sus hijos
al año de edad, pero Jackie era distinto a los demás niños.
Jackie era más
frágil, un bebecito al que ella sentía que debía proteger, pues era lo que más
quería en el mundo. Y si su bebé quería seguir tomando teta ella, no se lo iba
a impedir. Lo mismo pasaba con el chupete, la cuna, los pañales y las demás
cositas de bebé que tenía. Karen ya sabía que su hijo era muy mayor para todas
esas cosas, pero a él le hacían feliz, y lo más importante para Karen Largue
era la felicidad de Jackie. Se puso a ver las fotos que tenía de él en el móvil
y se detuvo en una que particularmente le gustaba bastante; en ella aparecía
Jackie visto desde el lateral durmiendo de lado en su cuna, abrazado a Ronnie y
con el chupete, como si fuera Jim Carrey en la portada de El show de Truman,
pero de bebé.
Pero se tenía que
concentrar en el difícil día que tenía por delante. Cerró la carpeta de las
fotos y le dijo a Benson, su chófer desde hacía 20 años, que acelerase para
llegar antes a la oficina.
En teoría, la jornada
laboral comenzaba a las nueve en punto, pero como era la jefa, Karen se tomaba
la libertad de llegar cuando le diera la gana. Como de costumbre, Benson condujo
el coche hasta dentro del parking subterráneo, para evitar miradas curiosas de
los transeúntes, entre los que podía estar algún periodista amarillo.
Se despidió de
Benson recordándole que debía recogerla a las dos y media, ya que tenía otra
reunión. El servicial chófer le aseguró que así sería y también le deseo un
feliz día en la oficina.
Karen subió por el
ascensor hasta la planta donde se
encontraba su despacho, la última de todas. En el trayecto, se iban sumando y
restando pasajeros al ascensor que saludaban cordialmente a Karen durante las
37 plantas que tenía el edificio de Modas Largue. Este lugar se destinaba
únicamente a los temas, directivos, administrativos y contables de la empresa,
mientras que las unidades especiales de producción y elaboración del material
se encontraban en lugares con ‘’un entorno más apropiado’’, como le gustaba
referirse a Karen, aunque en realidad eran países donde se empleaba la mano de
obra infantil y estos trabajaban en condiciones insalubres. Karen hacía oídos
sordos a estas acusaciones de los movimientos por los derechos humanos.
Por fin llegó a la
planta donde se encontraba su despacho. Su secretaria, Alicia, la esperaba a la
puerta del ascensor con los horarios del día.
-Buenos días,
Sra.Largue –saludó en cuanto apareció su jefa en el gran rellano.
-Buenos días,
Alicia. ¿Están los encargados del departamento contable en mi despacho? –dijo
sin ni siquiera detenerse a intercambiar algunas palabras más allá de las
puramente protocolarias
-Sí, señora
–contestó su secretaria mientras echaba a andar detrás de ella-. El Sr.Smiler y
la Srta.Bennett. Estaban ansiosos por empezar la reunión.
-Bueno, aquí no se
empiezan reuniones hasta que yo lo diga, Alicia. Harían bien en recordarlo
–añadió con frialdad.
El despacho de
Karen era una habitación semicircular, con una ventana ovalada que recorría
toda la pared del final. Su mesa también tenía forma de arco, al igual que el
sofá que había en la pared de la derecha y la alfombra del suelo. En el lateral
de la izquierda había una puerta que daba una sala de juegos infantil por si
Jackie venía alguna vez a su despacho. Estaba sin usar. Todo estaba decorado
con diferentes tonos de marrón. Karen entró en él con su habitual aire de
superioridad. Smiler y Bennett la esperaban en el sofá, con cierto nerviosismo.
Eso le gustaba.
-Buenos días–les
saludó formalmente, sin ningún aire de empatía.
-Buenos días,
Sra.Largue –respondieron primero uno y después el otro.
-Siéntense delante
de mi mesa –les indico mientras ella ocupaba el asiento de atrás. Cuando lo
hubieron hecho volvió a tomar la palabra-. Antes de comenzar la reunión les
hago saber que no voy a volver a tolerar que se presenten en mi domicilio
privado para tratar ningún tema que también pueda ser tratado en la oficina por
muchos permisos especiales que yo haya podido facilitarles. De modo, que esos
permisos que tenían acaban de ser anulados. Y les aconsejaría no abrir la boca
respecto a lo que vieron dentro. Me gusta dejar a mi hijo al margen de los
negocios. Así pues, comencemos la reunión.
Smiler y Bennett
se intercambiaron una mirada.
-Verá, señora
–Betty Bennett tomó la palabra-, hemos estado repasando el balance de estos
últimos cinco meses y nos ha producido cierta preocupación –Karen no dijo nada,
de manera que continuó-. Hemos sufrido un descenso del mismo y…
-Escuche, señorita
Bennett –la interrumpió Karen-, los datos de los que usted me está hablando no
van a ser tratados hasta la reunión con toda la junta directiva la semana que
viene, cuando pondremos en común todo lo relativo al último semestre así que no
entiendo por qué me salen ustedes –y miró también a Smiler- con este tema. Les
sugiero que me hablen de otros asuntos si los tienen, y espero que los tengan y
que sean de más relevancia que este, pues tengo un día muy ocupado.
Hubo una breve
pausa que rompió Stuart Smiler.
-Señora Largue,
ambos somos conscientes de su apretada agenda, pero tanto mi compañera como yo
consideramos que estos asuntos…
-Permíteme que
vuelva a interrumpirles, pero se lo diré de otra manera. Hábleme de otro asunto
o daré esta entrevista por concluida.
-Yo... No tengo,
es decir, no tenemos… Otro asunto que comentarle, señora. Consideramos que este
es bastante delicado y…
-Que tenga un buen
día, señor Smiler –dijo Karen al tiempo que se inclinaba sobre los documentos
de su mesa -, señorita Bennett… Ambos saben dónde está la salida. Gracias.
No tuvieron otra
opción que hacer los que su jefa les decía, pues sabían que no era bueno que
tuviera que dar una misma orden dos veces.
Cuando hubieron
salido se concentró en los datos que tenía sobre la mesa. Estaban relacionados
con los asuntos que querían comentarle Smiler y Bennett. Sabía que habían
sufrido grandes pérdidas los últimos meses y que debía de hacer algo al
respecto, sino su empresa, y por ende todo su mundo podría comenzar a
derrumbarse. Y no estaba por la labor de que a su hijo le faltase algo. Era
evidente que estaban sufriendo un balance negativo, pero nada que no pudiera
solucionar, aunque tampoco era algo para tomárselo a la ligera.
Pasó todo el día
entre cuentas y gráficos. Comprobando datos y cifras se dio cuenta de que la
situación era más alarmante de lo que parecía, por lo que a media mañana llamó
a Alicia para decirle que les comunicase a los demás miembros de la junta
directiva que la reunión de la semana que viene se adelantaba al final de esta
semana.
-¿Lo cree usted
apropiado, Sra.Largue? –preguntó Alicia cuando recibió las instrucciones.
-Sí. Esto no se
puede posponer más.
A las dos y media
se dirigió hasta el parking, dónde Benson la estaba esperando con la puerta de
la limusina abierta. En cuanto se subió, su chófer hizo otro tanto en el
asiento del conductor y emprendió la marcha.
Durante el viaje,
se concentró en los datos que había estado revisando toda la mañana para
preparar la reunión del viernes. En realidad, eran preocupantes, y le
fastidiaba darle la razón a dos personas como Similer y Bennett, aunque tuvo
que reconocer que en cuanto a competitividad, si eran bastante buenos en su
trabajo.
Por fin llegó a su
lugar de reunión. Se despidió de Benson y le comunicó que esperase media hora.
Benson puso casa de extrañeza pero le aseguró que así sería. Karen se echó una
chaqueta por encima para cubrir su rostro y salió del coche.
Tocó el timbre y
en seguida le abrió la puerta la criada de Leo y le invitó a entrar. Le dijo
que su patrón la estaba esperando en su habitación.
Leo Winslet era un
actor de Hollywood que últimamente no había tenido mucho trabajo, aunque los
grandes éxitos que había protagonizado años atrás le aseguraban un colchón
económico más que suficiente.
-¿Es que eres Mao
Tse-Tung, que haces las reuniones en tu habitación? –le dijo al entrar, con una
sonrisa pícara.
-No sabía que esto
era una reunión –le contestó Leo, que iba en bata, mientras le daba una copa de
champán.
-Sabes que no
bebo, Leo –le contestó Karen al tiempo que apartaba la copa.
Karen no bebía
alcohol ni café, ya que al amamantar todavía a su hijo, todos estos componentes
pasaban a su leche materna, y de ahí a su bebé. Por eso desde que se quedó
embarazada de Jackie, dejó el tabaco, el alcohol y el café.
-Cierto, lo había
olvidado. Aunque había pensado que ya que es una ocasión especial…
-¿Especial? Según
la prensa amarilla estamos viéndonos casi todos los días –le recriminó Karen.
-¿Y qué culpa
tengo yo? –dijo Leo, un poco molesto.
-Pues que me
pregunto, si nos vemos sólo una vez al mes , ¿cómo es posible que tengan
información que no es así? ¿No se la estarás pasando tú? –incidió. Por fin estaban
tocando el tema que de verdad le interesaba.
-¿Me crees que
capaz de hacer algo así? –Leo dejó las copas en la mesa y se acercó a ella.
Karen se apartó y
se dirigió hacia la ventana, desde dónde se contemplaba toda la ciudad de Los
Ángeles, y al fondo, la Mansión Largue.
-La jefa de
nuestro gabinete de prensa trabajó muchos años en la prensa amarilla y todavía
le quedan contactos allí. Me ha dicho que ha sido tu criada, Dolores, quien ha
filtrado esta información.
-Sí lo que dices
es cierto, te aseguro que la pienso poner en…
-No te
envalentones tanto, Leonard –le cortó Karen-, porque tu criada le dijo a mi
empleada que actuaba por órdenes tuyas.
Leonard no dijo
nada. Se quedó mirando un cuadro de la pared que, de repente, le parecía lo más
interesante del mundo.
-¿No dices nada?
–Karen siguió hablando-. Lo suponía –hizo una pausa-. Sabes cuánto he tratado
de ocultar mi presencia en los medios de la prensa amarilla. Tanto por mí como
por mi hijo. Y ahora tú…me traicionas por 1000 dólares. Dolores le dijo a mi
empleada cuanto te pagaban.
Leo hizo una pausa
antes de contestar.
-Ponte en mi
lugar, Karen. Llevo años sin hacer una película. Necesito dinero. Tengo deudas
y…
-Te habría dado
todo lo que tengo. Me importabas. Y hasta te iba a dejar conocer a Jackie.
-¿Todo? ¡Yo no te
pedía todo, maldita sea! –exclamó Leo, furioso. ¿Te acuerdas de todas las veces
que te he pedido que me dejaras chuparte los pezones? Y tú nunca consentiste.
-Es una zona muy
especial de mi cuerpo y no quiero que meta la boca todo el mundo.
-¡¿¿Todo el
mundo??! ¡¡¿¿Cuántos más hay, Karen??!!
Karen sabía que no
debía haber dicho eso. Pero lo prefería antes de decirle que le daba la teta a
su hijo y no quería que le chupase los pezones por si le salía leche.
Siguieron
discutiendo más, ya por cosas más importantes, pero dejaron su relación.
Karen se subió satisfecha al coche y pensó en lo bien que le iba a venir darle la teta a Jackie esa noche.
Karen se subió satisfecha al coche y pensó en lo bien que le iba a venir darle la teta a Jackie esa noche.
Hola Tony, muy bien capitulo, sube el quinto cap cuanto antes que estoy ansioso por leerlo, suerte y saludos
ResponderEliminarHola Migue! Muchas gracias, en ello estoy!
EliminarMe gustaria mucha mas presencia ABDL en cada capitulo
ResponderEliminarHola! A mí también me gustaría. Si te soy sincero es una de las cosas que más preocupaban al desarrollar la historia. Es capítulo, como ves solo tiene presencia AB/DL de oídas. Canción de Leche y Pañales es una historia de personajes los cuales van desarrollando el argumento, y en algunas partes, Jackie no aparece. Y una de las cosas que quería evitar a toda costa era meter escenas AB/DL con calzador y que no vinieran a cuento. Es por eso que algunas veces, su presencia se reduce. Pero para mí, en esta historia lo importante no son las escenas AB/DL sino la historia en sí.
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