31 de mayo de 2014

El Chico de la Jungla necesita que le cambien el pañal

Este vídeo pertenece a una de las series de mi infancia, Johnny Bravo. En él podemos ver al Chico de la Jungla en uno de los cortos que aparecían en la serie. Intentaré traducirlo haciendo un gran uso (abuso) de mi inglés.


Sra.Antílope: Y una vez más, el Chico de la Jungla es el hombre del momento...Chico de la Jungla, has tenido un día un poquito ajetreado, ¿cómo te sientes?
Chico de la Jungla: Eeehh...mojado.
Sra.Antílope: Hahahaha... ¿mojado?
Chico de la Jungla: ¿Me cambias el pañal?
Sra.Antílope: Eeehh...¿hay alguién más? 

30 de mayo de 2014

¿Alguno o alguna todavía tomáis teta?

Aquí está un vídeo que pertenece a un reportaje sobre la lactancia.
Aquí podemos ver a una niña de 8 años que todavía toma teta.



Podría ser la protagonista de alguna historia de este blog... ahí lo dejo.

28 de mayo de 2014

Vida de Chris - Capítulo 3: Sueño interrumpido

Esto pasó 2 noches después de haber pasado una noche en casa de los primos.
Había terminado de cenar y estaba viendo la tele y mi madre me llamó a mi habitación.
-¿Te acuerdas que te dije que tendríamos que comprarte otros pijamas por qué los pantalones de los que tienes no te valían? -me dijo cuando entré.
-Sí.
-Pues mira -dijo mostrándome unos paquetes de ropa que tenía en ambas manos-, he encontrado esta mañana estos pijamas en una tienda. Tienes 3 diferentes.
Me los tendió y yo los cogí. Eran pijamas mono, de esos que son de una sola pieza, es decir, de cuerpo entero, que llevan botoncitos para abrocharlos y también botoncitos en la entrepierna. Uno era azul claro, otro blanco y otro morado.
-Mira, Chris -dijo mi madre cogiendo uno y señalando los botoncitos de la entrepierna-. Con estos botones de aquí podré quitarte el pañal y no tendrás porqué quitarte el pijama. Además, podrás dormir tapado entero.
La verdad es que agradecía que pudiera llevar ese  pijama, pues todo lo que decía mi madre era verdad, la única pega que yo le veía es que eran unos pijamas que habría llevado un bebé. Pero dado que yo tenía que llevar pañales para dormir, veía lógico que también llevara un pijama que ayudara a mi madre a ponerme y quitarme el pañal y a mí a dormir más cómodo.
 -Vamos a probarlos -dijo ella-. Ponte primero el pijama y luego te pongo el pañal.
 Yo obedecí, y cuando estuve tumbado en la cama bocarriba con el pijama puesto mi madre se acercó con mi pañal.
Primero me levantó las piernas con una mano y empezó a desabrocharme los botoncitos con la otra. Cuando hubo terminado me di cuenta de que me dejaba un hueco bastante grande en la zona de la entrepierna y alrededores para que mi madre pudiera ponerme los pañales con total comodidad. A continuación tiró de mis piernas hacía arriba y me pasó el pañal por debajo, cuando estuvo ya colocado en su sitio me lo sujetó a la cintura con las dos cintas. Luego me bajó las piernas y me volvió a abrochar los botoncitos.
La verdad es que yo me sentía muy cómodo con ese pijama puesto, y era agradable dormir con las piernas cubiertas después de más de una semana.
Cuando mi madre salió de la habitación me quedé un rato más leyendo un cómic en la cama, al final me entró sueño, me metí entre las sábanas y apagué la luz.
En la oscuridad de mi habitación pude sentirme  bastante a gusto con el pañal puesto y con ese pijama, entonces me acurruqué abrazando a la almohada, pero de pronto estaba abrazado a un tronco de un bosque. Había animales que parecían sacados de una película de Disney. Corrían, saltaban y jugaban entre ellos. A lo lejos se oía el agua que corría por un río. Yo seguí a un conejo que me miraba de una manera curiosa y que empezó a saltar haciendo círculos alrededor mío. El conejo cada vez saltaba más rápido y se alejaba más y más. Me esforzaba por intentar alcanzarlo pero cada vez iba más rápido. Un río se oía cada vez más cerca. Cuando por fin estuve a punto de alcanzarlo vi que se había detenido en la otra orilla del río.
-¡Ven, vamos! ¡Crúzalo! -me decía él.
-No puedo, no sé cómo cruzar este río -contestaba yo.
-Es muy fácil. Sólo tienes que meterte dentro y andar.
-¿Pero y si me lleva la corriente?
-Tranquilo. Seguro que no.
Yo no estaba del todo seguro pero aún así metí un pie en el agua. Y luego el otro. Estaba muy fría y cuando intenté dar un paso más me caí y me mojé entero. De pronto, empezaba a llorar porque estaba mojado y yo no quería estarlo. Le gritaba al conejo que por favor me ayudase pero el conejo ya no estaba. Yo seguía llorando porque no quería estar mojado. Pero el río tampoco estaba. Estaba yo solo en mi cama, hecho un lío con las sábanas y también mojado.
Tenía el pañal mojado. Me había hecho pipí y me había despertado.
De pronto, me di cuenta de mi situación: tenía el pañal mojado y nadie que me lo cambiara.
Una de las cosas que menos me gustaban era estar con pipí en el pañal. Por suerte, no tenía que esperar mucho desde que me levantaba porque mi madre enseguida venía a quitármelo.
Pero en ese momento debería esperar bastante porque era de madrugada. Me empecé a poner nervioso e hice lo único que tenía sentido en ese momento. Empecé a llamar a mi madre a gritos, como un bebé cuando llora en medio de la noche, para que viniera y me cambiara.
-¡¡MAMÁ!! ¡¡MAMAAAAAA!! ¡¡¡ME HE HECHO PIPÍ!!! ¡¡¡ESTOY MOJADO!!! -gritaba yo llorando-. ¡¡¡MAMÁ!!! ¡¡¡VEN A CAMBIARME!!!
Aguardé a ver si oía a mi madre levantarse en la habitación de al lado pero como no escuchaba nada proseguí.
-¡¡¡MAMÁ!!! ¡¡¡MAMÁ!!! ¡¡¡MAMIIIIIII!!! ¡¡¡TENGO PIPÍ!!! ¡¡¡CAMBIAME DE PAÑAL!!!
Paré de llorar para escuchar si mi madre se había levantado ya y por fin oí pisadas en su habitación. Enseguida se abrió la puerta de la mía.
-¿Qué te pasa, Chris? -preguntó cuándo encendió la luz.
-Que me he hecho pipí.
-¿Y no podías esperar a mañana?
-No me gusta estar mojado -contesté.
-Bueno, venga. Vamos a cambiarte.
Me destapé para esperar el cambio y me quedé tumbado bocarriba. Mi madre se acercó con el pañal limpio para ponérmelo.
Comenzó a desabrocharme los botoncitos del pijama  y me desabrochó las cintas de mi pañal. Me lo sacó y comenzó a limpiarme. Yo seguía con mi cara llorosa haciendo pucheros, aunque la verdad, mientras me cambiaba de pañal me iba sintiendo mejor. Cuando hubo terminado, me izó las piernas y pasó el pañal limpio por debajo, luego me lo abrochó con las cintas y me abrochó los botoncitos. Yo me sentía como un bebé al que acabaran de hacerle un cambio de pañal, y de hecho era lo que me acababan de hacer. Mi madre quizá lo notó porque me levantó en brazos y empezó a acunarme.
-No llores, Chris -decía-. Ahora ya estás limpito, ¿ves? Tienes otro pañal puesto y no pasa nada.
Me sentía como un bebé total. Seguí llorando pero ella me calmó y cuando por fin consiguió que casi me durmiera junto a su pecho me depositó en la cama y me tapó.
En ese momento yo necesitaba algo. No sabía lo que era pero necesitaba algo. Tenía ansiedad y me hacía falta algo para calmarla. Mi madre ya se había ido pero yo me seguía moviendo inquieto en la cama y esa sensación no desaparecía. Finalmente, me decidí comportar como un niño de mi edad y me dormí sin volver a llamar a mamá.
Al día siguiente, amanecí de nuevo mojado. Mi madre se sorprendió porque no podía creer que yo me hubiera hecho pipí dos veces en la misma noche pero me quitó el pañal y no dijo nada más. Esa mañana, yo estaba viendo la tele tan tranquilo cuando me vinieron unas ganas de hacer pipí, iba a ir al baño pero mamá me llamó a comer.
Había hecho pechuga de pollo, y siempre le salía muy seca. Cada vez que cocinaba algo así tenía que beber mucho líquido para poder pasarla. Ese día, la carne estaba particularmente dura y tiesa así que necesité mucha agua.
Mi madre terminó de comer antes  y se fue a recoger la ropa del patio. Yo me quedé terminándome las natillas y viendo la tele. No había terminado de llevarme la última cucharada a la boca cuando sentí un chorro caliente que corría por mi pierna derecha. Me levanté de un salto y vi que me estaba meando encima. El pipí salía caliente y me bajaba por toda la pierna. Ni me había dado cuenta. Cuando terminé de mojarme encima me quedé un rato de pie sin saber qué hacer. Podía ir rápidamente a cambiarme de ropa y echar ésta en el cesto de la ropa sucia, pero mi madre se daría cuenta de que este olería a pipí. No había terminado de decidirme cuando ella entró en la cocina.
-Chris, ¿Es cosa mía o aquí se huele a… –se paró cuando me vio sobre el charquito de pis con las manos apretándome la entrepierna-…pipí...?
-Mamá, me he hecho pipí -dije, aunque no hacía ninguna falta.
Estaba muy asustado porque había pasado de repente, sin que me diera cuenta. Me acordé de cuando tenía que haber ido al baño y de toda el agua que había bebido durante la comida. Me puse a llorar de nuevo (estaba ya acostumbrándome a llorar) y no me di ni cuenta cuando mi madre me cogió de la mano y me llevó al aseo para ducharme. Hacía ya mucho tiempo que yo me duchaba solo pero mi madre, supongo que por la situación en la que estaba, consideró que sería mejor que me duchara ella. Yo no me opuse. Estaba todavía en una especie de estado de shock por lo que había pasado y volvía a sentir esa ansiedad tan incómoda de que me faltaba algo y no sabía lo que era.
Cuando terminó de enjuagarme me sacó de la bañera y me secó fuertemente con la toalla.
-Espérate aquí que te traigo la ropa -dijo.
-No -dije yo. Tenía sueño por lo mal que lo había pasado por la noche y quería acostarme a ver si me olvidaba de lo que acababa de pasar-. Quiero acostarme. ¿Puedes ponerme el pijama y el pañal?
-Vale, como quieras -contestó mientras me cogía de la mano y me llevaba a mi habitación.
No sabía porque se comportaba así, pero supuse que sería porque sabía que me encontraba en una situación difícil y quería mostrarse cariñosa. Pero yo, aunque lo pareciera, no era ningún bebé. ¡Y quería ponerme mi pañal y acostarme de una vez!
Cuando ya estaba acostado y con mi pañal puesto tenía ganas de dormirme y ver si pasaba ya todo esto pero de nuevo vino esa ansiedad de que necesitaba algo y no sabía lo que era. Me movía para un lado y otro pero no había manera de coger el sueño. Finalmente y después de casi una hora, conseguí dormirme.
     Cuando me despertó mi madre era ya casi la hora de cenar. Me quitó el pañal mojado y me dejó la ropa para que me vistiese. Al salir de la habitación y entrar en la cocina estaba ya esperándome en la mesa con el plato de sopa.
-De todo lo que has dormido esta tarde no vas a tener ni sueño -dijo al verme.
-Creo que sí -contesté-. Esta noche pasada tampoco he dormido muy bien y necesitaba esto para equilibrar.
-¿Después de cenar quieres que nos pongamos una película? -me preguntó.
Estaba decidida a no sacar el tema del pipí así que yo no pensaba insistir.
-Vale -dije mientras me relamía con la sopa.
Nos pusimos a ver la película y de pronto me entraron  muchas ganas de hacer pipí, iba a ir al baño rápidamente pero en cuanto hice un gesto para levantarme se me escapó encima. Me levanté de golpe al sentir el pipí en mis pantalones y mi madre se asustó.
-¿Qué pasa, Chris? -me pregunto mientras pausaba la película. No tuve ni que contestar. Al levantar la vista ya me vio mojado-. ¿Otra vez?
Le dije que sí y me puse a llorar. Había perdido ya la cuenta de las veces que me había puesto a llorar las últimas veinticuatro horas.
Ella entonces se levantó del sofá y me llevó al baño para lavarme de nuevo. Tenía una cara que mostraba que estaba ya un poco preocupada y molesta. Cuando me sacó de la bañera y me hubo secado dijo: ‘espera aquí’.
Yo me quedé sentado en el váter obedeciéndola, estaba tan paralizado por lo que había pasado que no conseguía pensar en nada más. Me había hecho pipí despierto. Dos veces en el mismo día, ¿qué me estaba pasando?
En ese momento mamá volvió con un pañal. Me dijo que me levantara del váter y a continuación se sentó ella y me dijo que me tumbara sobre su regazo. Ella entonces me puso el pañal. Cuando terminó me levantó y me dijo si quería que siguiéramos viendo la película o que me acostara. Yo había supuesto que si me había puesto un pañal era porque quería que me acostase así que me sorprendí.
-Terminar de ver la película -contesté.
Fuimos los dos al salón. Yo me sentía muy raro porque era la primera vez que iba con pañales fuera de mi habitación. Al andar con él puesto, hacía que mis piernas fueran separadas porque era muy abultado y me sentía un poco patoso.
Mientras veía la película, me sentía muy raro y un poco incómodo, al estar con un pañal sin estar durmiendo. Pude comprobar la sensación de llevar un pañal sin estar en la cama y la verdad es que le estaba prestando más atención a eso que a la película.
Terminamos de ver la película y mi madre dijo:
-Bueno, vamos a acostarnos. ¿Tengo que cambiarte el pañal o estás seco?
-Si…osea no. Estoy seco -contesté yo, que la pregunta me había pillado por sorpresa.
-Pues venga, a la cama -dijo mientras me pegaba cachetes en el pañal-. ¡Hop! ¡Hop!
Yo me molesté por lo que había hecho pero estaba ya bastante preocupado por otras cosas.
Cuando entré en la habitación y fui a ponerme el pijama me di cuenta de que estaba hecho un lío de ropa y había muchos botones y no sabía cuál iba en cada agujero. Era muy ridículo, pero no sabía cómo ponerme el pijama.
Llamé a mi madre para que viniera.
-¿Te has hecho pipí? -me preguntó al entrar.
-No -contesté-. Es que no sé cómo se pone este pijama.
Mamá me dijo que me tumbara y empezó a ponérmelo.
-¿Ves? Este botón va aquí, este aquí y el otro en el del otro lado –dijo mientras lo hacía-. No es tan difícil, ¿verdad?
Cuando terminó yo la miraba desde abajo con mi pañal puesto y con una mirada de pena. Ella la entendió.
-No te preocupes, no pasa nada. Has tenido dos accidentes hoy pues tranquilo-me acarició la cabeza suavemente-. Venga, a dormir. Si te mojas por la noche me llamas y te cambio.
Me metí en la cama, y a pesar de la dichosa ansiedad que me había venido otra vez, aunque no tan fuerte, me dormí bastante rápido. supongo que se debía a que este día terminase de una vez.

21 de mayo de 2014

Sinopsis del tercer capítulo de 'Vida de Chris'

Chris ya sabe que es que lo vean con pañales en público, y eso hace que poco a poco se vaya acostumbrando a su nueva vida. Sin embargo, ahora tendrá que enfrentarse una nueva prueba y es que cada vez tiene menos control sobre su cuerpo.

¡Sigue con Chris los nuevos acontecimientos de su vida!

5 de mayo de 2014

Vida de Chris - Capítulo 2: Noche en casa de los primos

Había pasado una semana desde que mi madre me puso un pañal para dormir. Yo seguía igual: mojándome por las noches y esperando a que mamá viniera por la mañana y me lo quitase. La verdad es que es un poco humillante para un niño de 13 años que su madre le revise el pañal todos los días, pero con él puesto yo dormía seco y seguro toda la noche y era algo entre ella y yo que no sabía nadie más, ya que mi madre ya le había dicho a la madre de Harry que yo no había vuelto a hacerme pipí en la cama.
Esa mañana, me levanté mojado como de costumbre. Poco a poco, me había ido acostumbrando a dormir con el pañal, aunque por supuesto no me gustaba llevarlo. Por otro lado, sabía que era lo mejor para mí, así que cuando me lo ponía mi madre no me mostraba tan receloso como al principio, aunque si bien es verdad que me sentía muy avergonzado de que ella tuviera que venir todas las noches y todas las mañanas a ponerme y quitarme el pañal.
Cuando la vi aparecer por mi habitación me puse muy contento, porque no me gustaba nada llevar un pañal mojado y quería que mi madre me lo quitase.
Ella empezó todo el proceso tumbándome en la cama y desabrochándome las cintas y sacando el pañal (‘vaya, estaría bien que un día no estuvieras mojadito’), después, me limpió como si de un bebé de verdad se tratase y me puso los calzoncillos.
Cuando terminó se puso a guardarme la ropa del día anterior y a sacarme la de éste y me dijo:
-Mañana por la noche iremos a dormir a casa de los primos Jim y Kevin.
Yo me horroricé porque eso significaba muchas cosas, ninguna buena.
-¿Cómo que a casa de los primos? -dije- ¿Por qué?
-Porque nos han invitado y hace mucho tiempo que no os veis, además yo quiero ver a mi hermana que llevo también mucho tiempo sin verla. Y como sabes que en un mismo día no da tiempo a ir y venir nos vamos a quedar allí una noche.
-¿Pero entonces que vamos a hacer con el tema del pañal? -le pregunté directamente lo que más me aterrorizaba.
Ella se lo pensó un momento antes de contestar.
-Le tendremos que explicar tu problema a la tía Marian y le pediremos que duermas en una habitación solo, así yo entraré, te pondré tu pañal y al día siguiente por la mañana te lo quitaré sin que nadie se entere.
El día pasó rápido, llegó la noche, y mamá, después de ponerme el pañal para ir a la cama empezó a prepararme la maleta para el pequeño viaje a casa de los primos. Yo, sentado en la cama con mi pañal puesto la miraba.
 -Te meteré estas camisetas, estos pantalones de aquí y…. ¿Cuántos pañales te harán falta? Yo creo que con 3 siendo 2 para emergencias, estaremos bien, aunque…pensándolo mejor te echare 2 más, no se sabe, a lo mejor un día quieres dormir la siesta, ¿te parece?
-Si…
Yo lo único que quería es que mis primos no me vieran con un pañal, el resto me daba igual, aunque la idea de llevar casi media mochila llena de pañales no me hacía especialmente gracia. Mis primos eran muy graciosos y siempre se estaban metiendo con alguien, cuando nos juntábamos los 3 éramos muy revoltosos, en parte porque yo me dejaba influir por ellos pero nos lo pasábamos muy bien. Aunque esta vez,  tenía la sensación de que no nos lo íbamos a pasar tan bien y del que se iban a reír sería de mí.
Cuando mamá terminó de prepararme la mochila me dijo que me fuera a dormir ya, que saldríamos por la mañana temprano. Yo me metí gateando entre las sábanas y ella me dio un cachete en el culito. Una vez tapado se acercó, me dio las buenas noches y me palpó en las sábanas por donde se encontraba mi pañal.
-¡Aaay! -suspiró-. Pero que bebé más bueno tengo.
-¡Yo no soy un bebé! -dije enfurecido, pues lo último que me faltaba en ese momento era eso.
-Ya lo sé. Era una broma -dijo ella.
Apagó la luz y cerró la puerta.
A la mañana siguiente, mientras mi madre me quitaba el pañal, empecé a pensar en lo que se me podía venir encima si mis primos descubrían que llevaba pañales para dormir. Sería tan vergonzoso que quizás no podría volver a mirarles a la cara. Cuando mamá terminó nos subimos al coche y empezamos el viaje. Duró unas 3 horas. Mi madre me preguntó si me quería echar un sueñecito, yo le dije que me hubiera gustado pero que no me fiaba al no llevar un pañal.
-Si quieres paramos en la estación de servicio que hay más adelante y te pongo uno
-No -contesté. Lo último que quería era ponerme un pañal en un sitio público.
Llegamos a casa de los primos a la hora de comer. Comenzaron los típicos saludos, que si cuanto has crecido, que si pareces un hombrecito…un hombrecito que lleva pañales, eso es para verlo.
Jim y Kevin vinieron corriendo a saludarme, nos chocamos la mano y enseguida nos fuimos a jugar al fútbol. Jim tenía mi edad y Kevin era 2 años menor que nosotros. En cualquier caso, ninguno de los 2 llevaba pañales para dormir.
Llegó la comida, y tan bien. Llegó la tarde, y pasó tan bien. Llegó la cena, y muy bien también. Y llego la hora de acostarse.
La tía Marian se acercó a mi madre.
 -Gwen, escucha. Al final ha habido un problema. La habitación donde se iba a quedar Chris tiene la cama rota, no me acordaba. Así que tendrá que compartir habitación con Jim y kevin.
-¡Bien! ¡El primo duerme con nosotros! –exclamaron.
 Yo me puse muy nervioso, pero intenté que no se me notara, pues en cualquier otro momento eso habría sido motivo de alegría.
-De acuerdo -dijo mi madre. Y después me echó una mirada que creo que era de compasión.
Esperé a que acabara la cena para poder hablar con mamá, sobre el tema de los pañales.
-¡Yo no quiero que me vean con un pañal! -le dije a cuando estuvimos en el cuarto en el que dormiría ella-. ¿Por qué no me puedo quedar aquí?
 -¿En serio te quieres quedar a dormir con tu madre? ¿Qué opinarían sobre eso Jim y Kevin? -me preguntó sarcásticamente-. Mira, vete a la habitación, que antes de que lleguen los primos te pongo el pañal y te metes en la cama.
Y eso hice. En la habitación de Jim y Kevin había 2 literas. Yo me puse en la parte de abajo de la de la derecha ya que las partes de arriba eran para ellos. Me puse el pijama y al poco entró mi madre con el pañal bajo el brazo.
-Túmbate en la cama, venga.
Ella empezó a ponerme el pañal. Me bajó los pantalones y los calzoncillos, me levantó las piernas con una mano e introdujo el pañal debajo, estaba a punto de pasármelo entre las piernas cuando se abrió la puerta de golpe y entraron Jim y Kevin acompañados de la tía Marian.
Se quedaron de piedra cuando vieron que me estaban poniendo un pañal. Yo no sabía dónde meterme. Me empecé a poner rojo de la vergüenza y estuve a punto de llorar. Esperaba a que alguien dijera algo, mi madre siguió poniéndome el pañal.  La primera en hablar fue la tía Marian.
-¿Y eso que todavía le pones pañales al chiquillo?
Mi madre le contestó mientras me seguía poniendo mi pañal. Nos habían pillado así que no merecía ya la pena negar nada.
-Pues que hace unos días empezó a hacerse pipí en la cama, entonces decidí volver a ponerle pañales para que no mojara las sábanas y durmiera cómodo toda la noche -continuó mientras me sujetaba el pañal con las cintas.
Yo estaba realmente mal. Avergonzado y humillado delante de mis primos. La situación no era para menos: yo estaba tumbado en la cama delante de ellos con un pañal recién puesto. Mis primos habían descubierto que llevaba pañales como si fuera un bebé de 2 añitos. Empecé a llorar como lo habría hecho ese bebé. Me incorporé un poquito librándome de las manos de mi madre, que iba a subirme el pantalón del pijama y fui gateando rápidamente al rincón de la cama y pegué la cabeza a la pared mientras intentaba taparme el pañal con las 2 manos, cosa muy difícil porque era bastante grande. No sabía que cara estarían poniendo mis primos, mi tía o incluso mi propia madre al ver mi comportamiento, pero no me importaba, solo quería que no me vieran llevando pañales y cualquier comportamiento por patético que fuera valdría. Mi mamá entonces, supongo que sorprendida por la reacción que estaba teniendo su hijo, me levantó en brazos y me sacó de la habitación. Me llevó a la suya y una vez dentro intentó calmarme. Le costó un rato ya que estaba muy alterado. Si yo hubiera sido un bebé de verdad seguro que me habría dado un chupete. Cuando ya me había tranquilizado y dejado de llorar me puse a mirarla con unos ojos que trasmitían mucha pena.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué te has puesto así?
-Porque…los…¡hic!...primos…¡hic!...se han enterado…¡hic!...que llevo pañales… - y me puse a llorar otra vez.
Me había dado mucha vergüenza que mis primos, uno de mi edad y otro 2 años menor que yo me vieran con pañales. No podía soportarlo y por eso lloraba. Me sentía como un bebé al lado suya cuando siempre habíamos estado de igual a igual. Ahora todo sería diferente ya que se habían enterado de lo último que quería que se enterasen, y que seguro que se iban a reír de mí.
Después de que mi madre consiguió tranquilizarme de nuevo; acariciándome el pelo, hablándome con calma, diciendo que no tenía de que avergonzarme y cosas por el estilo, pero lo cierto era que yo tenía 13 años, llevaba un pañal puesto y estaba en una casa ajena con ese pañal al descubierto. Una vez estuve más calmado, me acompañó de nuevo a mi habitación. Era muy extraño y vergonzoso verme andando con un pañal puesto, como si fuera un cowboy a punto de bajarse del caballo porque el pañal no me permitía cerrar las piernas y en una casa ajena. Cuando llegamos a la habitación, estaba ya la luz apagada y Jim y Kevin en sus literas. Nosotros no encendimos la luz, y con la poco que entraba del pasillo conseguí acostarme.
En cualquier otra ocasión, después de nos hubiéramos metido en la cama, Jim, Kevin y yo nos habríamos puesto a hablar, hacer tonterías o a jugar a encender y apagar la luz, pero en esta ocasión ellos estaban ya dormidos, aunque era imposible porque nadie es capaz de dormirse tan pronto, y menos Jim Y Kevin, que son 2 torbellinos en potencia. Tía Marian les había dicho que me dejaran tranquilo. Agradeciéndole el detalle a la tía, yo intenté ponerme cómodo en la oscuridad de la habitación, procurando no moverme mucho para que no se oyera el pañal. Aunque era una tontería porque ellos ya sabían que lo llevaba, yo me sentía mejor cuanto menos se oyera.
A la mañana siguiente me desperté después de haber dormido poco y mal, porque estuve en una posición incómoda hasta que me aseguré de que mis primos estaban dormidos para moverme, porque no quería que se oyera el pañal. Esperé bastante para asegurarme. Cuando abrí los ojos, Jim y Kevin ya estaban despiertos y hablando el uno con el otro sobre cierta serie de televisión que les gustaba a los 2. Enseguida se escucharon las voces de tía Marian y mi madre diciendo que ya era hora de ‘’despertar a estos dormilones’’. Entraron en la habitación las 2 juntas y mientras la primera nos decía que ya era hora de levantarse, mi madre subía la persiana.
-¡Venga hurones, ya es hora de empezar el día! -decía mi tía. A continuación empezó a sacarles la ropa del armario mientras ellos saltaban de las literas de arriba. En ese momento, mi madre se acercó a mí, que había hecho caso omiso de las palabras de mi tía y seguía tapado hasta el cuello.
-¿Cómo tenemos el pañal hoy?- me preguntó. Yo había supuesto que me quitaría el pañal en otra habitación e intenté decírselo con la mirada, ya que yo seguía mudo desde anoche, pero ella habría supuesto que ya que sabían que llevaba pañal quitármelo delante de ellos.
A mí no me gustaba nada la idea de ser ‘’tratado como un bebé’’ delante de mis primos y mi tía pero se ve que mi madre pensaba que no pasaba nada.
Me destapó y me dijo que me tumbara en la cama. Como dormía sin el pantalón del pijama desde que llevaba pañales porque no me cogía no me lo tuvo que bajar. El pañal estaba al aire libre. Yo estaba lo siguiente a avergonzado, ¿es humillado, puede ser? No me gustaba nada la idea de que mi madre me quitase el pañal ahí en medio, pero ella pensó que no pasaba nada, seguramente porque cuando yo era pequeño también me cambiaba delante de la gente. Aunque lo cierto era que yo ahora tenía 13 años, aunque todavía llevase pañales. Mamá entonces, comenzó a quitarme el pañal. Me desabrochó las cintas y vio que estaba mojado, pero no dijo nada. Me sacó el pañal y me limpió. Todo esto delante de ellos. Jim y Kevin procuraban no mirar mientras mi madre me quitaba el pañal, aunque de vez en cuando se les escapaba una fugaz mirada hacía mí o hacia mi grueso pañal o sus dibujitos en la cintura. Supongo que ver a un niño de 13 años todavía con pañales les resultaba curioso y extraño, y seguro que también gracioso. Yo estaba rojo como un tomate al ser tratado como un bebé delante de mis primos, pero por lo menos ya no llevaba puesto un pañal.
Desayuné con mis primos, ellos hablando y yo en un silencio que se mantenía desde que me vieron en pañales. Después, fuimos arriba a recoger las maletas y tras despedirnos de mi tía y mis primos (yo no dije nada, solo di un beso y 2 apretones de manos) nos montamos en el coche.
Cuando ya llevábamos unos 15 minutos de trayecto mi madre notó que yo daba cabezadas en el asiento.
-¿Tienes sueño? -me preguntó.
Le respondí que sí, que había dormido mal esa noche.
-¿Quieres te ponga un pañal y te echas hasta que lleguemos?
Le dije que sí, que tenía mucho sueño.
Paramos en un hueco que había en el camino antes de salir a la autopista y se bajó del coche. Abrió el maletero y buscó en mi mochila un pañal. Yo me tumbé en la parte de atrás y ella me lo puso lo más rápido posible. Se volvió a subir al coche, yo eché mi asiento para atrás y pusimos rumbo a casa.