14 de mayo de 2016

Canción de Leche y Pañales - Capítulo 19



Esther



Había llegado temprano a Modas Largue. Fue un insulto que la llamaran para una reunión con tan poca antelación; la noche anterior. Había sido esa insolente de Alicia Sanders, la mano derecha de Karen Largue en la empresa. Pero ya se habían quitado a Karen Largue de en medio. Sin embargo, la reunión había sido convocada por la última persona que esperaban tanto ella como los demás miembros del consejo que ahora dirigían Modas Largue.
John Largue Jr. llegó a la empresa sin carricoche. Andando, flanqueado por Alicia Sanders y la que decían que era su niñera. Iba vestido sólo con la parte de arriba del traje, de manera que el pañal se le veía completamente. Los trabajadores de la empresa giraban sus cabezas sin disimular para verlo mejor. Subió en el ascensor junto con sus dos acompañantes y se dirigieron hasta el antiguo despacho de Karen Largue, el que iban a echar a suertes entre los actuales miembros del consejo para decidir quién dispondría de él. De todo esto le había informado Robert McKenzie cuando llegó a la sala de juntas.
-¡¿Cuánto tiempo se cree ese crío que puede tenernos aquí sentados esperándole como idiotas?! –preguntó en voz alta Evan Lincert.
-Eso sí es que puede hacerlo –apuntó Flotrh Vincent-. ¿Por qué estamos aquí sentados esperándole como idiotas?
-Porque la reunión la ha convocado junto con la ayudante de Largue –contestó Esther-. Deberíamos haberla fulminado a ella también.
-Ahora le estoy empezando a ver algunas lagunas al plan –dijo Gillbert.
-¡SILENCIO! –gritó Vincent-. Nos hemos librado de Largue y mi amigo el juez nos ha garantizado la protección –dijo. El niño este sólo querrá alguna participación en Modas Largue. Se habrá traído a la mano derecha de su madre para impresionarnos y a su niñera para que le cambie los pañales, pero en el fondo no es más que eso: un niño que todavía lleva pañales.
-En realidad, Sr.Vincent –dijo una voz a sus espaldas. Se giraron y en el umbral de la puerta estaba John Largue Jr. acompañado de Sanders y su niñera-, no quiero una parte del capital de Modas Largue. Quiero todo el capital. Y enseguida verá que me corresponde.
-Has perdido la cabeza, niño. Vuelve a meterla entre las tetas de tu madre, que es donde debe estar –le dijo Vincent-. Ah, no. Que está en la cárcel.
Esther cerró los ojos y apretó el puño. Tenía la sensación de que la situación iba a ser complicada, y el estúpido de Florth Vincent no iba a hacer sino empeorarla más.
-Voy a pasar por alto ese comentario, Sr.Vincent –le dijo el niño con pañales mientras avanzaba hacia la mesa, siempre flanqueado por las dos mujeres.
Llegó hasta el asiento que antaño ocupaba Karen Largue presidiendo la mesa, ahora vacío.
Chasqueó los dedos y su niñera lo tomó en peso y lo dejó cuidadosamente sobre el asiento. Se sentó pero su cabeza apenas llegaba a la altura de la mesa. Carraspeó y la niñera le subió el asiento para que al menos pudiera verles.
El hijo de Karen Largue llevaba el pelo lacio peinado por detrás de las orejas. El traje azul con rayas blancas de ejecutivo le venía grande y la corbata roja desentonaba con él, ya no digamos con el pañal. Tenía las mangas del traje demasiado largas para sus brazos, así que le colgaban bastante.
-Buenos días, caballeros –les saludó-. Y buenos días, señora –se dirigió a ella.
A Esther la pareció que esa falsa complicidad era el preludio de algo muy gordo que estaba a punto de venir.
-¡¿Qué diablos quieres, Largue?! –le preguntó bruscamente. Enseguida se arrepintió. Ese niño tenía 12 años y todavía llevaba pañales, usaba chupete, dormía en cuna y tomaba teta. Era muy caprichoso y tenían que ir con cuidado. Aunque no tenían nada que temer. Legalmente, la empresa ya no era suya. Había desaparecido su parte junto con la reputación de su madre.
-Vengo a informarles de un pequeño documento legal que quizá hayan pasado por alto -les dijo-. Alicia…
-¡Vuélvete a tu cuna, bebé! –le gritó McKenzie, que era la primera vez que abría la boca.
-¡Yo no soy un bebé! –le gritó Largue agitando sus puños y golpeándolos sobre la mesa-. Dejé de ser un bebé el día que metisteis a mi mamá en la cárcel, monstruos.
-¡Ooh…! ¿El pequeño bebecito echa de menos a su mamacita? –le dijo Gillbert en tono irónico.
-¡¡Yo no soy un bebé!! ¡Soy un niño! ¡Un niño mayor! –gritó saltando sobre la silla.
-¿Un niño mayor que lleva pañales? –le dijo riéndose Lincert.
-¡No adelantes conclusiones, estúpido! –le dijo Largue agitando los brazos.
Su niñera carraspeó. El bebé pareció recordar por qué había ido allí y volvió a sentarse en su asiento.
-Bien –dijo-. Como les decía, mi nueva ayudante ha encontrado un documento que creo que podría ser de su interés. Alicia, cuando quieras.
La antigua ayudante de Karen Largue se acercó hasta la mesa, puso su maletín encima y sacó un papel.
-Buenos días, señores –lo extendió frente a ella y comenzó a leer-. Por la presente, si en algún momento Karen Largue, de ahora en adelante la propietaria, se viera incapacitada para seguir ejerciendo su dirección sobre la empresa por alguna razón que no sea enfermedad o cualquier otra indisposición médica, el capital, no sólo de la propietaria sino de toda la empresa pasará de forma íntegra a su hijo John Largue Jr., de ahora en adelante el sucesor. Si el sucesor fuera menor de edad, la propietaria deberá elegir a la persona o personas que ella considere oportunas para ayudar a su hijo en la tarea de dirigir la empresa. Firmado John Large Sr., a fecha de tal tal tal y el notario tal tal. Aquí les paso una copia del documento para que la lean, caballeros – Sanders les fue pasando unas hojas a todos que leyeron en silencio, pues se habían quedado mudos.
Esther no se lo podía creer. El documento parecía real. Era auténtico. Todo lo que habían planeado tan cuidadosamente se iba al garete por ese papel.
-¿Qué me impide quemar este papel y decirle a seguridad que os expulsen de aquí? –preguntó Vincent.
-Nada –respondió Alicia-. Pero dudo que te hagan caso, ya que el abogado de la familia Largue ya tiene este documento y lo ha puesto en manos de un juez que no haya jugado contigo al mus en la cafetería de la universidad, Florth.
-¿El abogado de la familia Largue? ¿Y quién coño es el abogado de la familia Largue? –preguntó McKenzie.
-Yo –respondió Alicia.
-¡Esto es una tontería! –gritó Vincent-. Demostraré que esto es falso y os pondré a todos de patitas en la calle. Empezando por el bebé este. ¡Tendrá que usar un periódico como pañal!
-¡¡¡YO NO SOY UN BEBÉ!!! –gritó Largue subido a la mesa, con los puños cerrados y dando saltos.
Su niñera corrió hacia él.
-Tranquilízate, Jackie –le dijo mientras lo sujetaba delicadamente.
-¡NO! ¡No quiero tranquilizarme! ¡Me ha llamado bebé! ¡Y yo no soy un bebé! ¡No soy un bebé! –se tiró sobre la mesa bocabajo y comenzó a patalear-. ¡No soy un bebé! ¡No lo soy! ¡No lo soy! ¡No soy un bebé!
Su niñera sacó un chupete de su bolso y se lo metió en la boca en uno de sus gritos.
-¡No soy un bebé! ¡No soy…! –y se calló de repente. Empezó a chupar muy fuerte su chupete con los ojos abiertos
La niñera lo cogió en peso y lo tomó.
-Ya está, Jackie –le decía-. Shh… Ya pasó.
Los miembros del consejo se quedaron de piedra. ya lo habían visto berrear en la televisión cuando le estaba lloviendo comida, pero verlo en directo era muy diferente. Ese niño era un completo bebé.
El niño se giró se movió inquieto en sus brazos y se giró para mirarles a ellos.
-¡Mirad lo que habéis conseguido! ¡Habéis hecho que me moje encima!
Los cinco se intercambiaron miradas de vergüenza ajena. El niño chasqueó los dedos y su niñera lo tumbó sobre la mesa. Sacó de su bolso un pañal y se dispuso a cambiarlo.
Le levantó un poco la chaqueta del traje y le desabrochó las cintas del pañal.
-Bien, como habéis podido comprobar –decía mientras le cambiaban-, ahora soy el nuevo propietario de Modas Largue –su niñera le extrajo el pañal levantándole las piernas-. Voy a hacer un cambio drástico en la producción con la que abarataré costes, que no personal –le empezó a limpiar-. Voy a lanzarme hacia un mercado que dominaré pues la competencia será mínima y cuento con buenos asesores –le levantó las piernas y le pasó el pañal nuevo. Se lo sujetó con las dos cintas y Jackie se incorporó de un salto-. Por cierto, vosotros cinco estáis despedidos –dijo-. Creo que eso estaba claro. ¿Dije que no iba a abaratar costes de personal? Ups, mentí.
-¿Crees que vas a echarnos sin más? –le preguntó en tono amenazador Vincent.
Jackie Largue fue andando sobre la mesa hasta donde estaba él. Esther vio como la niñera se movía nerviosa.
-No es que lo crea. Es que acabo de hacerlo –dijo.
Vincent le miró con odio. Parecía que estaba a punto de lanzarse sobre él.
-Con lo que nos ahorraremos en vuestro sueldo, salvaremos la compañía de la ruina en la que la habéis dejado –dijo Alicia mirando sus papeles-. Además, servirá para subirle el sueldo a los trabajadores y volver a contratar a todos los que despedisteis. Con la nueva línea de producción no necesitaremos la mitad de las plantas del edificio, por lo que podremos alquilarlas y sacar un beneficio extra que terminará por sanear la empresa.
John Largue se había vuelto a su asiento.
-Así es –continuó Sanders-. Las cosas van a cambiar. Con vuestra salida se acaba un periodo de oscuridad en Modas Largue en el que, no voy a negarlo, también participó Karen Largue. Pero ahora  va a volver a ver la luz, porque no sólo vamos a hacer las cosas bien, sino que las vamos a hacer con justicia.
-Un gran discurso, Sanders –le dijo Esther, que estaba ya cansada de estar callada-. Pero podemos comprar de nuevo nuestra participación en la empresa y mantener nuestros puestos.
-No, no podéis –les dijo el bebé desde su asiento-. Resulta que ya he adjudicado vuestra participación a otras personas. Alicia, si eres tan amable…
Sanders le pasó un documento que Jackie Largue empezó a leer.
-Un 50% del capital de Modas Largue me lo reservaré para mí, Jackie Largue, para no tener un control total de la empresa y hacer que las decisiones se tomen siempre de manera democrática. Un 40% será para Cindy Sarahson, aquí presente, por haber demostrado su cariño hacia mí, cuidarme como a un hermano pequeño y ser amable y buena de corazón. Un 16% será para Alicia Sanders, aquí presente, por haberle mostrado una fidelidad exquisita a mi madre y ser digna tanto de su confianza como de la mía, por su profesionalidad y su buen hacer. Stuart Smiler y Betty Bennett recibirán ambos un 2% de las acciones por haberse percatado de las pérdidas de Modas Largue antes que nadie y ser unos grandes responsables del departamento contable. Finalmente, el 5% restante será para Charlotte Sarahson, por ser simplemente una gran personita que lo ha pasado mal y para augurarle un futuro en el que no le falte de nada –terminó de leer y levantó la vista-. No veo su nombre en este papel, caballeros. Será mejor que se marchen de aquí.

12 comentarios:

  1. Woow, me quedo boquiabierto, este capitulo ha estado genial, asi, simplemente Genial, en verdad Tony que tienes talento para escribir, incluos mejor que yo jeje, te felicito, no me espero para ver cual es el final de esta inpresionante historia.
    Saludos y espero que subas el siguiente muy pronto.

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    1. Me alegra mucho que te haya gustado, Migue :) Este capítulo y el siguiente sirven como conclusión a la historia, así que una parte del final ya la conoces :)

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  2. q mal capitulo el peor de la saga

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    1. Gracias por tu sinceridad haha
      Tú ibas con Florth Vincent!

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  3. es q el niño pierde su inocencia de bebe , ahora es jefe y manda y ya no le cambian el pañal ni le dan teta pues pierde la esensia de un amante de pañales como lo queriamos seguir viendo tan tierno con su mami

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    1. Hola!
      No te preocupes, que le siguen cambiando el pañal :)
      Esperate a leer el último capítulo. No puedo decir más... :)

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    1. Sí, sí...
      Lo siento, estaba de exámenes finales en la universidad hehe
      En un par de días, publicaré el último capítulo :)

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  5. Hola Tony, que paso?, ya es casi un mes que no hay novedad, saludos!!!

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    1. Hola Migue!
      He estado estudiando hehe
      Publicaré el último capítulo en breves :)

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  6. El capital de modas largue, sumando porcentajes finales, me sale de 115%.

    No puede ser, MariaTeresa!

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