23 de enero de 2015

Vida de Chris - Capítulo 10: El comienzo

Creía que los sucesos en la buhardilla habían sido lo peor del día, pero me equivocaba. Cuando mami abrió la puerta de la habitación y vi lo que había dentro no me lo podía creer.
Entrando en brazos de mami, comprobé que mi cama había sido sustituida por una cuna bastante más grande que las normales, pero aun así más pequeña que mi cama y que en el sitio donde siempre había estado mi escritorio, ahora había un cambiador.
Yo me agité nervioso en brazos de mami. No quería dormir en una cuna ni que me cambiaran en un cambiador como a un bebé de verdad. Mami me llevó hasta la cuna para enseñármela. Era de color azul clarito, con los barrotes circulares. Dentro había mantitas azul oscuro con estrellitas y una luna grande en el centro.
-¿Te gusta, Chris? -dijo mami-. Aquí es donde te voy a acostar.
-¿Por qué? -pregunté yo con una carita de pena y mirándola fijamente a los ojos, como hacía siempre que me sentía mal.
-Pues porque los barrotes de la cuna harán que no te vuelvas a caer por la noche.
-Pero mami -dije-, lash cunash shon másh para bebésh que todo lo demásh. Yo no quiero dormir en una cuna.
-Chris, ya sé que no quieres dormir en una cuna, pero si lo piensas es lo mejor; no te caerás de noche y dormirás más tranquilito.
Estiré un brazo para tocar el que parecía que iba a ser mi nuevo lugar para dormir a partir de ahora, pero en cuanto mi mano alcanzó un barrote, la retiré enseguida, como si quemara, y me giré contra el pecho de mami.
-¿Y el cambiador? -la voz me sonó muy apretada, porque tenía la boca taponada con el chupete y el cuerpo de mami.
-El cambiador es porqué ya no puedo ponerte el pañal en la cama, más que nada porque no hay cama. Además, está más alto que la cama, con lo que será más cómodo para mí y en los cajones de debajo podemos guardar tus cosas de bebé: los juguetes, la ropita, los pañales… Ahora, vamos a cambiarte de pañal y acostarte.
Mami me tumbó bocarriba en el cambiador. Me sorprendí de lo cómodo y suave que era. Mientras mi cuerpo se detenía a sentir esa comodidad, mami empezó con mi cambio. Primero me quitó los zapatitos y los calcetines, era evidente que también me iba a desvestir para ponerme el pijama. Después me sacó los pantalones y me extrajo la camiseta, con lo que la imagen que quedó de mí era la de un niño de 13 años llevando únicamente un pañal y que se agitaba inquieto en el cambiador. A continuación, me desabrochó las cintas del pañal y separó las partes, me levantó las piernas con una mano y sacó el pañal mojado. Después empezó a limpiarme mientras me decía cosas bonitas.
-Vamos a limpiar a este bebecito, que quede muy muy limpito para irse a dormir.
En otro momento le habría dicho que yo no era un bebé, pero ya no estaba seguro, no estaba seguro de nada.
Mami volvió con un pañal limpio del armario, durante esos pocos segundos en los que me dejó a medio cambiar, yo agité mis extremidades y pataleé más de lo normal.
-Tranquilo, Chris -dijo-, que enseguida te pongo tu pañal.
Mi pañal…quería mi pañal…quería que mami me pusiera mi pañal…
Mami empezó a ponerme el pañal limpio. Me levantó las piernas y pasó el pañal por debajo, luego, cuando estuvo ya bien puesto en mi culete, me separó las piernas, pues de lo abultados que eran mis pañales, no me pasaban entre ellas si no las separaban, y luego no podía volver a juntarlas, con lo que parecía un cowboy andando. Cuando el pañal ya estuvo bien acomodado a mi cintura, mami me abrochó las cintas, primero una y luego la otra. Me las abrochó fuertemente, dándome sensación de seguridad y protección. La verdad era que cuando me encontraba sin pañal me sentía muy mal, y me volvía a sentir bien de nuevo cuando tenía otra vez el pañal puesto, más cómodo y seguro.
Cuando mami terminó de ponerme el pañal, yo me agarré este con mis manitas y subí las piernas hacia arriba y empecé a agitarlas, contento de estar cambiado. Ahora, mami empezó a ponerme el pijama. Primero me metió una piernecita, con mucho cuidado, después la otras siendo igual de delicada. A continuación, me dio la vuelta y me subió el pijama por la espalda, metiéndome los 2 brazos, después me volvió a dar la vuelta y, ya bocarriba, me abrochó los botoncitos. Yo estaba muy contento, la verdad es que esto era lo que había estado esperando todo el día; volver a estar con mami y que cuidase de mí. El cambiador cumplía con su función; le ponía las cosas más fáciles a mami, lo que hacía que yo también me sintiera más a gusto y disfrutara más con el cambio.
Mami fue a prepararme la cuna y me dejó allí arriba ¡La cuna! Me había olvidado de ella mientras estaba sumido en el cambio de pañal, pero ahora tendría que ir a dormir ahí, y yo no quería. Era para bebés, demasiado para bebés. Había aceptado los pañales, el chupete y el biberón, y a la larga habían demostrado que mami tenía razón cuando me los fue introduciendo en mi vida, pero la cuna era demasiado. Además, los pañales, el biberón, el chupete o las papillas eran pequeños objetos que podría esconder en un momento si la situación lo requiriese, pero la cuna y el cambiador, eran demasiado grandes. Eran ya objetos permanentes de bebés. Mobiliario de bebé. Quizás si fuera cierto que era un bebé…
-Bueno Chris, ya tienes la cuna preparada -dijo mami.
Vino hacia mí y me cogió en brazos y me llevó hacia la cuna. Una vez enfrente de ella, desenganchó 2 cierres y los barrotes de la zona lateral descendieron medio metro. Luego me dejó dentro de la cuna y los volvió a subir. Yo me puse de pie dentro y vi que los barrotes me llegaban a la altura del pecho, que hacían que me fuera imposible salir si no me sacaba alguien. Estaba en una especie de jaula, no podía salir. Me empecé a poner nervioso y me caí al colchón, pues mis piernecitas no aguantaban de pie.
Chupchupchupchupchupchupchupchup.
Miraba a mami con el chupete puesto y mi cara de pena como diciéndole que por favor me sacara de allí.
-No te voy a sacar, Chris. A partir de ahora vas a dormir aquí -me dijo-. Y no me mires así.
Yo me metí entre las sábanas y me acurruqué. Mami me puso a Rhino al lado mía y lo ansié con fuerza contra mí. Había estado a punto de perderlo…
Mami encendió el vigila-bebés, me dio las buenas noches y salió de la habitación apagando la luz. Yo me quedé en medio de la oscuridad de la noche, en mi cuna, sin poder salir de ella a no ser que me sacaran, totalmente dependiente de alguien, sin poder valerme por mí mismo. Me sentía tan bebé en ese momento…finalmente, y como consecuencia de mi duro día me quedé durmiendo enseguida.
Al día siguiente me desperté sobresaltado al verme dentro de una cuna, atrapado. Llamé a mami para que me levantara.
-¡¡Mami!! ¡¡¡MAMIIII!!! ¡¡¡ESHTOY DESHPIERTO!!!
-¡Te estoy preparando el biberón, Chris! -dijo mami.
Al rato entró en la habitación y subió la persiana. Yo la miraba desde la cuna, implorándole con los ojos que me sacara. Ella dejó el biberón en la mesita de noche y me sacó de la cuna cogiéndome en peso y me llevó al cambiador. Me desabrochó los botoncitos y soltó las cintas de mi pañal, me lo extrajo, me limpió y me puso uno nuevo, todo con mucha ternura. Después se dio cuenta de que en mi habitación no tenía ningún sitio para sentarse y darme el bibe, entonces fue hasta el salón y se trajo su mecedora. Me levantó del cambiador, cogió el biberón y se sentó en la mecedora, conmigo en su regazo. Me puso el biberón en la boca y empecé a chupar de la tetina y a absorber leche. Ella mientras me acariciaba el pelo y balanceaba lentamente la mecedora. Yo me sentía muy bien; recién cambiado, encima de mami y tomándome el bibe. Cuando acabé, mami me dio golpecitos en la espalda hasta que eructé un par de veces y me bajó al suelo. Me sentía muy raro con los pies en el suelo y enseguida estiré las manos hacia ella para que me cogiera.
-Chris, no puedo tenerte todo el día en brazos -dijo mientras me levantaba-. Tengo cosas que hacer.
Yo lo sabía, pero no quería separarme de ella.
-Mira -me dijo-, te dejo en tu habitación, en la alfombrita, con tus juguetes y cuando quieras algo me llamas, ¿vale?
Me posó en el suelo y me dejó allí hasta la hora de comer. Fue entonces cuando volvió a mi habitación y me llevó en brazos a la cocina. Me di cuenta de que cada vez andaba menos y de que cada vez me trataba más el mundo en general como si fuera un bebé, pero lo cierto era que yo seguía teniendo 13 años. Eso sí, puede que las cosas que hiciera y llevara fueran de un bebé, pero mi edad estaba ahí. Por otro lado, las cosas que me había comprado mami y me había obligado a usar siempre me habían ido bien, el problema era que yo al principio veía todas esas cosas como provisionales, pero lo cierto era que ahora no veía cuando iba a parar de usarlas, pues cada vez iba todo a peor.
Llegamos a la cocina y mami me sentó en la silla y me puso un babero. Luego volvió con un potito y se sentó en su sitio, me levantó a mí del mío y me sentó encima suya.
Mami me daba de comer, me vestía, me levantaba, me cambiaba, me llevaba en brazos a los sitios. Yo era totalmente dependiente de ella, como un bebé. Era cierto; Chris ya no tenía 13 años, ahora era un bebé que dependía de su mami para todo. Iba pensando todo esto mientras ella me daba el potito. Cogía una cucharada y me la metía en la boca, yo la recibía en silencio, y cuando me manchaba la boquita, mami cogía una servilleta y me limpiaba. Allí, sentado en su regazo, con un pañal puesto, me sentía protegido, cómodo y seguro. Quería estar así para siempre, con mami al lado mía para cambiarme el pañal, darme el biberón y darme de comer. Cuando terminé el potito me cargó en brazos y fuimos hasta el frigo a por unas natillas. Yo llevaba tiempo sin ver el contenido del frigo, pero cuando mami lo abrió, vi que la mayor parte del mismo estaba ocupada por productos de comida para bebés. No dije nada, de hecho llevaba mucho tiempo sin decir nada y últimamente solo habría la boca para decir lo justo, y algunas veces incluso balbuceaba, como cuando pedía a Rhino. Mientras mami me daba las natillas, me hice pipí encima, pero no dije nada ni di muestras de ello. Disfrutaba del momento en el que mami me daba de comer. Cuando terminó me dijo que era la hora de ir a dormir la siesta.
Me llevó en brazos a mi habitación, me tumbó en el cambiador y empezó a desvestirme para ponerme el pijama.
-¿Me cambias el pañal, mami? Tengo pipí… dije, pero la voz sonó extraña. Extraña e infantil, como si no fuera yo.
-¿Estás mojado? –me preguntó y yo asentí con la cabeza-. ¿Por qué no me lo has dicho antes? -yo no contesté.
Mami suspiró y sacó de uno de los cajones de abajo un pañal limpio. Me desabrochó las cintas del que llevaba puesto y me lo quitó. Me limpió con mucho cuidado, y cuando por fin estaba limpio, me puso de nuevo un pañal. Yo estaba muy contento, limpito con un pañal nuevo, y se me notó, pues me reía con esa risa tan de bebé. Mami me puso el pijamita y me llevó en brazos a la cuna. Una vez ya estuve dentro, puso el chupete en mi boquita y a Rhino al lado mía. Encendió el vigila-bebés, salió y apagó la luz. Yo me sentía totalmente como un bebé. En una cuna; con un pañal muy grande que hacía ruido con cada uno de mis movimientos; con un chupete; con Rhino, que ahora cuando no estaba conmigo, siempre estaba dentro de la cuna; con un pijama de una pieza, como los de bebé; y con el vigila-bebés al lado de mi cuna. Por no hablar de que tomaba potitos, papillas y biberón y de que me tenían que dar la comida y llevarme en brazos. Ya casi ni me acordaba de aquel Chris que pataleó, se enfureció y lloró la primera vez que le pusieron un pañal para dormir.
Me desperté cuando mami entró en la habitación. Estaba muy adormilado pero cuando me hizo cosquillitas en la barriga, reí tontamente. Estiré mis brazos hacia ella mientras balbuceaba llamándola. Me cogió en peso y me dejó en el cambiador, sin preguntarme siquiera si tenía pipí, pues ya sabía que seguro me lo habría hecho.
Cuando ya estuve cambiado, me dejó con el pijama puesto y me llevó al salón, donde me estaba esperando mi biberón. Me tumbó en el sofá con la cabeza apoyada en su regazo y comenzó a dame el biberón. Yo chupaba la tetina con ansia y absorbía la leche que me había recitado la Dra. Elisa. Mami no decía nada, solo me miraba mientras yo estaba concentrado en mi tarea y de vez en cuando me acariciaba algún mechón de mi pelo castaño. Cuando terminé, me dio unas palmaditas en la espalda para que expulsara los gases y me dejó en el sofá.
Estuve toda la tarde viendo dibujitos. Cuando llevaba una hora o así, me dieron ganas de hacer caca. Fue sentir las ganas y hacérmela inmediatamente. Yo seguía viendo la televisión cuando empezó a salir y a quedarse amontonada ahí, en mi pañal. Cuando terminé, sí que me sentía incómodo con toda la caca. Necesitaba que mami me cambiara, así que fui a decírselo. Pero no sé por qué, en vez de ir andando, me bajé del sofá al suelo y empecé a gatear, lo extraño era que no me resultaba raro, sino apropiado ahora para mí. Podría ser porque mis piernas habían perdido gran parte de la fuerza de un niño de 13 años que tenían. Llegué hasta la cocina, que era donde se encontraba mami haciendo la cena, y me senté en el suelo con las piernas hacia delante. El pañal se notaba un montón por la parte de delante al estar apoyado sobre una superficie sólida. Y desde ahí, desde el suelo, como un bebé, me agarré la parte de delante del pañal y le dije:
-Mami, tengo caca.
Y de pronto me arranqué a llorar, estaba sentado en el suelo agitando mis puñitos y llorando porque tenía caca en el pañal, como aquella vez en el centro comercial. Me eché hacia delante y, agarrándome la parte trasera del pañal le dije en lágrima viva y chillando:
-¡¡MAMI, TENGO CACA!! ¡¡¡CAMBIAME EL PAÑAL!!!
Y mami vino enseguida y me levantó del suelo cogiéndome por la cintura. Me llevo al cambiador y me dejó ahí mientras ella sacaba un pañal de uno de los cajones. Yo lloraba y pataleaba, estaba muy nervioso, quería mi chupete.
-¡¡¡CHUPETEEE!!! ¡¡MAMI, QUIERO MI CHUPETE!! ¡¡¡CHUPETEEEEE!!!
Mami se puso a buscarlo por ahí encima y no lo encontró. Se fue hasta el salón a ver si lo había dejado allí. Yo seguía llorando, pataleando y gritando.
-¡¡¡MAMIIIIII!!! ¡¡¡CHUPETEEEEE!!! ¡¡¡¡QUIERO MI CHUPETE!!!!
Volvió del salón sin mi chupete. Yo levanté la cabeza y al ver que no lo traía en la mano, seguí llorando. Lloraba muy fuerte, más que otra cosa, berreaba. Mami entonces buscó entre las sábanas de la cuna y lo encontró, se me había caído de la boca mientras dormía la siesta y se quedó allí. Me lo dio y yo lo cogí con mis manitas y me lo puse en la boca rápidamente. Chupchupchupchupchupchupchupchupchupchupchupchupchupchupchup, chup, chup, chup, chup, chup, chup, chup, chup, chup, chup, chupchupchupchupchup
Mami esperó a que estuviera tranquilizado del todo para empezar con el cambio. Pero solo me quitó el pañal con la caca, porque me quitó el pijama y me llevó al cuarto de baño.
-Aprovechando que te has hecho caca y el cambio de pañal, voy a bañarte, ¿vale, Chris?
Mami abrió el grifo del agua caliente y esperó a que se llenara la bañera. Me dejó sentado en el váter (‘No te muevas, Chris, a ver si te vas a caer’) y fue a por mi ropita limpia. Volvió con el pijama de color morado y lo colgó en una percha. Me quitó el chupete de la boca y yo hice el gesto con ella de que quería seguir chupándolo.
-Después del baño te lo doy, Chris ¿No querrás que se te estropee, verdad?
Después me metió en la bañera y me dio mi muñeco de Spiderman acuático para que me entreteniera. Ella empezó a bañarme. Primero me lavó el pelo con champú. Yo juagaba con mi Spiderman sumergiéndolo, haciendo que luchaba contra Hydroman. Mami lavó todas las partes de mi cuerpo y me sacó. Me sentó en el váter y empezó a secarme fuertemente con la toalla. Cuando ya estuve seco, sacó un pañal de uno de los cajones de debajo del lavabo (yo no sabía ni que guardara pañales allí) y me levantó del váter para sentarse ella. A mí me tumbó en sus rodillas y me puso el pañal. Después me puso el pijama morado y el chupete en la boca y me bajó al salón.
Allí me dejó hasta la hora de cenar. Estuve todo el rato viendo los dibujos en la televisión, sentado encima del sofá con las piernas cruzadas y con Rhino, con el que jugaba de vez en cuando un ratito cuando lo que daban en la tele no me interesaba. En un momento dado me hice pipí, pero no me importaba, el pañal me mantenía seco y cómodo, así que seguí jugando y viendo la tele.
A la hora de cenar, mami apareció en el salón con un plato de papillas calentito y mi babero. Se sentó al lado mía en el sofá, dejó el plato en la mesa y me puso el babero. Después me sentó encima suya, me quitó mi chupete y empezó a darme las papillas. Ella acercaba la cuchara y me la metía en mi boca, yo la recibía con un poquito de ansia, porque tenía hambre y las papillas me gustaban más que los potitos. Mami iba recogiendo con la cuchara los restos de papilla que se me quedaban en los labios y me los volvía a meter en la boca. Así, poco a poco fui terminándome mi cena. Al final, mami me quitó el babero y me terminó de limpiar con una servilleta. Me hizo un par de cariñitos y me dijo que ya era hora de irse a la cama. Me sorprendí, porque normalmente veía una película con ella antes de dormir, aun así no dije nada. Mami me puso el chupete en la boca y me llevó a mi habitación, donde me esperaba mi cuna.
-¿Tienes el pañal mojado, verdad? -me preguntó al sentarme en el cambiador.
Como sabía que era una pregunta retórica, no contesté. Me limité a seguir chupando mi chupete y dejar que mami empezara con todo el proceso del cambio.
Me desabrochó los botoncitos, de esa forma tenía más vía libre para cambiarme. Me soltó las cintas del pañal y extrajo el mismo levantándome las piernas. Ahora empezó a limpiarme, cuidadosamente y con mucha ternura, yo me reía porque de vez en cuando me hacía cosquillitas. Cuando terminó de limpiarme me puso el pañal nuevo levantándome las piernas. Primero me lo ajustó en el culete y una vez ahí, ya me lo pasó por delante y me lo sujetó muy fuerte con las cintas. Yo me agarré el pañal por delante y me reí. Entonces mami empezó el ataque: me puso la boca en mi barriguita y empezó a hacerme pedorretas. Muy fuertes. Yo me reía mucho, no podía parar. Con el chupete puesto, la risa que me salía era muy de bebé. Eso, junto con mis piernecitas y mis puñitos agitándose, me daban un aspecto totalmente de bebé. De hecho, se podría decir que eso es lo que soy: un bebé. Mami por fin paró. Me sonrió y me volvió a abrochar los botoncitos. Entonces, levanté mis bracitos hacia ella para que me cogiera, lo hizo, y cuando estuve abrazado contra su pecho me quería quedar ahí para siempre, seguro en los brazos de mami, como su bebé que era. Mami me daba palitos cariñosos en mi pañal y me llevó hasta la cuna. Me puse un poquito nervioso porque todavía no me había hecho a ella, pero pensé que si era un bebé, lo lógico sería que durmiera en una cunita. Mami bajó los barrotes del lateral que no daba a la pared de mi habitación y me metió en la cuna. Volvió a subir los barrotes, de manera que yo ya no podía salir de ahí, necesitaba que alguien me sacara, como a los bebés. Siempre como a los bebés. Entonces me puse de pie apoyándome en los barrotes para pedirle Rhino a mami, pero me mantuve de pie solo unos segundos. Fue estirar el brazo para señalarle donde estaba y me caí y me quedé sentado sobre el abultado pañal. Mami me dio a Rhino y lo estrujé contra mi pecho.
-Venga, ale, a dormir, mi bebé-me dijo.
Yo me metí gateando entre las sábanas y puse a Rhino a mi lado. Mami terminó de arroparme, encendió el vigila-bebés, apagó la luz y salió de mi cuarto.
Yo me quedé un ratito despierto, pensando en cómo había cambiado mi vida en los últimos meses: primero había llevado pañal solo para dormir; después de me escapó el pipí un par de veces durante el día y mami me los puso solo por si acaso también de día, incluso me lo quitaba cuando tenía que ir a hacer pipí o caca; después me los dejó durante el día para el pipí solamente; luego me hice caca en el probador del centro comercial y me los dejó también para la caca; después me compró el chupete para la ansiedad; luego, debido a mis atragantones a la hora de comer, me compró papillas y potitos para mezclármelos con la comida que ella me trituraba, pero hasta la fecha solo había comido potitos y papillas; lo siguiente fue la visita al médico y su receta de leche con nosequé que me ayudaría, pero de momento, no había funcionado para nada, y mami utilizaba un biberón para darme la cantidad diaria; y después ya vinieron el cambiador y la cuna, donde estaba ahora metido. Por no mencionar tampoco todas las humillaciones a las que había sido sometido: ser cambiado delante de mis primos, salir con pañal a la calle, hacerme caca en público y ser cambiado también en público, ir a comprar pañales y comida de bebés con mami, estar como un bebé delante de Gerty y Harry, que la Dra.Elisa me viera en pañal y como me cambiaban, que la gente de la sala de espera me viera de bebé, que Tía Marian cuidara de mí mientras Jim y Kevin se reían y el posterior maltrato por parte de ellos. Es curioso que conforme pasaba el tiempo, la humillación al verme de bebé en público disminuía, menos lo último que me hicieron mis primos, que fue el peor momento de mi vida.
Abracé a Rhino y pensé en lo que iba a ser mi vida a partir de ahora; una vida de bebé, que al fin y al cabo eso es lo que yo era: un bebé.
Va a ser una vida buena.
Bastante buena.

20 de enero de 2015

Sinopsis del décimo (y último) capítulo de Vida de Chris

¡YA LLEGÓ EL FINAL DE VIDA DE CHRIS!

Chris está feliz de volver a estar entre los brazos de su mami. Ha pasado una de las peores experiencias de su vida y está contento de volver a sentirse seguro. Su mami lo ha llevado a su habitación para cambiarle el pañal pero al entrar dentro, Chris se va a encontrar con una enorme sorpresa.