8 de noviembre de 2015

Canción de Leche y Pañales - Capítulo 4



Karen



Karen no salió por la puerta principal, sino por la de atrás, pues podía haber paparazzies esperándola para preguntarle sobre el último hombre con el que la habían visto pasear. Y es que los paparazzi no dejaban tranquilos a la familia Largue. Desde que se divorció de su marido, el padre de Jackie, habían tenido que soportar la constante presencia de esas personas cada vez que ponían un pie fuera de su mansión. Esta había sido la razón por la que le compraron un carrito a Jackie, pues antes lo sacaban a pasear en una silleta, pero en el carrito podía estar tapado completamente, que nadie iba a saber quién era. Lo único que sabía la prensa del corazón era que Karen Largue había tenido un hijo con John Largue y que ahora tendría unos doce años, pero nadie lo había visto nunca. Suponían que era para alejar al niño de las cámaras y los flashes, y lo cierto es que no se equivocaban del todo.
Karen Largue iba acomodada en el asiento de atrás de su limusina camino del trabajo. Mientras que con una mano consultaba la agenda del día en su PDA con la otra se llevaba las manos a los enrojecidos pezones. Jackie le hacía daño cada vez que le mamaba y le dejaba los pezones muy enrojecidos y con estrías, como si fueran la tetina de un biberón que ya había sido usada demasiado tiempo. A veces se preguntaba por qué no destetaba ya a su hijo, como hacían todas las madres con sus hijos al año de edad, pero Jackie era distinto a los demás niños.
Jackie era más frágil, un bebecito al que ella sentía que debía proteger, pues era lo que más quería en el mundo. Y si su bebé quería seguir tomando teta ella, no se lo iba a impedir. Lo mismo pasaba con el chupete, la cuna, los pañales y las demás cositas de bebé que tenía. Karen ya sabía que su hijo era muy mayor para todas esas cosas, pero a él le hacían feliz, y lo más importante para Karen Largue era la felicidad de Jackie. Se puso a ver las fotos que tenía de él en el móvil y se detuvo en una que particularmente le gustaba bastante; en ella aparecía Jackie visto desde el lateral durmiendo de lado en su cuna, abrazado a Ronnie y con el chupete, como si fuera Jim Carrey en la portada de El show de Truman, pero de bebé.
Pero se tenía que concentrar en el difícil día que tenía por delante. Cerró la carpeta de las fotos y le dijo a Benson, su chófer desde hacía 20 años, que acelerase para llegar antes a la oficina.
En teoría, la jornada laboral comenzaba a las nueve en punto, pero como era la jefa, Karen se tomaba la libertad de llegar cuando le diera la gana. Como de costumbre, Benson condujo el coche hasta dentro del parking subterráneo, para evitar miradas curiosas de los transeúntes, entre los que podía estar algún periodista amarillo.
Se despidió de Benson recordándole que debía recogerla a las dos y media, ya que tenía otra reunión. El servicial chófer le aseguró que así sería y también le deseo un feliz día en la oficina.
Karen subió por el ascensor  hasta la planta donde se encontraba su despacho, la última de todas. En el trayecto, se iban sumando y restando pasajeros al ascensor que saludaban cordialmente a Karen durante las 37 plantas que tenía el edificio de Modas Largue. Este lugar se destinaba únicamente a los temas, directivos, administrativos y contables de la empresa, mientras que las unidades especiales de producción y elaboración del material se encontraban en lugares con ‘’un entorno más apropiado’’, como le gustaba referirse a Karen, aunque en realidad eran países donde se empleaba la mano de obra infantil y estos trabajaban en condiciones insalubres. Karen hacía oídos sordos a estas acusaciones de los movimientos por los derechos humanos.
Por fin llegó a la planta donde se encontraba su despacho. Su secretaria, Alicia, la esperaba a la puerta del ascensor con los horarios del día.
-Buenos días, Sra.Largue –saludó en cuanto apareció su jefa en el gran rellano.
-Buenos días, Alicia. ¿Están los encargados del departamento contable en mi despacho? –dijo sin ni siquiera detenerse a intercambiar algunas palabras más allá de las puramente protocolarias
-Sí, señora –contestó su secretaria mientras echaba a andar detrás de ella-. El Sr.Smiler y la Srta.Bennett. Estaban ansiosos por empezar la reunión.
-Bueno, aquí no se empiezan reuniones hasta que yo lo diga, Alicia. Harían bien en recordarlo –añadió con frialdad.
El despacho de Karen era una habitación semicircular, con una ventana ovalada que recorría toda la pared del final. Su mesa también tenía forma de arco, al igual que el sofá que había en la pared de la derecha y la alfombra del suelo. En el lateral de la izquierda había una puerta que daba una sala de juegos infantil por si Jackie venía alguna vez a su despacho. Estaba sin usar. Todo estaba decorado con diferentes tonos de marrón. Karen entró en él con su habitual aire de superioridad. Smiler y Bennett la esperaban en el sofá, con cierto nerviosismo. Eso le gustaba.
-Buenos días–les saludó formalmente, sin ningún aire de empatía.
-Buenos días, Sra.Largue –respondieron primero uno y después el otro.
-Siéntense delante de mi mesa –les indico mientras ella ocupaba el asiento de atrás. Cuando lo hubieron hecho volvió a tomar la palabra-. Antes de comenzar la reunión les hago saber que no voy a volver a tolerar que se presenten en mi domicilio privado para tratar ningún tema que también pueda ser tratado en la oficina por muchos permisos especiales que yo haya podido facilitarles. De modo, que esos permisos que tenían acaban de ser anulados. Y les aconsejaría no abrir la boca respecto a lo que vieron dentro. Me gusta dejar a mi hijo al margen de los negocios. Así pues, comencemos la reunión.
Smiler y Bennett se intercambiaron una mirada.
-Verá, señora –Betty Bennett tomó la palabra-, hemos estado repasando el balance de estos últimos cinco meses y nos ha producido cierta preocupación –Karen no dijo nada, de manera que continuó-. Hemos sufrido un descenso del mismo y…
-Escuche, señorita Bennett –la interrumpió Karen-, los datos de los que usted me está hablando no van a ser tratados hasta la reunión con toda la junta directiva la semana que viene, cuando pondremos en común todo lo relativo al último semestre así que no entiendo por qué me salen ustedes –y miró también a Smiler- con este tema. Les sugiero que me hablen de otros asuntos si los tienen, y espero que los tengan y que sean de más relevancia que este, pues tengo un día muy ocupado.
Hubo una breve pausa que rompió Stuart Smiler.
-Señora Largue, ambos somos conscientes de su apretada agenda, pero tanto mi compañera como yo consideramos que estos asuntos…
-Permíteme que vuelva a interrumpirles, pero se lo diré de otra manera. Hábleme de otro asunto o daré esta entrevista por concluida.
-Yo... No tengo, es decir, no tenemos… Otro asunto que comentarle, señora. Consideramos que este es bastante delicado y…
-Que tenga un buen día, señor Smiler –dijo Karen al tiempo que se inclinaba sobre los documentos de su mesa -, señorita Bennett… Ambos saben dónde está la salida. Gracias.
No tuvieron otra opción que hacer los que su jefa les decía, pues sabían que no era bueno que tuviera que dar una misma orden dos veces.
Cuando hubieron salido se concentró en los datos que tenía sobre la mesa. Estaban relacionados con los asuntos que querían comentarle Smiler y Bennett. Sabía que habían sufrido grandes pérdidas los últimos meses y que debía de hacer algo al respecto, sino su empresa, y por ende todo su mundo podría comenzar a derrumbarse. Y no estaba por la labor de que a su hijo le faltase algo. Era evidente que estaban sufriendo un balance negativo, pero nada que no pudiera solucionar, aunque tampoco era algo para tomárselo a la ligera.
Pasó todo el día entre cuentas y gráficos. Comprobando datos y cifras se dio cuenta de que la situación era más alarmante de lo que parecía, por lo que a media mañana llamó a Alicia para decirle que les comunicase a los demás miembros de la junta directiva que la reunión de la semana que viene se adelantaba al final de esta semana.
-¿Lo cree usted apropiado, Sra.Largue? –preguntó Alicia cuando recibió las instrucciones.
-Sí. Esto no se puede posponer más.
A las dos y media se dirigió hasta el parking, dónde Benson la estaba esperando con la puerta de la limusina abierta. En cuanto se subió, su chófer hizo otro tanto en el asiento del conductor y emprendió la marcha.
Durante el viaje, se concentró en los datos que había estado revisando toda la mañana para preparar la reunión del viernes. En realidad, eran preocupantes, y le fastidiaba darle la razón a dos personas como Similer y Bennett, aunque tuvo que reconocer que en cuanto a competitividad, si eran bastante buenos en su trabajo.
Por fin llegó a su lugar de reunión. Se despidió de Benson y le comunicó que esperase media hora. Benson puso casa de extrañeza pero le aseguró que así sería. Karen se echó una chaqueta por encima para cubrir su rostro y salió del coche.
Tocó el timbre y en seguida le abrió la puerta la criada de Leo y le invitó a entrar. Le dijo que su patrón la estaba esperando en su habitación.
Leo Winslet era un actor de Hollywood que últimamente no había tenido mucho trabajo, aunque los grandes éxitos que había protagonizado años atrás le aseguraban un colchón económico más que suficiente.
-¿Es que eres Mao Tse-Tung, que haces las reuniones en tu habitación? –le dijo al entrar, con una sonrisa pícara.
-No sabía que esto era una reunión –le contestó Leo, que iba en bata, mientras le daba una copa de champán.
-Sabes que no bebo, Leo –le contestó Karen al tiempo que apartaba la copa.
Karen no bebía alcohol ni café, ya que al amamantar todavía a su hijo, todos estos componentes pasaban a su leche materna, y de ahí a su bebé. Por eso desde que se quedó embarazada de Jackie, dejó el tabaco, el alcohol y el café.
-Cierto, lo había olvidado. Aunque había pensado que ya que es una ocasión especial…
-¿Especial? Según la prensa amarilla estamos viéndonos casi todos los días –le recriminó Karen.
-¿Y qué culpa tengo yo? –dijo Leo, un poco molesto.
-Pues que me pregunto, si nos vemos sólo una vez al mes , ¿cómo es posible que tengan información que no es así? ¿No se la estarás pasando tú? –incidió. Por fin estaban tocando el tema que de verdad le interesaba.
-¿Me crees que capaz de hacer algo así? –Leo dejó las copas en la mesa y se acercó a ella.
Karen se apartó y se dirigió hacia la ventana, desde dónde se contemplaba toda la ciudad de Los Ángeles, y al fondo, la Mansión Largue.
-La jefa de nuestro gabinete de prensa trabajó muchos años en la prensa amarilla y todavía le quedan contactos allí. Me ha dicho que ha sido tu criada, Dolores, quien ha filtrado esta información.
-Sí lo que dices es cierto, te aseguro que la pienso poner en…
-No te envalentones tanto, Leonard –le cortó Karen-, porque tu criada le dijo a mi empleada que actuaba por órdenes tuyas.
Leonard no dijo nada. Se quedó mirando un cuadro de la pared que, de repente, le parecía lo más interesante del mundo.
-¿No dices nada? –Karen siguió hablando-. Lo suponía –hizo una pausa-. Sabes cuánto he tratado de ocultar mi presencia en los medios de la prensa amarilla. Tanto por mí como por mi hijo. Y ahora tú…me traicionas por 1000 dólares. Dolores le dijo a mi empleada cuanto te pagaban.
Leo hizo una pausa antes de contestar.
-Ponte en mi lugar, Karen. Llevo años sin hacer una película. Necesito dinero. Tengo deudas y…
-Te habría dado todo lo que tengo. Me importabas. Y hasta te iba a dejar conocer a Jackie.
-¿Todo? ¡Yo no te pedía todo, maldita sea! –exclamó Leo, furioso. ¿Te acuerdas de todas las veces que te he pedido que me dejaras chuparte los pezones? Y tú nunca consentiste.
-Es una zona muy especial de mi cuerpo y no quiero que meta la boca todo el mundo.
-¡¿¿Todo el mundo??! ¡¡¿¿Cuántos más hay, Karen??!!
Karen sabía que no debía haber dicho eso. Pero lo prefería antes de decirle que le daba la teta a su hijo y no quería que le chupase los pezones por si le salía leche.
Siguieron discutiendo más, ya por cosas más importantes, pero dejaron su relación.
Karen se subió satisfecha al coche y pensó en lo bien que le iba a venir darle la teta a Jackie esa noche.

4 comentarios:

  1. Hola Tony, muy bien capitulo, sube el quinto cap cuanto antes que estoy ansioso por leerlo, suerte y saludos

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  2. Me gustaria mucha mas presencia ABDL en cada capitulo

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    1. Hola! A mí también me gustaría. Si te soy sincero es una de las cosas que más preocupaban al desarrollar la historia. Es capítulo, como ves solo tiene presencia AB/DL de oídas. Canción de Leche y Pañales es una historia de personajes los cuales van desarrollando el argumento, y en algunas partes, Jackie no aparece. Y una de las cosas que quería evitar a toda costa era meter escenas AB/DL con calzador y que no vinieran a cuento. Es por eso que algunas veces, su presencia se reduce. Pero para mí, en esta historia lo importante no son las escenas AB/DL sino la historia en sí.

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