25 de noviembre de 2014

Sobre los comentarios en el blog

Hola a todos!
En primer lugar, y como siempre, muchas gracias a todos por leerme! Es un placer escribir sabiendo que hay gente a la que le gusta lo que hago :)
En segundo lugar, quería hablaros sobre a la hora de escribir comentarios en el blog. Siempre os digo que me encanta que comentéis y que no es necesario que dejéis vuestro nombre al hacerlo, pero se ve que a mi internet no le gustaba esta idea y estaba empeñado en bloquearme esta función. He estado un rato tratando de arreglarlo y ahora, en teoría, se podría comentar de forma anónima. Haced la prueba en esta misma entrada por si fuera así, y sino, notificádmelo porque estoy a punto de usar el ordenador de pañal de lo furioso que estoy con él.
Nada más,
Un abrazo muy fuerte a todos!

16 de noviembre de 2014

Vida de Chris - Capítulo 8: Visita al médico

Habían pasado 2 días desde que estuve mojado en el supermercado. Fueron  2 noches moviditas.  La primera de ellas, cuando mamá me quitó la caca, me volví a caer de la cama. No recuerdo ni qué estaba soñando, solo que me desperté en el suelo envuelto en un montón de mantas. Cuando me vi de aquella manera, mi impulso de bebé me obligó a llamar a mi mamá llorando pero recordé que había instalado un vigila-bebés por si se daba una situación así.
Fue un momento bastante incómodo. Era la segunda vez que me caía de la cama y no sabía porque pasaba eso. A oscuras en el suelo empecé a buscar a tientas a Rhino, pero no lo encontraba. Me empecé a poner nervioso, el chupete también se me había caído. Me puse a llorar, ¿dónde estaba mamá que no venía? ¿Dónde estaba mi mami? Me revolvía en el suelo entre las sábanas esperándola. Lloraba a moco tendido. Me sentía muy impotente en mi situación. Necesitaba a mamá para que me levantara y me tranquilizara. No podía valerme por mi mismo. Por fin oí los pasos en su habitación que significaban que se había levantado de la cama. Cuando la vi abrir la puerta de mi habitación y encender la luz me tranquilicé un poquito, pero aún estaba asustado. Agitaba mis brazos hacia ella y balbuceaba, pues no me salían las palabras, para que me cogiera. Mami estiró sus brazos y me levantó del suelo. Me apretó junto a su pecho y yo pude sentir sus latidos, que hacían que me calmase, pero seguía inquieto. Mamá lo debió de notar, y reparó en lo que me faltaba pues, con la luz encendida y la habitación iluminada, pudo encontrar mi chupete y metérmelo en la boca.
Chupchupchupchupchupchupchupchupchup.
-¿Qué te ha pasado, Chris? ¿Te has vuelto a caer de la cama? -me preguntó mientras me acariciaba un mechón de pelo.
-Shi… -contesté abrazado a su cuello.
Mamá me tuvo un rato más en sus brazos, se balanceaba adelante y atrás y a los lados para mecerme y que me fuera tranquilizando. Después, me depositó en la cama suavemente y me revolvió el pelo.
Mientras ella iba poniendo bien todas las sábanas para que pudiera volver a acostarme, solo podía oírse mi chupeteo incesante: chup, chup, chup, chup. Yo tenía la mirada perdida en la pared. Estaban pasando cosas nuevas, y ni a mi cuerpo y ni a mi cerebro les daba tiempo a asimilarlas. Por fin mamá terminó y pudo acostarme. Me dio a Rhino del suelo y lo tomé entre mis brazos mientras cerraba los ojos….
A la noche siguiente no me caí de la cama, pero me habría caído si no hubiera estado la pared, porque me desperté de repente al notar el golpe que me di contra ella en la cabeza. Me olvidé del vigila-bebés y todo. Me puse a llorar del dolor. El chupete se me cayó de la boca y se me oía bien fuerte. Mamá no necesitó ni el vigila-bebés para oírme, pues llegó enseguida cuando todavía no se había terminado de abrochar la bata. Encendió la luz y me vio llorando llevándome la mano a la cabeza. Tenía un chichón bastante grande. Mamá me cogió en peso y me llevó al cuarto de baño para echarme agua en la cabeza. Yo no paraba de llorar. Ella intentaba calmarme pero era imposible. Me había hecho pipí del susto. Por fin, me secó con la toalla y me volvió a llevar a mi habitación. El pijama se había mojado con el agua, por lo que tuvo que ponerme otro. Me lo quitó cuidadosamente y trajo el blanquito para ponérmelo.
-Esto no puede seguir así, Chris. Vamos a tener que buscarle una solución. No puede ser que te pase algo todas las noches. Así no descansas ni tú ni yo.
Yo sabía que tenía razón. De pronto, me di cuenta de que me había puesto otro pijama pero no me había cambiado el pañal.
-Mamá, tengo pipí -le dije.
-¡¿Qué tienes pipí, Chris?! ¡¡¿Por qué no me lo has dicho antes?!! -exclamó ella-. ¡Ahora a cambiarte el pañal de nuevo! ¡¿Cómo es posible que un niño de 13 años todavía se haga pipí encima?! ¡Es que no lo entiendo! ¡Ala, a cambiarte otra vez!
Yo me puse a llorar. Mamá tenía razón, pero, ¿qué podía hacer yo? Me hacía pipí encima y no podía remediarlo. Lo mismo me estaba pasando con la caca. Se supone que por eso llevo pañales, porque me lo hago todo encima como un bebé. Aunque también entendía a mamá. Estaba volviendo a cambiarle los pañales a su hijo y a darle de comer cuando ya había creído que no volvería a hacerlo. A todas las mamás les gusta tratar con bebés, se ponen muy cariñosas cuando ven a uno, pero cuando están volviéndole  a cambiar el pañal a su hijo de 13 años es normal que se cansen.
Mamá me vio llorar mientras me cambiaba y no dijo nada, pero cuando terminó me cogió en brazos y me apretó contra ella.
-Oooooh…Lo siento, Chris. No quería que te pusieras así. Estoy cansada porque llevo 2 días sin dormir bien. Claro que me gusta cambiarte. Eres mi niño. Mi bebé. Por eso te puse pañales, para que estuvieras sequito.
-¿Entoncesh no eshtash enfada conmigo? -le pregunté entre sollozos.
-¡Claro que no tontorrón! -contestó mientras me tocaba la nariz con la suya-. ¿Sabes qué vamos a hacer? Voy a hacerte una cosa que te hacía cuando eras más pequeñito.
Me tumbó en la cama bocarriba y me desabrochó los botoncitos de la barriga. A continuación puso sus labios en mi barriguita y empezó a hacerme pedorretas. Yo me reía. Agitaba mis piernecitas y me reía mucho.
-Jijijiji…para…para, mami….jijijiji…me haces cosquillas…
Al ratito paró. Me sonrió como a un bebé y yo se la devolví desde detrás de mi chupete. Me volvió a abrochar los botoncitos y me metió en la cama junto a Rhino.
Hoy era el día siguiente. Estaba desayunando. Me encontraba sentado encima de mamá y ella me iba dando de comer papillas. Estaban muy ricas, tenían un sabor como de leche con cereales. Yo abría la boca cuando se acercaba la mano de mamá con la cuchara y tragaba sin decir nada, completamente quieto, sumido. Últimamente me daba ella siempre los desayunos, las comidas y las cenas. En ese momento me sentía muy vulnerable, sentado encima de mami en pijamita, con un pañal, mientras ella me iba dando la comida. Dependía de ella para todo. Cuando terminó de darme el desayuno me llevó a mi habitación. Me dejó jugando allí mientras hacía las cosas de la casa. A media mañana me hice pipí. Me levanté de la alfombra para ir a decirle a mamá que me cambiara. Volví con ella a la habitación. Me subió en la cama y empezó con todo el proceso de mi cambio. Me bajó los pantalones y me subió un poquito la camiseta para tener más vía libre. Me desabrochó cuidadosamente las cintas y destapó el pañal. En ese momento sonó el timbre. Mamá me dejó a medio cambiar y fue a abrir la puerta. Por las voces me di cuenta de que eran la vecina Gerty y su hijo Harry. Me horroricé cuando mamá los invitó a entrar. Y me horroricé aún más cuando la siguieron hasta mi habitación. En un intento desesperado de parecer menos bebé, me quité el chupete de la boca y lo dejé en la mesita de noche. Estaba mi mano volviendo a su sitio cuando entraron los 3.
-…y aquí está el niño, que le estaba cambiando el pañal -terminó de decir mamá cuando entraron todos.
Gerty y Harry se quedaron de piedra. Mi imagen era de un niño de 13 años con un pañal desabrochado y enseñando todas sus partes.
Me quedé completamente quieto, sin saber que hacer. Harry me miraba fijamente también, pero fue su madre la que rompió el hielo.
-¿No me dijiste que había dejado de mojar la cama, Gwen?
-Si -contestó mamá-. Te dije que había dejado de mojar la cama SOLO -continuó mientras volvía a mi cambio-, pero empezó a hacerse pipí de día y -me levantó las piernas y extrajo el pañal- le volví a poner pañales de día -empezó a limpiarme- y se los quitaba para hacer caca-cogió el pañal limpio-, pero entonces se empezó a hacer caca encima y se los volví a poner-me levantó las piernas y pasó el pañal por debajo de mi culito-. Es lo mejor, él se hace pipí y caca encima -me puso la parte del pañal por delante- me lo dice, y yo le cambio- y me abrochó las cintas-. Ala, ya está.
-Ay, que monada -dijo Gerty-. ¿Puedo cogerlo?
-¡Claro, mujer! -contestó mamá.
-A ver -dijo ella al estirar sus brazos hacia mí-. Vamos a coger a este bebé.
Me tomó en sus brazos. Primero mal, luego me acomodó bien. De pronto reparó en que no me podía coger bien del todo porque tenía el pantalón bajado.
-Vamos a subirle el pantaloncito, que si no se le ve el pañal y parece que eso no le gusta.
Podría haberle dicho otras cosas que no me gustan; como que la vecina venga y me coja en brazos, que vea como me cambiaban el pañal y que me tratasen así delante de un niño que era más pequeño que yo.
Se me debió de notar porque empecé a hacer pucheritos. Por desgracia, Gerty se dio cuenta.
-Ay, que parece que se va a poner a llorar. ¿Dónde está su chupete? Ah, ahí está, encima de la mesita de noche. Acércamelo, Harry.
Harry, obediente, se acercó a la mesita, cogió el chupete y se lo tendió a su madre, quien me lo puso en la boca.
Chupchupchupchupchupchupchup.
-¿Ves? ¿A qué así estás ya más tranquilo? -me dijo.
¿Tenía pinta de estar tranquilo?
Me puse nervioso y empecé a agitarme. Alargué los brazos en dirección a mamá, quería que ella me cogiera.
-Oooh, que el bebé quiere con su mami -dijo Gerty mientras me pasaba a los brazos de mamá.
Me cogió y yo me apreté junto a ella.
-Sí, le gusta estar conmigo -dijo mami-. Pero ahora tienes que quedarte aquí, que tengo que ir a darle a Gerty un sobre de sal, que es para lo que ha venido.
-¡Es verdad, hija! -exclamó la vecina-. Una viene aquí, ve a un bebé y se le olvida para qué ha venido.
Salieron las 2 de mi habitación y Harry se quedó aquí. Me miraba fijamente sin decir nada mientras yo estaba sentado en el sitio de la cama en el que me había dejado mamá.
-¡¿Qué?! -le dije quitándome el chupete.
-Nada -contestó él, sorprendido.
-¿Tú no llevabas pañales también para dormir? -le espeté.
-Sí -contestó-. Pero no llego a esto.
-Mira, como se lo digas a algún niño del barrio… -me quedé ahí porque no se me ocurría nada que hacerle.
-Nonono, tranquilo -contestó él-. No diré nada. Yo tengo el mismo problema que tú. Bueno, parecido.
-Bien.
Enseguida vino mamá acompañada de Gerty y el dichoso sobre de sal.
-Bueno, Harry, nos vamos -dijo-. Despídete de Chris.
-Adiós.
-Adiós.
-Gwen -dijo Gerty dirigiéndose a mamá-. Si alguna vez tienes que ir a algún sitio y no tienes con quien dejar al niño, yo estoy encantada de tenerlo en mi casa. Puede jugar con Harry.
¿Por qué todo el mundo se empeñaba en cuidarme?
-Gracias, Gerty, lo tendré en cuenta -contestó mamá.
Yo no pensaba quedarme con ella ni loco, ni con ella ni con la Sra.Maruja ni con nadie que no fuera mamá.
Cuando se fueron los 2, mamá regresó a mi habitación.
-Siento todo esto, Chris -me dijo-. Ya sabes cómo se pone la gente cuando ve a un bebé. Te llamaré cuando esté lista la comida.
¡No soy un bebé!
Durante la comida, mami estuvo más tranquila de lo habitual. Estaba terminando de darme un potito de pollo cuando me dio la noticia:
-Chris, esta tarde vamos a ir al médico.
-¿Por qué? -le pregunté yo.
-Pues porque quiero ver si me puede hacer un diagnóstico de todo esto que te está pasando; que cómo es posible que vuelvas a hacerte pipí encima, que te caigas de la cama, que no puedas tragar la comida…he cogido cita esta mañana y me han dado hora a las 5 y media.
Dije que vale justo antes de recibir en la boca otra cucharada del potito.
La hora dicha por mamá llegó. Después de que me despertase de la siesta y me cambiara, me vistió con uno de los petos vaqueros que me ponía para salir. Cuando me estaba abrochando los tirantes me dijo que tenía una cosa para mí, para que no me tuviera que guardar el  chupete en el bolsillo. Me dio un cordel de color azul para sujetarlo y me lo puso alrededor del cuello, como si fuera un collar. Al salir de casa, me metí el chupete por dentro de la camiseta.
Una vez que llegamos al médico, nos tocó quedarnos en la sala de espera. Había muchos niños que esperaban también para entrar al pediatra, entre ellos, creí reconocer a la chica pelirroja que había visto en el centro comercial.
Mi pediatra era la Dra.Elisa. Siempre era muy buena conmigo, me trataba con mucho cariño y me solía dar una piruleta cuando terminaba de diagnosticarme. Yo siempre me ponía muy nervioso cuando tenía que ir al médico, y hoy por supuesto no era una excepción. Se juntaron los nervios del médico con el hecho de que salir de casa en pañales me ponía también muy inquieto. Mamá me vio removerme en mi asiento y me preguntó si quería sacarme el chupete. ¿El chupete? ¿Aquí en medio? Le dije que de momento no, que podía calmarme. Pero es que no podía. Mi subconsciente sabía que tarde o temprano acabaría sacándome allí el chupete, pero es que no quería darle más razones a la gente que había allí para que me mirasen más, sobre todo después de haber entrado en la sala con mis andares pomposos a causa del abultado pañal. Finalmente me lo saqué. Extraje el chupete tirando del cordón que llevaba cogido al asa y me lo puse en la boca. En cuanto hice el primer chup podía notar las miradas de la gente que había allí clavadas en mí. Mami me revolvió el pelo. Yo las ignoraba mientras tenía la mirada perdida en el infinito. Toda la sala estaba en un relativo silencio mientras se oía chup, chup, chup, chup, chup… A mí me daba igual lo que pensaran ellos, yo estaba más tranquilo con mi chupete en la boca e iba a seguir así. También me habría gustado tener a Rhino, pero se había quedado en el coche.
Por fin dijeron mi nombre por megafonía. Mamá se levantó y yo salí detrás suya. Me levanté y me guardé el chupete dentro de la camiseta.
-¡Hola, Chris! -saludó la Dra.Elisa cuando entramos.
-Hola, Elisa -respondió mamá.
-Contadme, ¿qué tenemos?
-Pues verás -empezó mamá- hace 2 meses empezó a hacerse pipí en la cama. Al principio de vez en cuando, después se convirtió en algo habitual -yo sentía que me estaba poniendo rojo. Una cosa era llevar pañales y que solo lo supieran tu mamá y tú, y otra muy distinta era que lo supiera ya prácticamente todo el mundo- entonces decidí ponerle pañales para dormir para que él estuviera más cómodo.
-Ajá -la Doctora Elisa me lanzó una fugaz mirada por encima de sus gafas de media luna.
-Después -prosiguió mamá-, se le escapó un par de veces de día pero ya está. Hasta que se convirtió en algo más habitual, entonces le puse pañales de día también -en ese momento, el pañal me apretaba más que nunca-, así estuvimos un tiempo. Luego noté que se ponía que nervioso de vez en cuando, que le entraba una ansiedad muy grande, y cada vez me costaba más calmarlo así que, ya que llevaba pañales, decidí comprarle un chupete, por probar. Y resultó. Ahora cuando está nervioso se lo pone en la boca, o simplemente se lo pone él sin más. De hecho, ahora lo lleva cogido con un cordel y debajo de la camiseta.
-De acuerdo -dijo la Doctora Elisa mirándome a mí -¿Algo más?
Sí -prosiguió mamá-. Desde hace un mes o así, se me está empezando a atragantar con los alimentos sólidos, no sé qué le pasa que a veces no puede tragarlos. Entonces, lo que he hecho ha sido molerle la comida y comprarle alimentos en formato puré…y creo que ya está, eso es todo…Bueno, también se me ha caído de la cama un par de veces, y otra vez no se cayó pero se dio un coscorrón fuerte contra la pared. Si no llega a estar la pared, seguro que se cae.
Hubo una pausa cortita después de que mamá terminase de hablar. La Dra.Elisa se quitó las gafas y se las dejó colgadas del cuello.
-Por lo que me estás contando -dijo dirigiéndose a mamá-, el niño lo que tiene son problemas más relacionados con otra edad; mojar la cama, el chupete…Quizás lo que tenga sea un problema de crecimiento. Lo que voy a hacer va a ser recetarte una leche, de la que tendrá que tomarse al día unos 400 ml mínimo, que lleva vitaminas C y D que van bien para el crecimiento. También te adelanto que la leche es bastante amarga, por lo que tendrás que calentarla y echarle mucha azúcar antes de dársela -se inclinó sobre sus papeles para anotarlo-. Ahora, Chris, levántate la camiseta que voy a verte el pecho a ver como lo tienes.
Yo me quedé paralizado, no esperaba tener que quedarme en pañales delante de ella. Si me tenía que ver el pecho, me tendrían que desabrochar los tirantes del peto, lo que haría que se me bajara y se me vería el pañal, más luego quitarme la camiseta. Yo no quería que lo hiciera, no quería quedarme solo con el pañal. De modo que me agarré el pañal con una mano por delante y otra por detrás y las miré fijamente a las 2 con carita de ‘No, por favor’.
-¿Qué pasa, Chris? -me preguntó la Doctora Elisa-. ¿Es que no quieres quedarte en pañales?
Negué con la cabeza
-No seas tonto -me dijo-. Te he visto muchas veces en pañales cuando eras pequeño, no me voy a asustar. Quítate la ropa.
-Tengo que ir yo -dijo mamá-. Que él no sabe.
La Dra.Elisa puso cara de extrañeza, pero no dijo nada.
Mamá se acercó y me desabrochó los botoncitos de los tirantes del peto, con lo que se cayó y dejó al descubierto mi pañal. Yo me lo intenté tapar con la camiseta pero era tan abultado que resultó ser una misión imposible. Mami me soltó mis puñitos aferrados a la camiseta y me la extrajo, de modo que me quedé con el pañal al aire y el chupete colgándo del cuello. Instintivamente me lo puse en la boca, que estaba nervioso. También noté que se me escapaba el pipí. Así que ahí estaba yo, intentando taparme con las manos un pañal muy grande y chupando un chupete en la consulta del médico. Mamá entonces me cogió y me sentó en la camilla, donde se acercó la Dra.Elisa con el estetoscopio. Estaba muy frío. Cuando me lo puso sentí un estremecimiento, ella sonrió, le sopló y me lo volvió a poner. Estuvo un rato escuchando mi corazón y me dijo varias veces que respirase. Como no podía hacerlo bien con el chupete en la boca me lo quitó tirándome del cordón.  Al poco retiró el estetoscopio y me dijo que todo estaba bien y que ya podía vestirme. Entonces mamá se acercó con mi ropa pero yo, acordándome de cuando me puso el pijama sin decirle que estaba mojado y lo que se enfadó, le dije que tenía pipí en el pañal.
-¿Te has mojado? -insistió,
-Sí…
-¿Puedo cambiarlo? -le preguntó mamá a la pediatra.
-Si tienes aquí las cosas, sí.
-Llevo aquí el bolso con los pañales.
-Entonces adelante, ahí tienes la camilla.
Mamá sacó un pañal de la bolsa y se acercó con él. Yo me puse muy nervioso. No contaba con que me fueran a cambiar allí. Mamá lo notó y lo primero que hizo antes de empezar con el cambio fue volver a ponerme el chupete en la boca. El cambio estuvo bien. Yo me sentía tan vulnerable y dócil cuando me cambiaban el pañal, tan dependiente de mami…Me desabrochó el pañal mojado y lo extrajo levantándome las piernas. A continuación, empezó a limpiarme.
Tan dócil. Tan vulnerable. Tan bebé.
En esos momentos era cuando quería que mamá me apretase contra ella y me protegiera de todo.
Luego, se acercó con el pañal limpio y me lo puso. Cuando terminó me lo palpó con la palma de su mano y dijo: ‘Ale, ya está’. Después tiró el pañal mojado a la papelera y me vistió. La Dra. Elisa se quedó todo el rato contemplando la escena. Al salir, mamá me cargó en peso, se echó al hombro el bolso con los pañales y salimos de la consulta, yo todavía con el chupete puesto. En la sala de espera, vi que la niña pelirroja se me había quedado mirando fijamente. Cuando mamá echó a andar hacia la salida, le devolví la mirada, ya que mi cabecita asomaba por un hombro de mamá y tenía los brazos alrededor del cuello. Ella me sonrió. Entonces yo me sorprendí y dejé que el chupete se me saliera de la boca, pero no se cayó porque estaba atado al cordel. Me lo volví a poner y ella todavía seguía mirándome, y sonriendo.
En el trayecto de vuelta, hicimos una parada en el supermercado para que mamá se bajara y comprara la leche. Yo me quedé en el coche con Rhino. Al poquito volvió ella con la bolsa donde la llevaba y volvimos a casa.
El resto del día transcurrió normal, vi la tele, me dieron la cena y estuve en mi habitación leyendo cómics hasta que me entró sueño. Fue entonces cuando llamé a mamá, que estaba en el salón, para que me preparase para dormir. Tardó un poquito en venir. Yo la esperaba tumbado bocarriba en la cama. Cuando llegó, lo hizo con un biberón lleno de leche en la mano ¡un biberón! Lo dejó en la mesa de mi escritorio y fue al armario a por un pañal y el pijama.
-¿Qué esh esho, mamá? -le pregunté señalando al biberón.
-La leche que te tienes que tomar -contestó mientras me bajaba los pantalones.
-No, digo donde eshtá.
-Está en un biberón, Chris -respondió, obviando una realidad y consciente de que yo no se lo preguntaba porque no supiera lo que era un biberón.
-¡Pero yo no quiero tomar leche en un biberón! ¡Eso es de bebés! -protesté quitándome el chupete de la boca mientras mamá hacía otro tanto con el pañal mojado.
-Ya sé que es de bebés pero escucha, tienes que tomarte al día mínimo 400 ml de esa leche, que son casi 4 vasos. Pero si te tomas un biberón como este, que tiene un poquito más de 250 ml, para acostarte y otro durante el día, no tendrás que estar que si un vaso ahora, que si otro después…así es más sencillo, y si quieres te lo puedo dar yo -me dijo mientras terminaba de ponerme el pañal.
Luego empezó a ponerme el pijama. Yo me volví a poner el chupete y no paraba de mirar el biberón, como si pudiera, con la fuerza de la mente, enviarlo a otra dimensión, muy lejos. Mamá por fin terminó de ponerme el pijama. Cuando abrochó el último botón, fue hasta el escritorio y cogió el biberón. Yo me fui para un rincón de la cama, junto a la pared y me encogí. No quería tomar biberón y me parecía increíble que mamá tratara de obligarme a hacer semejante cosa. Me trataba como un bebé pero, a decir verdad, las cosas que hacía siempre me habían ido bien, así que decidí darle una oportunidad al biberón. Me acerque gateando sobre la cama hasta el sitio en el que me esperaba sentada con el bibe en las manos. Me senté en su regazo y ella me cogió la cabecita y me la echó hacia atrás, entonces puso el biberón en mi boca y yo empecé a absorber la leche. La verdad es que estaba muy calentita y muy dulce, mami debía de haberle añadido mucha azúcar para que supiera tan bien. Yo chupaba la tetina y absorbía leche. Y de vez en cuando miraba a mami, que me miraba a mí también y lucía una sonrisa. Chupaba el biberón con mucho ímpetu, porque estaba muy rico y calentito. Después de un ratito en el que no se oyó nada a excepción de mi chup chup chup, pero esta vez provocado por el biberón, terminé de tomarme la leche. Entonces fue cuando mamá dejó el biberón en la mesita, me tomó en peso y empezó a darme palmaditas en la espalda.
-¿Qué haces? -le pregunté.
-Dándote para que me expulses los gases.
En ese momento, me tiré un eructo bastante grande que retumbó en toda la habitación. Mami se me quedó mirando fijamente y yo solté una risita tonta y juguetona. Ahora se me escapó un pedete.
-¡Te voy a enseñar yo a tirarte peditos! -me dijo mami de broma, poniéndome bocarriba en la cama y haciéndome pedorretas en la barriga.
Yo no podía parar de reírme, me reía como un bebé. Agitaba mis bracitos y mis piernitas para todas direcciones. Entonces mami por fin paró. Me volvió a abrochar los botoncitos del pijama y me metió entre las sábanas, me arropó cariñosamente y puso a Rhino a mi lado, luego me cogió el chupete y lo puso en mi boquita.
-Que duermas bien, mi bebé -dijo antes de salir y apagar la luz.
-Buenas noches, mami -contesté.
Ni siquiera me di cuenta de que me dijo bebé.

10 de noviembre de 2014

Sinopsis del octavo capítulo de 'Vida de Chris'

¡Se acerca el final de Vida de Chris!

En este capítulo nuestro pequeño protagonista tiene que volver a salir de casa, y también recibirá un par de cambios de pañales delante de gente… ¡Y ya sabemos lo poco que le gusta eso a Chris! Por si fuera poco, el médico le receta algo que no le termina de convencer…al principio.