Knock. Knock.
-¿Robin?
La cara
de mami asoma tímida por la puerta de mi habitación.
Yo estoy
sentado en la cama jugando a Mario Kart.
Mami ha estado esquiva desde que esta tarde me gritase en el coche. Durante la
cena, bajamos Elia y yo, y ella estuvo todo el rato en el salón. Ahora es la
hora de dormir y Mami entra en mi cuarto trayendo consigo mi biberón.
Yo dejo
de mover el chupete y la miro expectante y con un poco de recelo.
-Es
hora de irse a dormir, cielo –dice mientras pasa y cierra la puerta delicadamente
tras de sí-. Te he traído tu biberón –dice aunque no hace ninguna falta
mientras lo deja sobre el escritorio y se sienta en la cama.
Yo
pauso la partida y cierro la consola.
-¿Cómo
estás? –me pregunta mientras me acaricia el pelo.
Yo sigo
sin decir nada. Estoy muy molesto con Mami. Vuelvo a mover mi chupete.
-Lo
siento mucho, Robin –dice mientras se le empiezan a enjuagar los ojos-. Siento
mucho haberte gritado… Yo… -y rompe a llorar.
A mí se
me parte el corazón de ver así a Mami y salgo de la cama para abrazarla.
-Siento
mucho lo que ha pasado… Yo… no debería haberte gritado, Robin… -Mami sigue
llorando y yo la abrazo muy fuerte.
De
rodillas sobre la cama solo soy un poquito más alto que ella sentada.
-No
pasa nada, Mami –le digo yo, que noto que también se me empiezan a salir las
lágrimas.
-No, sí
que pasa… Me he portado muy mal contigo –Mami me separa un poquito de ella y me
mira a los ojos. Los suyos están rojos y vidriosos-. No ha sido culpa tuya… Ha
sido mía, por no ponerte un pañal… Me sentía muy frustrada conmigo misma y la
pagué contigo… Perdóname, mi bebé…
-¡Yo te
perdono, Mami! –y la abrazo de nuevo.
-Te
prometo… Te prometo que a partir de ahora, cada vez que te vayas a subir al coche,
te voy a poner un pañal… Mi bebé… -dice mientras seguimos abrazados.
Yo la
abrazo más fuerte. Me encanta llevar pañal, y después de lo que ha pasado hoy
es evidente que necesito uno para ir en coche porque puedo quedarme durmiendo.
-¡Mi
bebé! –Mami me devuelve el fuerte abrazo y me da golpecitos en el pañal-. ¡Mi
bebé con su pañal! –yo me río con la risita de bebé-. ¡Que su mami le va a
poner un pañal siempre!
-¿Siempre?
–le pregunto con mi vocecita infantil.
-Siempre,
siempre, siempre –me responde ella muy deprisa.
Siempresiempresiempre.
A
continuación Mami me separa de ella y me tumba bocarriba sobre la cama, me
levanta la camiseta del pijama y empieza a hacer cosquillitas en la barrigota.
Yo me río mucho y agito mis extremidades como un bebé, con los puñitos cerrados
y las piernecitas pataleando en el aire.
Mami
sigue jugando conmigo a las cosquillas mientras también me hace pedorretas y yo
me río más aún. Se me escapa el pipí, pero no me importa. Llevo un pañal así
que dejo simplemente que salga. El chupete hace rato que se me cayó de la boca.
Los
juegos de cosquillas de Mami son mortales. Por fin termina y se queda mirando a
su hijo mientras sonríe, como si no quisiera estar en otro sitio del mundo que
este; con su hijo de 12 años que lleva pañales y haciéndole reír como a un
bebé.
Si entrase
alguno de mis amigos y me viera ahora, siendo totalmente un bebé… Bueno, no
quiero ni imaginar cómo me haría sentir eso.
Probablemente
me moriría de la vergüenza.
Pero
bueno, no es momento de preocuparse por lo que puedan pensar mis amigos. Es
momento de ser el bebé de Mami.
-Mami,
cántame una canción de bebés –le pido.
-¿Una canción
de bebes? –Mami se recuesta a mi lado-. ¿Y qué canción quiere mi bebé?
-¡La de
Pata Palo!
-Muy
bien, mi bebé, la de Pata Palo –Mami me hace cosquillitas en un costado y me
vuelvo a reír-. Vamos a allá, ¿Cantas conmigo, bebé?
-¡Sí!
–respondo entusiasmado.
Y Mami
y yo empezamos a entonar.
Pata de Palo
es un pirata malo
que se toma la tortilla
debajo de la silla.
Tiene una abuela
que es una carabela
que come mortadela
debajo de la mesa.
Ar, ar, ar.
-¡Bieeeeen!
–decimos Mami y yo al unísono y empezamos a hacer palmas.
-Qué
bien canta mi bebé –me dice mientras me vuelve a hacer cosquillitas.
Mami
está muy mimosa esta noche. Seguro que es porque se siente mal por haberme gritado
antes.
La
canción que acabamos de cantar es una canción muy infantil que se les enseña a
los niños en las guarderías para que hagan palmas. Tengo que decir que no es mi
estilo de música favorito pero me encanta cantar canciones infantiles con Mami cuando
estoy bebé.
Y ahora
estoy muy bebé.
Mami me
dice que ya es hora de que me vaya a dormir, y entonces se sienta de nuevo
sobre la cama y yo gateo con mi pañal mojado (tengo que decirle luego que me
cambie) hasta su amplio regazo de madre. Mami se pliega la bata y yo me
recuesto entre sus caderas, que forman una especie de cesto de bebés. Me acurruco
en su regazo, mirándole a la cara con mi expresión de bebé: ojitos fijos en los
suyos y moviendo mi boquita como si llevase un chupete invisible, que también
es mi forma de decir Quiero chupete o Quiero biberón. Le abrazo por la cintura,
Mami me sonríe con su cálida sonrisa y me aparta un mechón de pelo de la cara.
Estira el brazo hasta el escritorio, de donde coge mi biberón y comprueba su
temperatura echándose unas gotitas de leche en su muñeca. Tras corroborar que
está en su punto, inclina el biberón y acerca la tetina hasta mi boquita, yo
cierro los labios en torno a ella y comienzo a chupar.
Mami
aguanta el biberón con una mano mientras que con la otra sujeta mi cabecita
hacia arriba. Yo me voy tomando la leche que Mami me ofrece mientras cierro los
ojitos y disfruto de la ternura del momento.
Me
encanta ser un bebé por estas cosas. Por estar cobijado por Mami mientras ella
me alimenta. Soy su bebé. Su bebé que lleva pañales y chupete y necesita que le
den el biberón.
No
quiero que este momento acabe. Quiero ser siempre el bebé de Mami…
Qué
curioso…
Recuerdo
haber pensado algo parecido una vez.
Tenía 6
años y seguía mojando la cama, usando chupete y tomando biberón. Vamos, como
ahora. Solo que por aquel entonces no me comportaba tanto como un bebé estando
con Mami ni nadie se imaginaba que con 12 años fuese a seguir llevando pañales,
usando chupete y tomando biberón.
Con 6
años no es tan escandaloso para la sociedad que un niño use esas cosas de bebé.
El caso
es que estábamos viviendo aún en nuestra antigua casa con él y Mami lo pasaba fatal, por esa época lloraba mucho.
A mí me
partía el corazón ver a Mami llorar, y como habéis podido ver, es algo que
todavía me sigue pasando. Pero parecía que cuando Mami estaba cuidando de mí,
ya fuera cambiándome los pañales o dándome el biberón, lo pasaba bien. Le
gustaba, siempre sonreía. Se la veía feliz y parecía que cuidar a sus hijos la
hacía sentirse mejor y olvidar el infierno en el que vivía y del que tanto
tardó en salir.
Y yo
también necesitaba eso. Necesitaba a Mami cuidando de mí para poder soportar mi
vida dentro de esa casa.
En esa
época, hace seis años, cuando Mami me ponía el pañal para irme a dormir y me
daba el biberón pensaba Ojalá este momento no terminase nunca, ojalá pudiese
ser siempre el bebé de Mami.
Y así
hasta ahora. Tengo 12 años y sigo tomándome un biberón para irme a dormir y
llevando pañales.
Cuando
me acabo la leche, Mami me da un par de golpecitos en la espalda para expulsar
los gases y me tiene un rato más sobre su regazo acunándome y pasándome la mano
por el pelo.
Yo me
dejo hacer pero noto que me falta mi chupete. Desde que había despegado los
labios de la tetina del bibe, mi boca estaba intranquila.
-Mami…
-le digo flojito, y abro y cierro los labios varias veces.
Mami lo
entiende perfectamente, me sonríe y estira su brazo hacia atrás, palpando las
sabanas en busca de mi chupete, que se me había caído durante el momento de las
cosquillas. Mami sonríe otra vez, y yo sé que lo ha encontrado, saca el brazo
hacia delante y sujeta mi chupete lila por el asa, le sopla un poco y me lo introduce
delicadamente en mi boquita abierta. Yo lo recibo entre mis labios y cierro los
ojitos mientras lo chupo.
-Bueno,
mi bebé –Mami me da un besito en la frente-. A dormir.
Mami se
levanta conmigo tomado y me recuesta de nuevo sobre la cama. Yo casi me olvido.
-Mami,
¿me puedes cambiar el pañal?
-¿Estás
mojado, Robin?
-Ajá
–le contesto flojito sin abrir los ojos.
-Bueno,
pues te cambio y te acuesto, ¿vale, bebé?
-Vale,
Mami…
Yo
estoy casi dormido. Tengo los ojos cerrados desde hace tiempo y no voy a volver
a abrirlos hasta mañana. Noto como Mami me baja el pantaloncito del pijama y
separa las cintas adhesivas del pañal. Me lo despega del cuerpecito y
levantándome las piernas, me lo quita. Noto como sus pasos se alejan hasta el
armario y la oigo sacar de dentro un pañal nuevo. Mami vuelve hacia mí y me
limpia. Después me levanta las piernas y comienza a ponerme el pañal para irme
a dormir. Y lo último que oigo es el ruido que hacen las cintas adhesivas al
pegarse al pañal.
*****
Es por
la tarde y acabamos de jugar un partido de fútbol. Estamos sentados en los
bancos que hacen las veces de banquillo y las veces de gradas. Somos Ronald,
Joseph, César, Miles, Eddy y yo.
-Vaya
paliza nos han dado –dice Miles.
-Lo
dices como si fuese una novedad –a Ronald le da igual ganar o perder. En eso se
parece a mí.
-Ya,
joder, pero está bien que vengamos a jugar y pasárnoslo bien, pero hay que
competir un poco.
-Eso
díselo a este –Joseph señala a Eddy-. Que el cabrón no corre una mierda.
-Tío,
yo os dije que me pusieseis de portero –protesta Eddy.
-¡Pero
si tampoco las paras! –Joseph se lo suelta como si también le importase y todos
nos partimos.
-Estás
gordo, cabrón –le dice Miles a Eddy mientras le da un palo en la panza y todos
nos volvemos a reír.
Tengo
que decir que yo no soy muy bueno jugando al fútbol, pero tampoco soy malo. Estoy
y hago algo, pero si no estuviese tampoco pasaría nada.
A mí el
fútbol no me interesa mucho. De vez en cuando veo algún partido si es
medianamente importante y cuando mis amigos me llaman para jugar, voy y echo un
rato. Pero me da exactamente igual si ganamos o perdemos.
En esto
no me parezco nada a Miles.
-Bueno,
este y yo nos largamos –dice César, y señala a Miles mientras se levantan.
-¿A
dónde vais? –pregunta Joseph
-Esta
noche hay Copa de Europa –responde Miles, que se levanta y coge su botella de agua
y el balón.
-¿Copa
de Europa? –me extraño-. ¿Veis eso?
-Por
suerte para el mundo no todos vemos dibujos animados, Robin.
Era
verano y estaba en casa viendo Tom &
Jerry y aparecieron Joseph, Ronald, Miles y César para salir a jugar.
Estaba la puerta abierta porque hacía calor y no tenemos aire acondicionado,
así que entraron sin llamar. Normalmente, y mucho más en verano, cuando están
todas las ventanas y puertas abiertas, me cuido mucho de que nadie vea ni un
ápice de mi faceta de bebé, limitándome a llevar chupete y el pañal solo en mi
habitación, a no ser que tenga que ir a mi rinconcito de hacer caca. Pero esta
vez entraron mis amigos y yo no me di cuenta. Y de nada les sirvió decirles que
la televisión estaba en ese canal porque había estado mi prima pequeña hacía un
rato, cosa que era mentira.
-¡Una
vez! –protesté, aunque sin darle demasiada importancia-. Una vez estaba viendo dibujos
animados y era porque estaba mi prima y me lo vais a estar recordando toda la
vida.
-Allí
no había ninguna prima tuya –dice César mientras se ríen.
-¡Porque
se acababa de ir!
-Ya,
igual que la novia de este –y Miles le da a hora a Joseph un palo en la
barriga.
-¡Ay!
Para, cabrón, que me haces daño.
-Bueno,
ahí os quedáis –Miles coge el balón y empieza a hacer toques mientras anda-.
Nos vemos mañana en clase.
-Hasta
luego –César se va detrás de él y le grita a Miles que le pase el balón.
-¡Que
os den! –les grita Joseph, y Miles le hace una peineta de espaldas.
-Yo
también me voy –dice Eddy-. Tengo que terminar la redacción de Historia y
quiero ver un poco del partido.
-Déjate
de copas de Europa y de esas mierda y escucha –le dice Ronald-. Escuchad –su
voz se vuelve casi un susurro y nos tenemos que acercar para oírle-. No quería
decir nada delante de estos porque no quiero que se entere todo el mundo.
-¿De
qué estás hablando? –le pregunta Joseph.
-Mis
tíos de Nueva York estuvieron en mi casa este fin de semana.
-Ah,
pues enhorabuena. Dale recuerdos –dice Joseph sarcásticamente.
-Este
tío es gilipollas –Ronald sigue explicando-. Déjame acabar, mongol. El caso es
que sabéis que están forrados. Los cabrones viven en una pedazo de casa en
Forrest Hills. Bueno, pues nos trajeron unos regalos a mi hermano y a mí, como
siempre hacen –hace una pausa dramática-. A él le regalaron un coche
teledirigido de esos todoterreno que va por tierra, agua, aire y lava candente
si hace falta, pero da igual porque es muy pequeño todavía para usarlo.
-¿Nos
vas a contar de una vez lo que pasa? Que te enrollas más que una persiana –Eddy
dice lo que pensamos todos. Es una costumbre que tiene desde preescolar.
-Ya
voy, joder –pausa más larga y más dramática-. Bueno, pues que a mí me regalaron
en War of Empires III –y tras soltar la bomba, deja caer la espalda sobre el
respaldo del banco, satisfecho, disfrutando del efecto exacto que pretendía
conseguir.
Nosotros
no damos crédito. El War of Empires es el juego de guerra más cotizado del
mercado en este momento. No lo venden suelto, si no en un pack con la Gamesphere
y cuatro mandos y auriculares y micrófonos para jugar con gamers de todas
partes del mundo. Es un capricho demasiado caro que ninguna de nuestras
familias se puede permitir, pero claro, los tíos de Ronald nadan en dinero.
Seguro que hasta tienen una piscina a lo Tío Gilito.
-¡¿PERO.
QUÉ. COÑO. ME. ESTÁS. CONTANDO?! –Joseph lo coge de la pechera y empieza a
zarandear a nuestro común amigo exultante-. ¡¿¿CUÁNDO VAMOS A IR A VICIARNOS A
ESA MARAVILLA??!
-¡Pues,
joder, cuando queráis! –contesta Ronald-. ¡Si para eso os lo he dicho, pringaos!
-Joderjoderjoder,
¡el War of Empires con la Gamesphere y todo! ¡Me cago en la puta!
-¡Yo
también quiero unos tíos ricos! –digo yo.
Es
cierto que a mis tíos Gayle y Francis no se les puede catalogar de pobres
precisamente, pero están a años luz de tener una piscina con dinero, como los
de Ronald. Y si la tienen a mí no me hacen un regalo ni parecido al War of
Empires III con consola y mandos incluidos.
Lo
último que me regalaron, de hecho, fue un peluche de un castor de prominentes
paletas al que si le apretabas la barriga, decía cosas como Te quiero o Eres mi
mejor amigo.
Eso fue
el año pasado por Navidad. Las risas de Elia aún resuenan en mi cabeza y el
peluche se fue al altillo y ahí sigue. Mis tíos debían de pensar que como llevo
pañales todavía soy un bebé y me gustan todas las cosas de bebé.
Una
cuna no me regalarán los muy millonarios.
-Os
jodéis que ha sido el hermano de mi madre quien ha pillado a una millonaria. Un
braguetazo en toda regla.
-Será
un calzoncillarazo más bien –dice Joseph.
Los
cuatro nos reímos.
-Y ya
fuera de bromas –Eddy vuelve a adoptar un tono de hablar normal una vez pasada
la emoción de la noticia-. ¿Cuándo podemos ir a tu casa y probarlo?
-Pues
vamos a ver –Ronald se pone pensativo-. Esto hay que hacerlo bien. Propongo
coger una noche, un viernes o un sábado, pedir unas pizzas, unas Coca-Colas,
bajarnos a la televisión del sótano con los sacos de dormir y todo y estar allí
todos juntos jugando la noche entera.
Joseph
y Eddy reciben encantados la noticia.
-Sisisisi.
Partida al War of Empires hasta el amanecer.
A mí
hay varias palabras ahí que me causan nerviosismo e inquietud: dormir, todos,
noche entera. Y el trasfondo de esa frase no es tampoco nada halagüeño para mi
persona: quedarme a dormir en casa de un amigo.
-¿Y no
sería mejor hacerlo una tarde? Siempre que quedamos a jugar a videojuegos es
por la tarde –digo yo, intentando poner sobre la mesa un plan más acorde a mis
necesidades nocturnas.
-Pero
eso lo hacemos siempre –dice Eddy-. Yo creo que el War of Empires merece una ocasión
especial.
-Estoy
de acuerdo –dice Joseph.
-Pues
decidido –Ronald se levanta de un salto-. Voy a preguntarle a mis padres cuando
podemos disponer del sótano y si me dejan que os vengáis todos, que yo creo que
no va a haber problema. ¡Es el puto War of Empires!
-¡Yeah!
–gritan Joseph y Eddy a la vez.
-Ahora
vámonos que quiero ver ese partido de la Copa de Europa.
-Eres
un cerdo –le espeta Joseph con socarronería.
*****
Por la
noche estoy en la cama viendo en HBO Supergirl.
La serie sobre la prima del hombre de acero puede que no sea la mejor serie del
mundo y puede que tampoco sea la mejor serie de superhéroes del mundo, pero
junto con Arrow, The Flash y Legends of
Tomorrow forma un universo superheróico que vale, está a años luz del
Universo Cinematográfico de Marvel, pero una vez que aceptas eso, se vuelven
unas series muy disfrutables, y además son muy comiqueras.
Cuando
acaba el capítulo, miro la hora en el ordenador. Son las diez y media. Mami
suele venir a las once aproximadamente a ponerme el pañal y darme el biberón,
de modo que no me da tiempo de ver otro capítulo. Así que dejo el portátil
sobre el escritorio y me vuelvo a la cama con Wile.
Juego
con él a que es Wile E. Coyote de la versión Lunatics, que son una especie de Looney Tunes superhéroes. Y Wile
vuela por el espacio con Supergirl y Superman, luchando por mi cama contra
versiones invisibles de Brainiac, Zod y Parásito.
La
puerta de mi cuarto se abre y entra Mami. Me pilla jugando con mi peluche y me
sonrojo un poco. Me da vergüenza que me vean jugar.
-¿A qué
juegas, Robin? –me pregunta Mami con una sonrisa.
Yo me
sonrojo más y me río de manera vergonzosa.
-A nada
ji, ji, ji –en ese momento reparo en que Mami lleva una bolsa de papel marrón
en la mano-. ¿Qué es eso, Mami?
Mami
mira la bolsa antes de contestar y sonríe.
-Te lo
enseño luego –dice mientras la deja en el escritorio-. Ahora voy a darte el
bibe y ponerte el pañal.
Al
oírlo me tumbo rápidamente sobre la cama en posición de ponerme el pañal:
perpendicular a la almohada mirando al techo.
Mami
deja también el biberón sobre el escritorio y va al armario a por un pañal.
Regresa con uno de los conejitos blancos sobre azul cielo, lo deja a mi lado y
comienza a desvestirme. Primero me quita la camiseta tirando de ella hacia
arriba con cuidado, después me baja pantalones y calzoncillos a la misma vez.
-Mi
bebé desnudito.
Yo me
río con un poco de vergüenza y me tapo la pilila.
Debo
parecer muy infantil diciendo Pilila pero recordad que llevo un chupete y están
a punto de ponerme el pañal.
Mami
abre el pañal de conejitos blancos y con una mano me levanta las piernas; luego
pasa el pañal abierto por mi culete y me deja caer las piernas suavemente.
Después lo pasa por mi entrepierna y me lo pega al cuerpo para después
abrochármelo con las dos cintas adhesivas.
-Ale,
mi bebé ya tiene su pañal –y me besa la barriguita.
Me
llevo las manos a mi abultado pañal bien sujeto y agito las piernecitas.
-Y
ahora, ¿qué le falta a mi bebé? –me pregunta Mami poniendo su voz infantil.
-Ummm…
¡El bibe!
-¡Su
bibe! –Mami coge mi biberón y lo sostiene delante de mí.
-¡Mi
bibe!
Mami me
lo da y me llevo la tetina a la boca, chupándola para tomarme la leche de
cereales, que está rica y calentita.
Chup, chup,
chup, chup, chup, chup.
-¿No quieres que te de Mami el bibe? –me pregunta
inclinándose hacia mí mientras me pellizca la barriguita.
-¡Sí!
Le doy el biberón a ella, que se sienta en la cama abriendo
su enorme regazo y gateo hasta él. Me acurruco y Mami me termina de acomodar
sobre ella. Entonces me sujeta la cabecita con una mano y con la otra lleva el
biberón a mis labios. Yo rodeo la tetina con ellos, cierro los ojitos y me tomo
la leche.
Durante unos minutos no se oye otra cosa que mis chupeteos
al berón. Mami y yo estamos en silencio en nuestro momento del día. De vez en
cuando ella me da un golpecito en mi pañal y me aparta el pelo de la cara
mientras me acaricia la cabeza y me susurra Eso es, mi bebé y me da un beso en
la frente.
Yo soy un bebé. Llevo un pañal y tomo biberón.
Mami me está dando el biberón.
Me acuna en su regazo y me da el biberón. De vez en cuando
también me da una suave palmada en el culito, sobre mi pañal.
Yo me hago pipí encima y tengo que llevar un pañal.
Soy un bebé.
El bebé de Mami.
De mi Mami.
Cuando me acabo el biberón me da pena de que no sea más
grande para poder estar más tiempo acurrucado junto a Mami recibiendo sus
mimitos, pero Mami deja el bibe sobre la mesita de noche y centra de nuevo su
atención en su bebé.
Me sigue acariciando el pelo mientras me acuna, y yo quiero
ser siempre un bebé. Abro y cierro mi boquita pidiendo el chupete, y Mami lo
coge de la cama y me lo introduce cuidadosa y delicadamente en mi boquita.
Cierro los ojos y lo muevo mientras me acurruco más junto al
pecho de Mami.
Chup, chup,
chup, chup, chup, chup.
Balbuceo también algo inteligible y me encojo más sobre
Mami.
Soy un bebé y los bebés no hablan.
-¿No quieres ver lo que te ha traído Mami? –me pregunta muy
flojito.
Yo abro los ojos y la miro con curiosidad, sin dejas de
mover mi chupete.
Soy un bebé y los bebés no hablan, pero Mami entiende
perfectamente mi mirada.
Me deja sobre la cama y yo me quedo en esa misma postura,
moviendo el chupete y agitando mis piernecitas y bracitos. Mami va hasta el escritorio
y coge la bolsa de papel. Se sienta de nuevo sobre la cama y me mira con una
enorme sonrisa.
-¿Preparado?
Yo agito mis extremidades y muevo mi chupete más rápido.
Estoy ansioso.
Mami me sonríe de nuevo y mete la mano en la bolsa de papel.
De ella saca un móvil de avioncitos, helicópteros y cohetes
que dan vueltas uno detrás otro y que se ponen encima de las cunas.
Yo estiro mis manitas hacia él muy emocionado mientras muevo
más rápido el chupete.
Chupchupchupchupchupchupchup.
Mami lo sujeta por encima de mi cabeza y le da un toquecito
a los avioncitos para que empiecen a girar. Estiro mis manitas hacia ellos. Qué
bonitos son. Son tan infantiles y tan de bebés que me gustan mucho. Me río
detrás de mi chupete y gimoteo feliz intentando alcanzarlos. Mami no deja de
sonreír mientras ve a su bebé jugar con su regalo.
-Como no podemos ponerte una cuna he pensado que esto te
podía gustar. Es como los que hay en las cunas de bebés.
Claro que me gusta. Sigo estirando mis bracitos hacia arriba
intentado alcanzarlos y balbuceando muy contento con mi chupete.
-Podemos colgarlo del cabezal de tu cama –dice Mami-. Se
puede poner y quitar con este enganche de aquí así que si vienen tus amigos o
alguien, podemos descolgarlo en un momento.
Pero a mí eso me da igual, solo quiero jugar con mi
juguetito, ver los avioncitos girar e intentar alcanzarlos.
Mami aleja el móvil de mí y lo lleva hasta el cabezal de la
cama. Le añade una especie de bastoncito que engancha los avioncitos,
helicópteros y cohetes por arriba y que termina en una especie de pinza muy
grande. Mami lo sujeta en el cabezal de la cama con la pinza, quedándose justo
encima de mi almohada.
Yo gateo hasta allí y me tumbo de nuevo bocarriba debajo del
móvil, estirando ahora también mis piernecitas para intentar darle a los avioncitos.
Soy bebé. Me siento tan feliz.
Soy un bebé.
Los sonidos que salen de mi boca mientras estiro mis manitas
y chupo mi chupete son Agu-gu y Ga-ga.
Mami me ve jugar esbozando con una sonrisa que le va casi de
oreja a oreja.
-¡Elia! ¡Ven a ver esto! –grita sin apartarme la mirada
Mi hermana llega al poco, y lo que ve es a un niño de 12
años llevando únicamente un pañal, que chupa un chupete y balbucea feliz
mientras intenta golpear con sus manitas y piececitos un móvil de avioncitos, helicópteros
y cohetes que han colgado sobre su cama.
Muy buen capitulo Tony, como siempre. Espero con Ansias el siguiente.
ResponderEliminarPD: Porque ese War of Empires me suena al Age of Empires?
Hola Migue!
EliminarHahaha el nombre es coincidencia, no estoy muy puesto en videojuegos. Cuando Robin y sus amigos salgan jugando ya me dirás si es parecido o no porque no tengo ni idea hahaha