9 de febrero de 2016

Canción de Leche y Pañales - Capítulo 14

Aquí tenéis el decimocuarto capítulo de Canción de Leche y Pañales :)
Es más largo hasta la fecha, creo. No estoy seguro. Aprovecho también para recordaros que el apartado de esta historia no está completo por vete tú a saber que problema informático...
Bueno, no os entretengo más; disfrutad!!


Karen



Karen estaba sentada en el sillón de la habitación de su hijo. Tenía a Jackie en sus brazos mientras le daba de mamar. Jackie estaba realmente mono: se abrazaba a ella con sus bracitos y chupaba sus pezoncitos con su boquita para tomarse la leche. Karen lo acariciaba mientras su hijo se alimentaba de ella. Hacía dos días que habían tenido que abandonar el hotel, y Jackie había pasado los peores días de su vida. Karen se sentía especialmente furiosa por aquello. Jackie era su bebé. Y hacía cuanto podía para que no le faltase de nada. Aunque últimamente, a lo mejor incrementado por todo lo que había salido en los medios, se preguntaba si Jackie no era mayor ya para tomar teta, llevar pañales, tener chupete y dormir en cuna. Sin embrago, cuando lo veía aferrarse a su teta con sus manitas, se le olvidaba todo. Jackie había tenido 5 días muy inquietos: le habían humillado públicamente dos veces y para colmo, había perdido su chupete. Le habían comunicado a Jackie que un reportero lo encontró y lo estaba subastando en internet. Y según parecía, la puja estaba alcanzando grandes cotas de dinero. Karen pensó en pujar durante un instante cuando se enteró, pero luego pensó que el chupete podría estar sucio, o que incluso podrían haberle instalado un chip localizador y saber dónde estaba su bebé en cualquier momento. De todas formas, se preguntaba quién podría pujar por un chupete de su hijo, porque era inconfundible que el chupete era el de Jackie: amarillo con su nombre escrito en el asa. Ella quería comprarle un chupete nuevo, uno que estuviese a la altura de Jackie Largue, pero Cindy se había adelantado. Ayer, un día después de la salida del hotel, apareció con un chupete naranja corriente que habría comprado en una tienda de barrio. A Jackie le encantó, le dio las gracias, un fuerte abrazo y la cubrió de besos antes de ponerse el chupete en la boca. Karen sintió envidia. Por un momento pensó que Cindy quería quitarle a su bebé y se le pasó por la cabeza despedirla. Sin embrago, a Jackie se le veía muy feliz con ella. Karen frunció los labios, y con la más falsa de sus sonrisas le dio las gracias a Cindy y le dijo a Jackie que estaba muy guapo con su nuevo chupete.
En ese momento, Cindy estaba guardando la ropita de Jackie en su armario. Jackie estaba concentrado en mamar. Karen pensó que eso era algo que nunca le podrían quitar; ella era la única que podía darle la teta a Jackie. Y eso era lo que a Jackie más le gustaba del mundo. Karen lo miró con ternura: Jackie mamaba con los ojos cerrados chupando su pezón. Separó los bracitos de la cintura y enganchó la teta con las manitas para colocársela mejor. Karen lo agarró por si se caía y comenzó a darle palitos en su pañal. Jackie le sonrió y se le salieron unas gotitas de leche. Karen se las limpió de la comisura de los labios y él siguió mamando. Paró un momento y se llevó las manos a la parte delantera del pañal.
-Me he hecho pipí, mami –dijo.
-¿Te has hecho pipí Jackie? Bueno, pues  termina de tomarte la tetita y luego te cambio el pañal, ¿vale, mi bebé?
-Vale –y volvió a pegar los labios al pezón y a seguir mamando.
-Señora –Cindy se había acercado hasta donde estaban. Llevaba el móvil en la mano-. Es de mi casa. Y es importante. ¿Puedo salir fuera a hablar?
-Sí.
No le hacía especialmente gracia que Cindy abandonara su puesto de trabajo, pero así estaría separada de Jackie. Sabía que esta era una rabieta infantil, pues Cindy era la niñera de Jackie y tenía que pasar tiempo con él.
Volvió a mirar a su hijo mientas mamaba. Iba vestido sólo con un body por lo que su abultado pañal se notaba mucho. A Karen le encantaba que Jackie fuera todavía un bebé. Lo miró con mucha ternura. Jackie mamaba concentrado en la tarea y ella le acariciaba el pelo. Parecía tan débil, tan indefenso. La necesitaba para protegerlo. Para que a su bebé no le pasase nada.
De pronto, Karen entro con la cara descompuesta.
-Señora –parecía muy nerviosa -. Tengoqueirmeamicasaseñora.
Karen no la entendió muy bien. O no quiso entenderla.
-¿Perdona? ¿Cómo dice? Me has hecho creer, Cindy, que querías irte a tu casa.
-No es que quiera irme, señora. Es que debo irme. Además, ni siquiera voy a mi casa. Voy al hospital. Han ingresado a mi madre –parecía realmente apurada.
Jackie despegó los labios del pezón y miró a Cindy con cara de preocupación. Karen intentó que se volviera a enganchar a la teta pero no había manera. Así que se guardó su enorme seno. Pero lo que más le molestaba era que tenía que dejar que Cindy se fuera.
-Está bien, Cindy. Puedes irte –accedió de mala gana.
-Muchas gracias, señora –hizo una pequeña reverencia-. Adiós, Jackie.
-Adiós, Cindy –dijo Jackie-. Espero que no sea nada.
-Gracias, corazón.
-Ya puedes irte, Cindy.
La chica salió rápidamente.
Jackie se volvió a girar contra ella y le metió la mano por la blusa para sacarle la teta.
-Sigo queriendo teta, mami.
-Toma, mi amor –y Karen se sacó una teta y se la volvió a ofrecer a Jackie, que inmediatamente pegó los labios y siguió mamando.
Estuvo un ratito más tomándose la teta. Jackie no paraba de pedirle teta los últimos días. Desde que le humillaron a la entrada del hotel no quería otra cosa que mamar. Hecho que se intensificó con la humillación en su salida. De hecho, casi no se alimentaba de otra cosa. Sólo quería su leche. Así que últimamente las tomas de Jackie se habían hecho más largas. Y a la misma vez, ella producía más leche. Su interior sabía que a su bebé no podía faltarle de nada, así que mientras Jackie quisiera leche, ella iba a producirla. Cuando Jackie se cansó de mamar, Karen lo cogió para ir a cambiarle el pañal. Lo puso sobre el cambiador y le quitó los botoncitos del body. Se lo levantó un poco para dejar al descubierto el pañal. Jackie empezó a agitarse.
-Chupete… Mami, quiero chupete… -decía.
Karen fue hasta la cuna y allí lo encontró, revuelto entre las sábanas de su bebé junto a Ronnie estaba el chupete que Cindy le había comprado. Se lo llevó a Jackie y se lo puso en la boquita, e inmediatamente empezó a moverlo. Ahora sí que pudo proceder a cambiarle el pañal.
Le desabrochó las cintas y le separó el pañal del cuerpecito, le levantó las piernas y lo extrajo. Le limpió cuidadosamente y de manera muy tierna. Jackie le sonreía y se reía de manera muy graciosa. Cuando ya estuvo limpio, Karen cogió un pañal nuevo, le levantó de nuevo las piernas, se lo pasó por debajo y luego entre las piernas, se lo ajustó y le abrochó fuertemente las dos cintas adhesivas. Jackie ya estaba cambiado. Se llevó las manitas al pañal y se río con esa risita de bebé tan suya. Karen le volvió a abrochar los botoncitos del body lo levantó en peso. Le encantaba cambiarle el pañal a Jackie. Era lo que más le gustaba después de darle teta. Jackie estaba muy vulnerable y le encantaba ver su reacción cuando ya tenía un pañal sequito. Jackie bostezó y se abrazó a ella. A pesar de que era por la mañana, se ve que tenía sueño. Y no podía reprochárselo, había pasado unos días muy malos. Llevó a Jackie hasta la cuna y lo dejó dentro. Jackie gateó hasta donde estaba Ronnie y se abrazó a él, haciéndose un ovillo. Karen lo arropó y le dio un beso en la frente. Fue hasta la ventana y bajó la persiana. Con la habitación a oscuras, ya se oía el chupeteo de su hijo. Encendió la luz para no tropezar y salió cerrando la puerta con mucho cuidado.
En el pasillo, Karen suspiró. Se acomodó bien las tetas dentro del sujetador y se dirigió a la cocina. Cuando bajó al hall se encontró con Sara, la sirvienta más joven.
-¿Y Gertrudis? –le preguntó-. ¿Tampoco ha venido a trabajar hoy?
Gertrudis era la sirvienta que más tiempo llevaba trabajando en la Mansión Largue. Su ausencia sin justificar no tenía buena pinta.
-Llámala a su casa, Sara. No vaya a ser que le haya pasado algo –le dijo a la criada.
-Sí, señora. Enseguida, señora –dijo-. Pero mientras tanto, la señora tiene una visita. Le espera en la sala del fondo.
¿Una visita? ¿De qué se trataba para que fueran a visitarla a su casa? A lo mejor era Roderick Marsell, que iría a verla para aportarle el capital que le faltaba a Modas Largue. Con todo el jaleo de lo de Jackie, ya casi se había olvidado que el motivo de ir al hotel era para conseguir que la empresa de Marsell salvase Modas Largue.
Cuando llegó a la sala, no se encontró con Roderick Marsell, sino con Alicia Sanders. Parecía muy preocupada.
-Señora –se puso de pie en cuanto entró -. Ha habido un terrible problema en Modas Largue, señora.
-Siéntate –le dijo con amabilidad señalando el sofá-. ¿Qué es lo que ocurre?
-Su criada, Gertrudis, ha aparecido muerta de un disparo en la Sala de Juntas.
Karen trató un rato de asimilar lo que acababa de oír. ¿Qué tenía que ver Gertrudis con su empresa?
-¿Qué estás diciendo Alicia?
-Y eso no es todo, señora. También ha aparecido muerta, y también de un disparo con una bala del mismo calibre, la encargada de la Sala de Juntas, Emma Blanc.
Karen estaba en una especie de estado de shock.
-¿Un atraco? –fue lo primero que se le ocurrió. ¿Pero Gertrudis que pintaba en eso?
-No, señora. No se llevaron nada. Pero quien quiera que fuera, lo hizo desde dentro. Desconectó las cámaras de seguridad porque conocía los códigos. Y nadie sabe todos los códigos de las cámaras de segurdad excepto usted. Por lo tanto…
-… Se trata de un complot –terminó Karen.
-Alguien quiere desacreditarla, señora.
Karen tenía un nombre en mente desde el principio.
-Florth Vincent. Odia a mi familia más que nadie.
-Pero no es el único que tiene motivos. Todos los del Consejo de Administración quieren verla en la calle.
-Y además son ellos los que conocen el resto de códigos para desactivar las cámaras. Pero sigo sin saber qué pinta Gertrudis en todo esto.
-Lo averiguaré, señora.
Karen estaba realmente nerviosa. La situación la sobrepasaba.
-¿Qué me aconsejas que haga, Alicia?
-Que espere, señora. Usted es inocente. Esta situación se aclarará. Yo me encargaré de eso. Usted quédese con su familia. Su hijo la necesita.
-Muchas gracias, Alicia. Eres una gran trabajadora… Y una gran amiga.
-Sólo hago mi trabajo, señora.
-Llámeme Karen.
-Sólo hago mi trabajo, Karen –sonrió.
Karen se dio cuenta de que Alicia podía ser la única persona en el mundo que de verdad podría llamar amiga. Porque tampoco había vuelto a saber nada de Roderick Marsell ni de su capital desde que hablaron en el baile de la cena del Wallace Place.
Alicia salió de la habitación. Karen sentía unas ganas enormes de llorar. Los del Consejo de Administración le habían tendido una trampa. Querían eliminarla. Y habían recurrido a una táctica que hasta ella consideraba ruin. Pero no podían salirse con la suya. Ella iba a ganarles. Por Jackie. Oh, Jackie. ¡Cuánto sufriría su bebé si a ella le pasase algo! Pero no le iba a pasar nada. Alicia era eficiente y lo conseguiría. Encontraría la relación entre las dos balas y Flotrh Vincent. Todo esto llevaba su firma. Parecía que después de tantos años, por fin se había vengado de la familia Largue. Le había quitado a Karen el control de la compañía. Pero no, no lo había hecho. No aún. Se puso tan nerviosa por su hijo que le dio una subida de leche y manchó la blusa.
Se maldijo a sí misma y salió corriendo de la sala. Llegó hasta su habitación sin tropezarse con nadie. Se quitó la blusa y el sujetador y vio que goteaba leche desde sus enrojecidos pezones. Se limpió con un pañuelo y maldijo que Jackie estuviese durmiendo para poder acercárselo a su teta, pero afortunadamente tenía un sacaleches en su habitación. Se lo pegó al pezón y empezó a sacarse la leche. Se sintió más aliviada. Evidentemente, no era lo mismo que cuando Jackie mamaba de sus tetas pero le valía para el momento. Se quedó toda la mañana en su habitación, pensando. Ni siquiera bajó a comer.
A media tarde, sonó por su vigila-bebés la voz de Jackie.
-Mami, estoy despierto. Tengo hambre.
Karen salió enseguida para su habitación. Era normal que Jackie tuviese hambre, pues no había comido nada en todo el día. Sólo su teta. Y seguro que ahora quería más teta. Y ella estaba encantada de que su bebé pegase sus labios a su pezoncito.
Entró y lo encontró de pie en la cuna, apoyado en los barrotes. Estaba realmente adorable. Con su chupete, sosteniendo a Ronnie con un bracito y con el abultado pañal que se notaba debajo del body.
-Mami, tengo hambre –le dijo cuando entró-. Y tengo pipí.
-¿Qué mi bebecito tiene pipí en su pañal? –le dijo con voz dulce al tiempo que lo aupaba-. Pues vamos a cambiarle enseguida –y le hizo cosquillitas en la barriga, con lo que se rió muy infantil.
Tumbó a Jackie en el cambiador, éste agitó sus extremidades inquieto. Karen lo tranquilizó con un chisteo muy dulce y él se abrazó a su peluche y dejó que su mami le cambiase de pañal. Karen le desabrochó el body, y se lo quitó. Durante un instante, contempló a su bebé llevando sólo un pañal y un chupete, y abrazado a su peluche favorito. Estaba tan mono, tan vulnerable. Sintió muchas ganas de darle teta pero antes tenía que cambiarle el pañal. Abrió uno de los cajones de abajo y sacó un pañal. Lo puso al lado de Jackie mientras le quitaba el que llevaba puesto. Le desabrochó las cintas, le levantó las piernas y lo extrajo. Le limpió y le volvió a levantar las piernas para ponerle el pañal. Le pasó la parte del culete por debajo y luego el resto por la entrepierna. Le pasó la parte del pañal por delante y se lo sujetó muy fuerte con las 2 cintas adhesivas. Jackie se agitó en el cambiador, contento de estar sequito.
Karen fue hasta el armario para coger un pijama mono y ponérselo. A Jackie le encantaba estar en casa con esos pijamas, no llevarlos sólo para dormir; además, estaba muy mono con ellos.
Al volver al cambiador, Jackie estaba moviendo su chupete muy rápido.
-Mami, quiero teta.
-Sí, Jackie. Ya lo sé –le dijo mientras le acariciaba el pelo -. Y mami te va a dar de su tetita después de ponerte el pijamita, ¿vale, mi amor?
-Vale –le dijo sonriendo.
Karen le puso el pijama a su bebé con mucha delicadeza y ternura. Después, lo tomó en brazos y empezó a acunarlo. Llevó a su hijo lactante de 12 años hasta el sillón de la habitación, cuya única utilidad era precisamente esa: darle la teta a Jackie. Karen se sentó y luego puso a su bebé sobre su regazo. Le quitó el chupete, y Jackie ya estaba haciendo el gesto con su boquita de mamar. Se empezó a agitar y Ronnie se cayó al suelo. Karen se abrió la blusa y se sacó un pecho por debajo del sujetador. Jackie se estiró un poco hacia arriba para enganchar el pezón con sus labios y empezó a mamar. Karen lo abrazó mientras Jackie tomaba su teta. Sentía como Jackie le sacaba la leche y le agarraba la teta con sus manitas. Su bebé se acurrucó más contra ella. Karen le iba dando golpecitos en el pañal y le acariciaba sus mechones de pelo. Jackie se estaba tomando la teta con mucha ansia. Mamaba y mamaba y se acurrucaba más contra ella.
De pronto la puerta se abrió de repente. Un hombre vestido con un traje marrón, una camisa blanca y una corbata roja portaba una placa en la perchera de la chaqueta. Le seguían dos policías; y detrás iban Sara y Concepción.
-Señora Largue, soy el teniente O’Callahan, Distrito de Los Ángeles. Queda usted detenida como sospechosa del asesinato de Emma Blanc y Gertrudis Talafé. Tiene derecho a un abogado y a guardar silencio. Todo lo que diga podrá ser usado en su contra.
Un policía la levantó mientras el otro le apartaba a Jackie de su teta. Jackie se resistía a dejarla. No separa su boca de su pezón, ni sus brazos de su cintura.
-¡¡¡¡MAMIIIIIIII!!!! ¡¡¡No os la llevéis!!! ¡¡¡¡MAMIIIIIIII!!!!!
Haciendo mucha fuerza, por fin consiguieron separarlo de ella. El policía le pasó su bebé a Sara. Karen también se resistía.
-¡¡Mi bebé!! ¡¡¡Soltad a mi bebé!! ¡¡¡Soltadlo por favor!!! ¡¡¡Soy inocente!!! –se agitaba como una loca mientras el policía la retenía y el teniente O`Callaham le ponía las esposas-. ¡¡¡Dejad al menos que termine de darle la teta!!! ¡¡¡MI BEBEEEEEEEEEE!!!!
-¡¡¡¡¡MAMIIIIII!!!!! –gritaba su hijo en brazos de Sara, extendiendo los suyos hacia ella.
Y así, a rastras, esposada y con una teta fuera que goteaba leche, Karen Largue abandonó la mansión que llevaba su apellido.

10 comentarios:

  1. actualiza pronto la historia esta genial y espero mas publicaciones tuyas adelante

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    1. Hola! Ya está el nuevo capítulo! Y van a seguir las publicaciones!! Muchas gracias por tu apoyo :)

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  2. Hola Tony, porfa sube el siguiente capitulo cuanto antes, que esta buenisima la historia, cada vez mas atrapante, saludos

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    1. Hola Migue! Es un placer como siempre leerte por aquí. Ya tienes el siguiente capítulo! Disfrútalo :)

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  3. Sigue porfavor estoy super enganchado

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  4. Sigue porfavor estoy super enganchado

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    1. Ya está el siguiente capítulo, Yael! Me alegra mucho que te guste!!

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  5. tony sigue la historia esperamos la continuacion una lectora fans

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    1. Hola, lectora fans! Ya está el siguiente capítulo. Un escritor fan de sus lectores ;)

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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