4 de diciembre de 2018

Los 2 Mundos de Robin Starkley - Capítulo 6: Avioncitos, helicópteros y cohetes




Knock. Knock.
-¿Robin?
La cara de mami asoma tímida por la puerta de mi habitación.
Yo estoy sentado en la cama jugando a Mario Kart. Mami ha estado esquiva desde que esta tarde me gritase en el coche. Durante la cena, bajamos Elia y yo, y ella estuvo todo el rato en el salón. Ahora es la hora de dormir y Mami entra en mi cuarto trayendo consigo mi biberón.
Yo dejo de mover el chupete y la miro expectante y con un poco de recelo.
-Es hora de irse a dormir, cielo –dice mientras pasa y cierra la puerta delicadamente tras de sí-. Te he traído tu biberón –dice aunque no hace ninguna falta mientras lo deja sobre el escritorio y se sienta en la cama.
Yo pauso la partida y cierro la consola.
-¿Cómo estás? –me pregunta mientras me acaricia el pelo.
Yo sigo sin decir nada. Estoy muy molesto con Mami. Vuelvo a mover mi chupete.
-Lo siento mucho, Robin –dice mientras se le empiezan a enjuagar los ojos-. Siento mucho haberte gritado… Yo… -y rompe a llorar.
A mí se me parte el corazón de ver así a Mami y salgo de la cama para abrazarla.
-Siento mucho lo que ha pasado… Yo… no debería haberte gritado, Robin… -Mami sigue llorando y yo la abrazo muy fuerte.
De rodillas sobre la cama solo soy un poquito más alto que ella sentada.
-No pasa nada, Mami –le digo yo, que noto que también se me empiezan a salir las lágrimas.
-No, sí que pasa… Me he portado muy mal contigo –Mami me separa un poquito de ella y me mira a los ojos. Los suyos están rojos y vidriosos-. No ha sido culpa tuya… Ha sido mía, por no ponerte un pañal… Me sentía muy frustrada conmigo misma y la pagué contigo… Perdóname, mi bebé…
-¡Yo te perdono, Mami! –y la abrazo de nuevo.
-Te prometo… Te prometo que a partir de ahora, cada vez que te vayas a subir al coche, te voy a poner un pañal… Mi bebé… -dice mientras seguimos abrazados.
Yo la abrazo más fuerte. Me encanta llevar pañal, y después de lo que ha pasado hoy es evidente que necesito uno para ir en coche porque puedo quedarme durmiendo.
-¡Mi bebé! –Mami me devuelve el fuerte abrazo y me da golpecitos en el pañal-. ¡Mi bebé con su pañal! –yo me río con la risita de bebé-. ¡Que su mami le va a poner un pañal siempre!
-¿Siempre? –le pregunto con mi vocecita infantil.
-Siempre, siempre, siempre –me responde ella muy deprisa.
Siempresiempresiempre.
A continuación Mami me separa de ella y me tumba bocarriba sobre la cama, me levanta la camiseta del pijama y empieza a hacer cosquillitas en la barrigota. Yo me río mucho y agito mis extremidades como un bebé, con los puñitos cerrados y las piernecitas pataleando en el aire.
Mami sigue jugando conmigo a las cosquillas mientras también me hace pedorretas y yo me río más aún. Se me escapa el pipí, pero no me importa. Llevo un pañal así que dejo simplemente que salga. El chupete hace rato que se me cayó de la boca.
Los juegos de cosquillas de Mami son mortales. Por fin termina y se queda mirando a su hijo mientras sonríe, como si no quisiera estar en otro sitio del mundo que este; con su hijo de 12 años que lleva pañales y haciéndole reír como a un bebé.
Si entrase alguno de mis amigos y me viera ahora, siendo totalmente un bebé… Bueno, no quiero ni imaginar cómo me haría sentir eso.
Probablemente me moriría de la vergüenza.
Pero bueno, no es momento de preocuparse por lo que puedan pensar mis amigos. Es momento de ser el bebé de Mami.
-Mami, cántame una canción de bebés –le pido.
-¿Una canción de bebes? –Mami se recuesta a mi lado-. ¿Y qué canción quiere mi bebé?
-¡La de Pata Palo!
-Muy bien, mi bebé, la de Pata Palo –Mami me hace cosquillitas en un costado y me vuelvo a reír-. Vamos a allá, ¿Cantas conmigo, bebé?
-¡Sí! –respondo entusiasmado.
Y Mami y yo empezamos a entonar.

Pata de Palo
es un pirata malo
que se toma la tortilla
debajo de la silla.

Tiene una abuela
que es una carabela
que come mortadela
debajo de la mesa.

Ar, ar, ar.

-¡Bieeeeen! –decimos Mami y yo al unísono y empezamos a hacer palmas.
-Qué bien canta mi bebé –me dice mientras me vuelve a hacer cosquillitas.
Mami está muy mimosa esta noche. Seguro que es porque se siente mal por haberme gritado antes.
La canción que acabamos de cantar es una canción muy infantil que se les enseña a los niños en las guarderías para que hagan palmas. Tengo que decir que no es mi estilo de música favorito pero me encanta cantar canciones infantiles con Mami cuando estoy bebé.
Y ahora estoy muy bebé.
Mami me dice que ya es hora de que me vaya a dormir, y entonces se sienta de nuevo sobre la cama y yo gateo con mi pañal mojado (tengo que decirle luego que me cambie) hasta su amplio regazo de madre. Mami se pliega la bata y yo me recuesto entre sus caderas, que forman una especie de cesto de bebés. Me acurruco en su regazo, mirándole a la cara con mi expresión de bebé: ojitos fijos en los suyos y moviendo mi boquita como si llevase un chupete invisible, que también es mi forma de decir Quiero chupete o Quiero biberón. Le abrazo por la cintura, Mami me sonríe con su cálida sonrisa y me aparta un mechón de pelo de la cara. Estira el brazo hasta el escritorio, de donde coge mi biberón y comprueba su temperatura echándose unas gotitas de leche en su muñeca. Tras corroborar que está en su punto, inclina el biberón y acerca la tetina hasta mi boquita, yo cierro los labios en torno a ella y comienzo a chupar.
Mami aguanta el biberón con una mano mientras que con la otra sujeta mi cabecita hacia arriba. Yo me voy tomando la leche que Mami me ofrece mientras cierro los ojitos y disfruto de la ternura del momento.
Me encanta ser un bebé por estas cosas. Por estar cobijado por Mami mientras ella me alimenta. Soy su bebé. Su bebé que lleva pañales y chupete y necesita que le den el biberón.
No quiero que este momento acabe. Quiero ser siempre el bebé de Mami…
Qué curioso…
Recuerdo haber pensado algo parecido una vez.
Tenía 6 años y seguía mojando la cama, usando chupete y tomando biberón. Vamos, como ahora. Solo que por aquel entonces no me comportaba tanto como un bebé estando con Mami ni nadie se imaginaba que con 12 años fuese a seguir llevando pañales, usando chupete y tomando biberón.
Con 6 años no es tan escandaloso para la sociedad que un niño use esas cosas de bebé.
El caso es que estábamos viviendo aún en nuestra antigua casa con él y Mami lo pasaba fatal, por esa época lloraba mucho.
A mí me partía el corazón ver a Mami llorar, y como habéis podido ver, es algo que todavía me sigue pasando. Pero parecía que cuando Mami estaba cuidando de mí, ya fuera cambiándome los pañales o dándome el biberón, lo pasaba bien. Le gustaba, siempre sonreía. Se la veía feliz y parecía que cuidar a sus hijos la hacía sentirse mejor y olvidar el infierno en el que vivía y del que tanto tardó en salir.
Y yo también necesitaba eso. Necesitaba a Mami cuidando de mí para poder soportar mi vida dentro de esa casa.
En esa época, hace seis años, cuando Mami me ponía el pañal para irme a dormir y me daba el biberón pensaba Ojalá este momento no terminase nunca, ojalá pudiese ser siempre el bebé de Mami.
Y así hasta ahora. Tengo 12 años y sigo tomándome un biberón para irme a dormir y llevando pañales.
Cuando me acabo la leche, Mami me da un par de golpecitos en la espalda para expulsar los gases y me tiene un rato más sobre su regazo acunándome y pasándome la mano por el pelo.
Yo me dejo hacer pero noto que me falta mi chupete. Desde que había despegado los labios de la tetina del bibe, mi boca estaba intranquila.
-Mami… -le digo flojito, y abro y cierro los labios varias veces.
Mami lo entiende perfectamente, me sonríe y estira su brazo hacia atrás, palpando las sabanas en busca de mi chupete, que se me había caído durante el momento de las cosquillas. Mami sonríe otra vez, y yo sé que lo ha encontrado, saca el brazo hacia delante y sujeta mi chupete lila por el asa, le sopla un poco y me lo introduce delicadamente en mi boquita abierta. Yo lo recibo entre mis labios y cierro los ojitos mientras lo chupo.
-Bueno, mi bebé –Mami me da un besito en la frente-. A dormir.
Mami se levanta conmigo tomado y me recuesta de nuevo sobre la cama. Yo casi me olvido.
-Mami, ¿me puedes cambiar el pañal?
-¿Estás mojado, Robin?
-Ajá –le contesto flojito sin abrir los ojos.
-Bueno, pues te cambio y te acuesto, ¿vale, bebé?
-Vale, Mami…
Yo estoy casi dormido. Tengo los ojos cerrados desde hace tiempo y no voy a volver a abrirlos hasta mañana. Noto como Mami me baja el pantaloncito del pijama y separa las cintas adhesivas del pañal. Me lo despega del cuerpecito y levantándome las piernas, me lo quita. Noto como sus pasos se alejan hasta el armario y la oigo sacar de dentro un pañal nuevo. Mami vuelve hacia mí y me limpia. Después me levanta las piernas y comienza a ponerme el pañal para irme a dormir. Y lo último que oigo es el ruido que hacen las cintas adhesivas al pegarse al pañal.


*****


Es por la tarde y acabamos de jugar un partido de fútbol. Estamos sentados en los bancos que hacen las veces de banquillo y las veces de gradas. Somos Ronald, Joseph, César, Miles, Eddy y yo.
-Vaya paliza nos han dado –dice Miles.
-Lo dices como si fuese una novedad –a Ronald le da igual ganar o perder. En eso se parece a mí.
-Ya, joder, pero está bien que vengamos a jugar y pasárnoslo bien, pero hay que competir un poco.
-Eso díselo a este –Joseph señala a Eddy-. Que el cabrón no corre una mierda.
-Tío, yo os dije que me pusieseis de portero –protesta Eddy.
-¡Pero si tampoco las paras! –Joseph se lo suelta como si también le importase y todos nos partimos.
-Estás gordo, cabrón –le dice Miles a Eddy mientras le da un palo en la panza y todos nos volvemos a reír.
Tengo que decir que yo no soy muy bueno jugando al fútbol, pero tampoco soy malo. Estoy y hago algo, pero si no estuviese tampoco pasaría nada.
A mí el fútbol no me interesa mucho. De vez en cuando veo algún partido si es medianamente importante y cuando mis amigos me llaman para jugar, voy y echo un rato. Pero me da exactamente igual si ganamos o perdemos.
En esto no me parezco nada a Miles.
-Bueno, este y yo nos largamos –dice César, y señala a Miles mientras se levantan.
-¿A dónde vais? –pregunta Joseph
-Esta noche hay Copa de Europa –responde Miles, que se levanta y coge su botella de agua y el balón.
-¿Copa de Europa? –me extraño-. ¿Veis eso?
-Por suerte para el mundo no todos vemos dibujos animados, Robin.
Era verano y estaba en casa viendo Tom & Jerry y aparecieron Joseph, Ronald, Miles y César para salir a jugar. Estaba la puerta abierta porque hacía calor y no tenemos aire acondicionado, así que entraron sin llamar. Normalmente, y mucho más en verano, cuando están todas las ventanas y puertas abiertas, me cuido mucho de que nadie vea ni un ápice de mi faceta de bebé, limitándome a llevar chupete y el pañal solo en mi habitación, a no ser que tenga que ir a mi rinconcito de hacer caca. Pero esta vez entraron mis amigos y yo no me di cuenta. Y de nada les sirvió decirles que la televisión estaba en ese canal porque había estado mi prima pequeña hacía un rato, cosa que era mentira.
-¡Una vez! –protesté, aunque sin darle demasiada importancia-. Una vez estaba viendo dibujos animados y era porque estaba mi prima y me lo vais a estar recordando toda la vida.
-Allí no había ninguna prima tuya –dice César mientras se ríen.
-¡Porque se acababa de ir!
-Ya, igual que la novia de este –y Miles le da a hora a Joseph un palo en la barriga.
-¡Ay! Para, cabrón, que me haces daño.
-Bueno, ahí os quedáis –Miles coge el balón y empieza a hacer toques mientras anda-. Nos vemos mañana en clase.
-Hasta luego –César se va detrás de él y le grita a Miles que le pase el balón.
-¡Que os den! –les grita Joseph, y Miles le hace una peineta de espaldas.
-Yo también me voy –dice Eddy-. Tengo que terminar la redacción de Historia y quiero ver un poco del partido.
-Déjate de copas de Europa y de esas mierda y escucha –le dice Ronald-. Escuchad –su voz se vuelve casi un susurro y nos tenemos que acercar para oírle-. No quería decir nada delante de estos porque no quiero que se entere todo el mundo.
-¿De qué estás hablando? –le pregunta Joseph.
-Mis tíos de Nueva York estuvieron en mi casa este fin de semana.
-Ah, pues enhorabuena. Dale recuerdos –dice Joseph sarcásticamente.
-Este tío es gilipollas –Ronald sigue explicando-. Déjame acabar, mongol. El caso es que sabéis que están forrados. Los cabrones viven en una pedazo de casa en Forrest Hills. Bueno, pues nos trajeron unos regalos a mi hermano y a mí, como siempre hacen –hace una pausa dramática-. A él le regalaron un coche teledirigido de esos todoterreno que va por tierra, agua, aire y lava candente si hace falta, pero da igual porque es muy pequeño todavía para usarlo.
-¿Nos vas a contar de una vez lo que pasa? Que te enrollas más que una persiana –Eddy dice lo que pensamos todos. Es una costumbre que tiene desde preescolar.
-Ya voy, joder –pausa más larga y más dramática-. Bueno, pues que a mí me regalaron en War of Empires III –y tras soltar la bomba, deja caer la espalda sobre el respaldo del banco, satisfecho, disfrutando del efecto exacto que pretendía conseguir.
Nosotros no damos crédito. El War of Empires es el juego de guerra más cotizado del mercado en este momento. No lo venden suelto, si no en un pack con la Gamesphere y cuatro mandos y auriculares y micrófonos para jugar con gamers de todas partes del mundo. Es un capricho demasiado caro que ninguna de nuestras familias se puede permitir, pero claro, los tíos de Ronald nadan en dinero. Seguro que hasta tienen una piscina a lo Tío Gilito.
-¡¿PERO. QUÉ. COÑO. ME. ESTÁS. CONTANDO?! –Joseph lo coge de la pechera y empieza a zarandear a nuestro común amigo exultante-. ¡¿¿CUÁNDO VAMOS A IR A VICIARNOS A ESA MARAVILLA??!
-¡Pues, joder, cuando queráis! –contesta Ronald-. ¡Si para eso os lo he dicho, pringaos!
-Joderjoderjoder, ¡el War of Empires con la Gamesphere y todo! ¡Me cago en la puta!
-¡Yo también quiero unos tíos ricos! –digo yo.
Es cierto que a mis tíos Gayle y Francis no se les puede catalogar de pobres precisamente, pero están a años luz de tener una piscina con dinero, como los de Ronald. Y si la tienen a mí no me hacen un regalo ni parecido al War of Empires III con consola y mandos incluidos.
Lo último que me regalaron, de hecho, fue un peluche de un castor de prominentes paletas al que si le apretabas la barriga, decía cosas como Te quiero o Eres mi mejor amigo.
Eso fue el año pasado por Navidad. Las risas de Elia aún resuenan en mi cabeza y el peluche se fue al altillo y ahí sigue. Mis tíos debían de pensar que como llevo pañales todavía soy un bebé y me gustan todas las cosas de bebé.
Una cuna no me regalarán los muy millonarios.
-Os jodéis que ha sido el hermano de mi madre quien ha pillado a una millonaria. Un braguetazo en toda regla.
-Será un calzoncillarazo más bien –dice Joseph.
Los cuatro nos reímos.
-Y ya fuera de bromas –Eddy vuelve a adoptar un tono de hablar normal una vez pasada la emoción de la noticia-. ¿Cuándo podemos ir a tu casa y probarlo?
-Pues vamos a ver –Ronald se pone pensativo-. Esto hay que hacerlo bien. Propongo coger una noche, un viernes o un sábado, pedir unas pizzas, unas Coca-Colas, bajarnos a la televisión del sótano con los sacos de dormir y todo y estar allí todos juntos jugando la noche entera.
Joseph y Eddy reciben encantados la noticia.
-Sisisisi. Partida al War of Empires hasta el amanecer.
A mí hay varias palabras ahí que me causan nerviosismo e inquietud: dormir, todos, noche entera. Y el trasfondo de esa frase no es tampoco nada halagüeño para mi persona: quedarme a dormir en casa de un amigo.
-¿Y no sería mejor hacerlo una tarde? Siempre que quedamos a jugar a videojuegos es por la tarde –digo yo, intentando poner sobre la mesa un plan más acorde a mis necesidades nocturnas.
-Pero eso lo hacemos siempre –dice Eddy-. Yo creo que el War of Empires merece una ocasión especial.
-Estoy de acuerdo –dice Joseph.
-Pues decidido –Ronald se levanta de un salto-. Voy a preguntarle a mis padres cuando podemos disponer del sótano y si me dejan que os vengáis todos, que yo creo que no va a haber problema. ¡Es el puto War of Empires!
-¡Yeah! –gritan Joseph y Eddy a la vez.
-Ahora vámonos que quiero ver ese partido de la Copa de Europa.
-Eres un cerdo –le espeta Joseph con socarronería.


*****


Por la noche estoy en la cama viendo en HBO Supergirl. La serie sobre la prima del hombre de acero puede que no sea la mejor serie del mundo y puede que tampoco sea la mejor serie de superhéroes del mundo, pero junto con Arrow, The Flash y Legends of Tomorrow forma un universo superheróico que vale, está a años luz del Universo Cinematográfico de Marvel, pero una vez que aceptas eso, se vuelven unas series muy disfrutables, y además son muy comiqueras.
Cuando acaba el capítulo, miro la hora en el ordenador. Son las diez y media. Mami suele venir a las once aproximadamente a ponerme el pañal y darme el biberón, de modo que no me da tiempo de ver otro capítulo. Así que dejo el portátil sobre el escritorio y me vuelvo a la cama con Wile.
Juego con él a que es Wile E. Coyote de la versión Lunatics, que son una especie de Looney Tunes superhéroes. Y Wile vuela por el espacio con Supergirl y Superman, luchando por mi cama contra versiones invisibles de Brainiac, Zod y Parásito.
La puerta de mi cuarto se abre y entra Mami. Me pilla jugando con mi peluche y me sonrojo un poco. Me da vergüenza que me vean jugar.
-¿A qué juegas, Robin? –me pregunta Mami con una sonrisa.
Yo me sonrojo más y me río de manera vergonzosa.
-A nada ji, ji, ji –en ese momento reparo en que Mami lleva una bolsa de papel marrón en la mano-. ¿Qué es eso, Mami?
Mami mira la bolsa antes de contestar y sonríe.
-Te lo enseño luego –dice mientras la deja en el escritorio-. Ahora voy a darte el bibe y ponerte el pañal.
Al oírlo me tumbo rápidamente sobre la cama en posición de ponerme el pañal: perpendicular a la almohada mirando al techo.
Mami deja también el biberón sobre el escritorio y va al armario a por un pañal. Regresa con uno de los conejitos blancos sobre azul cielo, lo deja a mi lado y comienza a desvestirme. Primero me quita la camiseta tirando de ella hacia arriba con cuidado, después me baja pantalones y calzoncillos a la misma vez.
-Mi bebé desnudito.
Yo me río con un poco de vergüenza y me tapo la pilila.
Debo parecer muy infantil diciendo Pilila pero recordad que llevo un chupete y están a punto de ponerme el pañal.
Mami abre el pañal de conejitos blancos y con una mano me levanta las piernas; luego pasa el pañal abierto por mi culete y me deja caer las piernas suavemente. Después lo pasa por mi entrepierna y me lo pega al cuerpo para después abrochármelo con las dos cintas adhesivas.
-Ale, mi bebé ya tiene su pañal –y me besa la barriguita.
Me llevo las manos a mi abultado pañal bien sujeto y agito las piernecitas.
-Y ahora, ¿qué le falta a mi bebé? –me pregunta Mami poniendo su voz infantil.
-Ummm… ¡El bibe!
-¡Su bibe! –Mami coge mi biberón y lo sostiene delante de mí.
-¡Mi bibe!
Mami me lo da y me llevo la tetina a la boca, chupándola para tomarme la leche de cereales, que está rica y calentita.
Chup, chup, chup, chup, chup, chup.
-¿No quieres que te de Mami el bibe? –me pregunta inclinándose hacia mí mientras me pellizca la barriguita.
-¡Sí!
Le doy el biberón a ella, que se sienta en la cama abriendo su enorme regazo y gateo hasta él. Me acurruco y Mami me termina de acomodar sobre ella. Entonces me sujeta la cabecita con una mano y con la otra lleva el biberón a mis labios. Yo rodeo la tetina con ellos, cierro los ojitos y me tomo la leche.
Durante unos minutos no se oye otra cosa que mis chupeteos al berón. Mami y yo estamos en silencio en nuestro momento del día. De vez en cuando ella me da un golpecito en mi pañal y me aparta el pelo de la cara mientras me acaricia la cabeza y me susurra Eso es, mi bebé y me da un beso en la frente.
Yo soy un bebé. Llevo un pañal y tomo biberón.
Mami me está dando el biberón.
Me acuna en su regazo y me da el biberón. De vez en cuando también me da una suave palmada en el culito, sobre mi pañal.
Yo me hago pipí encima y tengo que llevar un pañal.
Soy un bebé.
El bebé de Mami.
De mi Mami.
Cuando me acabo el biberón me da pena de que no sea más grande para poder estar más tiempo acurrucado junto a Mami recibiendo sus mimitos, pero Mami deja el bibe sobre la mesita de noche y centra de nuevo su atención en su bebé.
Me sigue acariciando el pelo mientras me acuna, y yo quiero ser siempre un bebé. Abro y cierro mi boquita pidiendo el chupete, y Mami lo coge de la cama y me lo introduce cuidadosa y delicadamente en mi boquita.
Cierro los ojos y lo muevo mientras me acurruco más junto al pecho de Mami.
Chup, chup, chup, chup, chup, chup.
Balbuceo también algo inteligible y me encojo más sobre Mami.
Soy un bebé y los bebés no hablan.
-¿No quieres ver lo que te ha traído Mami? –me pregunta muy flojito.
Yo abro los ojos y la miro con curiosidad, sin dejas de mover mi chupete.
Soy un bebé y los bebés no hablan, pero Mami entiende perfectamente mi mirada.
Me deja sobre la cama y yo me quedo en esa misma postura, moviendo el chupete y agitando mis piernecitas y bracitos. Mami va hasta el escritorio y coge la bolsa de papel. Se sienta de nuevo sobre la cama y me mira con una enorme sonrisa.
-¿Preparado?
Yo agito mis extremidades y muevo mi chupete más rápido. Estoy ansioso.
Mami me sonríe de nuevo y mete la mano en la bolsa de papel.
De ella saca un móvil de avioncitos, helicópteros y cohetes que dan vueltas uno detrás otro y que se ponen encima de las cunas.
Yo estiro mis manitas hacia él muy emocionado mientras muevo más rápido el chupete.
Chupchupchupchupchupchupchup.
Mami lo sujeta por encima de mi cabeza y le da un toquecito a los avioncitos para que empiecen a girar. Estiro mis manitas hacia ellos. Qué bonitos son. Son tan infantiles y tan de bebés que me gustan mucho. Me río detrás de mi chupete y gimoteo feliz intentando alcanzarlos. Mami no deja de sonreír mientras ve a su bebé jugar con su regalo.
-Como no podemos ponerte una cuna he pensado que esto te podía gustar. Es como los que hay en las cunas de bebés.
Claro que me gusta. Sigo estirando mis bracitos hacia arriba intentado alcanzarlos y balbuceando muy contento con mi chupete.
-Podemos colgarlo del cabezal de tu cama –dice Mami-. Se puede poner y quitar con este enganche de aquí así que si vienen tus amigos o alguien, podemos descolgarlo en un momento.
Pero a mí eso me da igual, solo quiero jugar con mi juguetito, ver los avioncitos girar e intentar alcanzarlos.
Mami aleja el móvil de mí y lo lleva hasta el cabezal de la cama. Le añade una especie de bastoncito que engancha los avioncitos, helicópteros y cohetes por arriba y que termina en una especie de pinza muy grande. Mami lo sujeta en el cabezal de la cama con la pinza, quedándose justo encima de mi almohada.
Yo gateo hasta allí y me tumbo de nuevo bocarriba debajo del móvil, estirando ahora también mis piernecitas para intentar darle a los avioncitos. Soy bebé. Me siento tan feliz.
Soy un bebé.
Los sonidos que salen de mi boca mientras estiro mis manitas y chupo mi chupete son Agu-gu y Ga-ga.
Mami me ve jugar esbozando con una sonrisa que le va casi de oreja a oreja.
-¡Elia! ¡Ven a ver esto! –grita sin apartarme la mirada
Mi hermana llega al poco, y lo que ve es a un niño de 12 años llevando únicamente un pañal, que chupa un chupete y balbucea feliz mientras intenta golpear con sus manitas y piececitos un móvil de avioncitos, helicópteros y cohetes que han colgado sobre su cama.

2 comentarios:

  1. Muy buen capitulo Tony, como siempre. Espero con Ansias el siguiente.
    PD: Porque ese War of Empires me suena al Age of Empires?

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    Respuestas
    1. Hola Migue!

      Hahaha el nombre es coincidencia, no estoy muy puesto en videojuegos. Cuando Robin y sus amigos salgan jugando ya me dirás si es parecido o no porque no tengo ni idea hahaha

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