Ronald,
Joseph, Eddy, Miles y yo estamos sentados en las escaleras del patio. Es la
hora del recreo y miramos como los demás juegan al fútbol. Nos hemos apartado
del resto de gente a propósito, para poder hablar de la noche del War of Empires,
a la que llamaremos a partir de ahora Noche D, por Desgracia y por Desastre.
El
problema es que Miles se ha quedado con nosotros porque está cansado del fútbol
y los chicos mayores no le dejan jugar al baloncesto con ellos, así que estamos
todos hablando de otras cosas mientras hacemos tiempo a ver si le da por ir al
baño, comprarse el almuerzo o simplemente irse a otro sitio.
-Entonces
Arrow, bueno, ya es Flecha Verde, se descuelga y va tumbando uno por uno a
todos los gánsteres que le van saliendo –esto lo digo yo, que si no puedo
hablar de videojuegos mi único otro tema de conversación por el que no me
llamarían bebé (o no tanto) son las series de la tele.
-Joder,
Robin –me dice Joseph-, no sé cómo puedes ver las series esas de The CW. Son
tan cutres….
-Bueno,
pero a mí me entretienen –respondo.
-Para
eso ponte a ver… No sé… Narcos o algo
así en Netflix.
-No me
gustan las series de droga y de matar por matar.
-Claro
que no. porque eres un niñito pequeño que solo ve superhéroes.
-Tú
también ves cosas de Superhéroes, Joseph –le dice Eddy-. Nos insististe a todos
para ir a ver la nueva de Los Vengadores
al cine.
-Pero
eso es distinto, croqueta –le replica Joseph.
-¿Por
qué es distinto, cara de palo? –le espeta Eddy, que no se achanta ante él.
-Venga
tíos, dejadlo ya –les dice Ronald a los dos.
-¡Joder!
–exclama de pronto Miles-. ¡Vaya puñado de frikis! Me largo antes de que
alguien me diga que no puedo estar sentado aquí porque es su sitio –se
levanta-. Me largo a jugar a fútbol. Será mejor que estar aquí aguantando
paridas de superhéroes.
Se
larga.
-Será
subnormal el tío –dice Ronald cuando se asegura de que Miles no puede oírle-. A
veces me dan ganas de estrellarle la cabeza contra un bordillo, en plan American Story X.
-Déjalo
–Joseph mira también a los chicos jugar-. En parte tiene razón, somos unos
malditos frikis.
-Frikis
son ellos con su Messi juega mejor que tal o Buffon ha estado en tal equipo,
luego en cual y luego en pascual. O saberse de memoria todas las copas que ha
ganado el Manchester United y qué jugador marcó o dejó de marcar. Me dirás que
eso no es también de frikis –dice Eddy con asco.
-A lo
que vamos, chicos –Ronald da una palmada y se frota las manos-. Ya tenemos
fecha para la noche del War of Empires.
-¿De
verdad? –Eddy y Joseph se acerca a Ronald y lo miran emocionados y yo no puedo
por menos que fingir que también lo estoy.
-Así es
–sigue Ronald-. Mi madre se puso un poco pesada porque tiene que cuidar de Stuart…
Ya sabéis, pañales, biberones, todo eso… -yo agacho la cabeza un poco para que
no me vean enrojecer, como siempre que alguien menciona la palabra Pañal, o
Biberón. O cualquiera relacionada con bebés-. Entonces estaba un poco
reticente, pero a base de ser pesado y tener que sacar la basura todos los días
y limpiar el desván unas cuantas veces, he conseguido que me deje.
-¡Toma
ya! –Joseph le da una palmada en el hombro-. ¡Sacrificándose por el equipo!
-Entonces
¿cuándo va a ser? –pregunta Eddy.
-Este
finde no, mi madre recibe a un hermano de Oregón. Será el siguiente. ¡No hagáis
planes para dentro de dos findes porque vamos a pasar la noche más memorable de
nuestras vidas!
-¡¡SÍÍÍÍ!!
–gritan Joseph y Eddy y nos cogen a todos para un abrazo colectivo.
-¿A qué
sería la hostia si ahora estos tíos te regalan otro juegazo?-le pregunta Joseph
a Ronald una vez nos hemos separado.
-No
creo que vaya a tener tanta suerte.
Guarda
un poco de suerte para mí, Ronald. La voy a necesitar.
*****
Cuando
llego a casa estoy muy inquieto, así que lo primero que hago es ponerme el
chupete y lo segundo tirarme sobre la cama a chuparlo y ver los avioncitos
girar.
Al
final ha pasado. Está ya aquí. Uno de los momentos que más temía en mi vida ha
llegado.
Es
pensar en estar delante de mis amigos llevando un pañal y se me revuelve el
estómago. Es una pesadilla hecha realidad.
Van a
ver el otro lado de Robin.
El
Robin bebé.
¿El
verdadero Robin?
Últimamente
no sé si soy el Robin de 12 años que sale con sus amigos, va al colegio y juega
a videojuegos o el Robin que necesita pañales, chupete y que su Mami le dé un
biberón.
Conforme
se acerca la fecha de la Noche D mis dos mitades están cada vez más difusas,
preparándose para chocar. Y quién sabe cuál será el producto resultante de esa
colisión.
Es como
una fuerza irresistible chocando contra un objeto inamovible, siendo la fuerza
irresistible los planes sociales y el objeto inamovible un pañal que tengo que
llevar para dormir.
Bueno,
y para hacer caca, y cuando me siento inquieto… Pero ahora solo me preocupa
tener que llevarlo para dormir.
Como si
no fuera bastante ya.
-¿Qué
hago, Wile? –le pregunto a mi peluche. Lo abrazo luego contra mi pecho
sintiendo su contacto-. Tú no llevas pañales y no tienes estas preocupaciones.
Solo eres un peluche. Y yo soy un niño y un bebé a la misma vez.
Oigo a
Mami que me llama para comer y me apresuro a bajar las escaleras.
*****
-¿El
chupete en la mesa, Robin?
Me lo
quito y bajo la vista hasta las mini hamburguesas que hay en mi plato.
Mami me
compra todavía comida de niños pequeños. También tengo trocitos de pescado con
forma de pececitos y estrellas de mar y a veces me compra algún huevo de
chocolate con sorpresa en el interior.
Sin
embargo no puedo estar con un chupete en la mesa.
-Mami
–le digo con voz flojita-, ¿después de comer puedes ponerme a dormir la siesta?
-Claro,
Robin –me contesta. Luego me mira algo preocupada-. ¿Te pasa algo?
-Estoy
un poquito inquieto –le digo bajando de nuevo la cabeza.
-¿Y
eso?
-Dentro
de dos fines de semana es lo de Ronald… ¿Qué voy a hacer?
-¿Cómo
que qué vas a hacer? Pues ir.
-¿Con
pañal?
-No
puedes dejar de hacer vida normal por llevar pañales para dormir, Robin.
-Pero
se van a reír de mí…
Dios,
se van a reír mucho.
No
quiero.
No
quiero y no quiero.
Necesito
mi chupete.
Hago
ademán de cogerlo y veo que Mami no me dice nada. Me lo pongo en la boca y unas
lágrimas empiezan a salirme de los ojos. Lo muevo en mi boquita.
Chup, chup, chup, chup, chup, chup, chup…
Mami no me dice nada. Ni siquiera que me lo quite en la
mesa. Me mira, compasiva y con un deje de tristeza mientras su hijo de 12 años
chupa un chupete.
-Robin… -me dice flojito al cabo de un poco-. Son tus
amigos, no se van a reír… A Ronald lo conoces desde hace seis años… Os han
puesto pañales a los dos juntos.
-Eso fue hace mucho –contesto mientras sorbo los mocos.
-Da igual, eso es un vínculo. Ronald y tú sois como
hermanos. De pequeños os decían Ro-Ro.
Suelto una risita nerviosa.
-Odiaba eso.
Mami sonríe también.
-Lo sé.
-¿Y Joseph?
-Lo aceptará también –me responde.
-¿Y Eddy?
-¿Eddy es el nuevo que no conozco?
-Ha ido a nuestra clase siempre, pero ha empezado a salir
con nosotros este año. No sabíamos que le gustaban los videojuegos.
-Pues lo aceptará también.
-¿Cómo lo sabes?
-Son tus amigos.
-No –respondo-. Son los amigos del Robin de 12 años, no del
Robin bebé.
-Son el mismo Robin –me dice Mami.
Sigo chupando mi chupete. He perdido el apetito.
-Díselo –me dice Mami-. Diles que tienes que llevar pañales
para dormir. No hace falta que les digas nada más. No les hables del chupete,
no les hables del biberón.
-¿Es necesario que se lo diga?
-Yo no te voy a obligar, esa es tu decisión –me dice Mami-.
Pero a esa quedada tienes que ir. El pañal no puede evitar que hagas una vida
normal –me repite.
-Prefiero no decírselo –digo.
-Como tú quieras.
-¿Entonces? –la miro a los ojos moviendo el chupete.
-¿Entonces qué?
-¡¿Cómo lo vamos a hacer para ponerme el pañal?!
Mami hace una pequeña pausa.
-¿Quieres que te lo ponga yo o la madre o el padre de
Ronald?
-¡¿¿Has perdido la cabeza??! ¡¡Pues tú!!
Mami asiente.
-Pues me tocará quedarme arriba con los padres de Ronald
hasta que sea la hora de acostaros.
-¿Lo harás? –le pregunto anhelante.
-¡Pues claro que lo haré! He hecho cosas más duras por ti,
¿sabes? Te di a luz.
-¡Mami, esto es serio! –protesto.
-Vale, vale –asiente, aunque aún sonríe-. Lo siento.
-Vale. ¿Entonces qué? –quiero que todo el plan esté lo más
claro posible para así estar más tranquilo aunque sé que eso es imposible.
-Entonces me quedo, os acostáis, y cuando se duerman subes
arriba, te pongo el pañal, bajas y te vuelves a acostar –me mira-. Es lo único
que se me ocurre.
-Está bien.
No es el mejor plan del mundo pero a mí no se me ocurre otro
mejor.
-Pero no te vayas a quedar durmiendo cuando os acostéis –me
advierte Mami-. Porque me tocará bajar a buscarte y si tus amigos aún están
despiertos me verán ahí. O aún peor, puedes hacerte pipí –me mira y yo he
dejado de mover el chupete. No había caído en esa laguna del plan-. ¿Puedo
confiar en ti para eso, Robin? –me pregunta seriamente.
Sí, puede confiar en mí.
Y además no me queda otra.
-Sí –respondo.
Mami asiente y vuelve a su plato.
Yo miro mis mini hamburguesas pero no tengo ni pizca de
hambre. Vuelvo a mover mi chupete y estoy inquieto.
Quiero pañal.
-Mami –ella me mira-. ¿Puedes acostarme a dormir la siesta?
-Pero si no has comido nada, Robin –me dice Mami.
-No tengo hambre –respondo flojito-. Estoy inquieto.
-Está bien –se levanta y viene hacia mí-. Vente, vamos –y me
ofrece su mano.
Yo la cojo y andamos los dos juntos hasta mi cuarto. Allí,
como siempre: me tumbo bocarriba y espero a que Mami me ponga el pañal.
Regresa a la cama con un pañal de ositos. Me baja los
pantalones y me quita los calzoncillos. Después abre el pañal y me lo pasa por
el culito levantándome las piernas, luego me lo pasa por la entrepierna y me lo
abrocha muy fuerte con las cintas.
Ya llevo un pañal.
El bebé ya lleva su pañal.
Me siento más seguro.
El pañal me protege, pienso con mi vocecita de bebé.
No sabía que la tenía también en mi cabeza.
-El bebé ya lleva su pañal –le digo a Mami con mi voz de bebé
llevándome las manos al pañal.
-Claro que sí –Mami me da un beso de esquimal y luego uno
normal en la barriguita-. El pañal para mi bebé.
Yo me incorporo sentado en la cama y Mami me quita la
camiseta y me pone la parte de arriba del pijama. Yo la dejo hacer mientras
muevo mi chupete sin pensar en nada. Después me vuelvo a tumbar en la cama y Mami
me pone los pantalones del pijama. Me da una palmadita en el culete, sobre el
abultado pañal, por fuera del pantalón, y yo gateo hasta dentro de las sábanas.
Cojo a Wile y lo pongo a mi lado. Mami baja la persiana y sale de la
habitación, dejándome a oscuras.
Y dentro de la cama, yo no tengo sueño.
Solo quería estar cobijado, con mi pañal, Wile y mi chupete.
Me palpo la parte de delante del pañal y disfruto de la sensación
de seguridad que me da llevarlo puesto. Gateo dentro de las sábanas y balbuceo
un poco como un bebé.
Ahora soy un bebé.
-Soy un bebé, Wile –le digo-. Y Mami me tiene que poner
pañales porque soy un bebe –me río con mi risita traviesa de bebé.
Ahora me da igual la Noche D o cualquier otra cosa. Soy un
bebé y los bebés no tienen preocupaciones.
Me pongo a jugar debajo de las sábanas al Sr.B. Es un juego
que me inventé hace muchos años, cuando vi un capítulo de Código KND en el que los chicos del barrio se enfrentaban a un
adulto pero en un cuerpo de bebé, que llevaba pañales y todo. El juego consiste
básicamente en ser el Sr.B y tener a dos cuidadores-secretarios que me sacan de
la cuna, me cambian el pañal, me ponen el chupete y me dan el biberón. En la
serie solo aparece llevando pañales pero yo le he añadido todo lo demás, porque
ser un bebé sin usar chupete, tomar biberón o dormir en cuna no le veo mucho
sentido.
Me invento situaciones de lo más dispares porque el Sr.B
solo aparece en un capítulo, así que se me tienen que ocurrir más ardiles para
poner en aprietos al Comando KND y que a mí me tengan que cambiar el pañal.
Ahora mi cama tiene un móvil así que juego a que en realidad es una hélice y
estoy en una cuna, y así puedo escapar del Comando KND.
Ojalá tuviese una cuna…
Cuando no se me ocurren más ideas para jugar, me abrazo a
Wile de lado y muevo mi chupete, dejando la mente en blanco, disfrutando del
momento. Me entran ganas de hacer pipí así que me lo hago encima.
Entonces oigo que Mami está hablando por teléfono en el
salón. Debe de ser por teléfono porque no he oído la puerta de casa abrirse.
Mami no suele hablar por teléfono a estas horas porque es su momento para ver Downton Abbey, así que debe ser
importante.
No teniendo nada mejor que hacer, salgo de la cama, notando
que el pañal pesa mucho más a causa del pipí.
Esto, si durmiese en una cuna no podría hacerlo.
Cojo a Wile entre mis brazos y abro la puerta de mi cuarto
sin hacer ruido. Llevando calcetines y teniendo el suelo de moqueta, no se me
oye andar. Solo el sonido que hace el pañal, que viene fatal cuando se quiere
pasar desapercibido, pero aun así Mami está en el salón y no lo oye.
-¿Y entonces Stuart está bien?
Mami debe de estar hablando con la madre de Ronald.
Pausa. La madre de Ronald le estará contando cómo está su
hijo pequeño.
-Es normal, hija. Es lo que tienen los bebés –pequeña
pausa-. Sí, por eso. Que estamos curadas en salud en lo de cuidar bebés.
¿Qué le está diciendo?
Estoy inquieto. Si Mami ha llamado a la madre de Ronald para
lo creo que lo ha hecho, le va a decir enseguida que Robin, el mejor amigo de
su hijo, con 12 años todavía lleva pañales.
-Sí, bueno, Joseline. Te llamaba para saber cómo estabas,
porque llevamos mucho tiempo sin hablar. Los críos son ya mayores y no nos necesitan
–pausa-. Ajá.
Me siento en la escalera, con abrazado a Wile, intentando no
perderme palabra de la conversación.
-Sí, ya me ha contado Robin lo de que han quedado para jugar
los juegos esos raros que les gustan –pausa-. Nada, mujer. Si el follón lo
tienes tú con los críos allí metidos –la madre de Ronald habla-. Claro, si lo
haría aquí pero yo es que no tengo sótano y allí los críos están más a su bola.
Pausa. Hablan por el otro lado
-El caso es, Joseline, que te llamaba por Robin –pausa-. Oh,
no. nada malo –le dice Mami-. Es solo que… A ver… Bueno, que el niño todavía
usa pañal para dormir…
Ya está. Ya lo ha hecho.
Se me sale un poquito de pipí.
-Sí… Entonces… Bueno, ya sabes cómo son los críos… Robin no
quiere que se enteren.
Primera persona fuera de mi familia que sabe que llevo
pañales.
Con 12 años.
-¡Claro! –exclama Mami-. Si yo le he dicho que no pasa nada,
pero Robin no quiere decírselo… Entonces he pensado que… -se interrumpe-. No,
no… Quiere que se lo ponga yo… -se vuelve a interrumpir-. Exacto, sí… He
pensado en quedarme allí hasta que los otros se duermen y ponerle el pañal en una
habitación o… -la madre de Ronald le dice algo-. Claro, y al día siguiente pues
tendría que ir antes de que se despierten los demás y quitárselo, qué remedio
–la madre de Ronald vuelve a hablar-. Un follón, sí. Pero lo que no hagamos por
los hijos…
Me empiezo a sentir mal…
Miro mi pañal y por un momento lo odio.
No quiero pañal.
No quiero ser un bebé.
Quiero ser un niño normal…
-No, él no quiere que se lo pongas tú. Le da vergüenza…
-pequeña pausa-. Sí, bueno, normal… ¿Entonces no habría problema con esto? –la
madre de Ronald contesta-. Pues muchas gracias, mujer. De verdad sé que es un
follón, te lo agradezco mucho… -Joseline le dirá que de nada-. Ya, pero bueno,
es complicado todo esto… -pausa-. Oh no, no es que Robin esté enfermo ni nada,
es solo… Bueno... que… se hace pis en la cama.
Ya he oído bastante.
Ahora se pondrán a hablar de lo pobrecito que soy teniendo
que llevar pañales para dormir. Me sé esa conversación de memoria. Mami la ha
tenido con todos mis tíos.
Vuelvo con Wile y mi pañal a mi cuarto, que ahora pesa más
que nunca y no solo por el pipí que lleva dentro.
Ser un bebé está bien.
Pero a veces… a veces desearía poder dormir siempre con
calzoncillos.
*****
Al final me quedé dormido.
Mami me despierta meciéndome el hombro y yo abro los ojitos
adormilado. Las sábanas están hechas un amasijo, yo estoy repantingado en la
cama y Wile está en el suelo.
Me siento mojado.
Mami pone una manita sobre el pañal.
-¿Cuánto pipí te has hecho? –me pregunta, aunque yo sé que
es una pregunta retórica-. El pañal ha estado a punto de desbordarse… Menos mal
que son buenos…
Como respuesta, yo muevo mi chupete con los ojos medio
cerrados.
-Voy a cambiarte antes de que te irrites, cariño.
Mami va hasta el armario y regresa con otro pañal también de
ositos. Lo deja a mi lado y comienza a quitarme el mojado.
Me desabrocha las cintas, me lo abre, me levanta las piernas
y me lo extrae.
-Uy, sí que pesa –dice mientras lo sostiene con una mano-. ¿Pero
cuánto pipí se ha hecho mi bebé? –de nuevo es una pregunta retórica.
Su bebé.
-Venga, vamos a limpiarte enseguida y a ponerte otro
pañalito.
Mami hace exactamente lo que dice: me seca muy bien y me
pone otro pañal.
Yo me siento mejor.
Se me escapa una risita de bebé.
-Me encanta verte reír, bebé –me dice Mami y me da un besito
en la barrigota.
Luego me hace muchas cosquillas, en la barriguita y en los
costados. Yo me río, agitando mis extremidades como un bebé.
¿Qué me pasa?
Hace… bueno, hace no sé cuánto tiempo porque no sé lo que
que he dormido, pero hace un rato estaba renegando de ser un bebé, y ahora no
puedo imaginar nada mejor que llevar un pañal y poder comportarme como un bebé.
-A gu gu –balbuceo.
-¿A gu gu? –Mami me mira y sonríe-. ¿Qué quiere mi bebé?
-Gu gu ga –balbuceo de nuevo con mi chupete-. Ga ga.
Solo quiero ser tu bebé, Mami.
Mami empieza a hacerme pedorretas en la barriguita. Yo me
río más y pataleo.
Al final me voy a hacer pipí encima.
Mami termina con las cosquillas y vuelve a mirarme, sentada
en la cama apoyada con un brazo mientras que con la otra me acaricia el pelo.
-Qué mono eres, bebé.
Yo balbuceo de nuevo, con el chupete lleno de saliva.
Mami se percata y me lo quita. Sé que va a limpiarlo pero
durante el tiempo que no lo tengo en la boca hago el gesto de chuparlo con los
labios. Mami lo limpia en su camiseta y me lo vuelve a dar. Lo recibo anhelante
y lo chupo más rápido.
-¿Tiene hambre mi bebé?
La verdad es que sí. No he comido casi nada.
-Ga ga –contesto.
-Mami te ha preparado un bibe –me dice mirándome con
avidez-. ¿Quieres que Mami te dé el bibe?
-¡Ga ga! –contesto emocionado.
Bibe con Mami.
Mami me coge en peso y me levanta. En sus brazos, con mi
pañal apoyado en su antebrazo, bajamos las escaleras y llegamos al salón. En la
televisión está Downton Abbey pausada
y en la mesa mi biberón caliente.
Mami se sienta en el sofá y me coloca sobre su regazo. Yo
muevo mi chupete inquieto. Hasta que Mami no lo ha dicho, no he caído en el
hambre que tengo. Quiero mi bibe.
Mami coge el biberón de la mesa y comprueba la temperatura
vertiendo un par de gotitas en su muñeca.
-Está perfecta –me quita el chupete de la boca con cuidado y
lo deja sobre la mesa-. Abre la boquita, bebé –me dice, aunque no hace ninguna
falta.
Abro la boca y recibo el biberón. Mami me lo da con una mano
mientras que la otra sujeta mi cuerpecito. Yo tengo los brazos rodeando su
cintura y la miro a los ojos mientras chupo la tetina, tomándome la leche.
Mami me mira con amor mientras me acurruca y me alimenta. De
vez en cuando me da un besito en la frente o me aparta un mechón de pelo de la
boca. Yo me río y unas gotitas de leche se desprenden por la comisura de los
labios, y ella me la limpia y me vuelve a dar un beso.
Cuando me acabo el biberón, Mami me hace expulsar los gases
y se sienta conmigo encima a seguir viendo la serie de la profesora de Harry
Potter. A mí me entran ganas de hacer
caca, pero llevo un pañal y soy un bebé, así que me la hago encima.
No voy hasta mi rinconcito, no.
¿Para qué?
Soy bebé que lleva pañales porque se hace pipí y caca
encima.
Así que me hago caca allí.
No recuerdo cuando fue la última vez que me hice caca en el mismo
sitio en el que me habían entrado las ganas, no en mi rincón. Normalmente, si
estoy en la cama con un pañal y tengo que hacer caca sí que me la hago allí,
porque me da pereza salir levantarme y ya llevo puesto el pañal.
Pero ahora es la primera vez que decido hacerme caca en el
mismo sitio en el que estoy, y eso es algo que nunca había podido hacer porque
siempre tengo que hacer caca estando solo.
Pero ahora me la he hecho aquí. Encima de Mami.
Dejo que la caca salga y la voy sintiendo reposar en el
pañal, sobre el regazo de Mami.
Cuando termino la miro.
-Mami. Caca.
-¿Tienes que hacer caca, bebé? –me pregunta acariciándome un
mechón de pelo.
-No, ya me la he hecho –respondo.
Mami olfatea el aire, luego baja su cabeza y pega la nariz a
la parte trasera de mi pañal.
-¿Te has hecho caca, Robin? –me pregunta extrañada-. ¿Aquí?
-Sí –respondo flojito-. ¿Qué pasa?
-Nada, cielo, nada –me responde, y la extrañez desaparece
parcialmente de su rostro-. Es que como siempre te vas a hacer caca a tu rinconcito,
me ha sorprendido que te la hagas aquí, pero bueno, llevas puesto un pañal, así
que lo mismo da. Te cambio, ¿no?
-Sí –respondo poniéndome el chupete.
Mami me lleva de nuevo en brazos hasta mi habitación, y yo
puedo sentir en el culete toda la caca. Mami me deja sobre la cama y me cambia.
Me cambia como siempre, con ternura y mimos. Sea caca o
pipí. Mami se asegura que quede bien limpito antes de ponerme el otro pañal, y
cuando lo hace, firma el cambio con un besito en la tripita.
*****
Es la hora de dormir. He pasado toda la tarde siendo un
bebé. Primero con Mami en el sofá viendo la serie esa tan aburrida. Después ha
legado Elia y hemos estado los tres. Ellas me hacían cosquillas y yo me reía
como un bebé y pataleaba. No he hablado más allá de decir Mami, pipí cuando he
mojado el pañal, todo lo demás han sido balbuceos y gimoteos. A Elia también le
ha gustado. A pesar de lo que diga, sé que le encanta verme como a un bebé.
Luego Mami se ha ido y yo me he quedado con Elia jugando. Ella se señalaba
partes de la cara y yo le tenía que decir cómo se llamaban.
Yo se las señalaba con el chupete y mi vocecita de bebé.
Como a un bebé cuando le enseñas palabras.
Como hacía con ella las mañanas que pasábamos solos en casa
de tía Gayle.
Mami ha traído la cena al salón y hemos cenado los tres
juntos en el mismo sofá mientras veíamos Mulán,
una de mis películas favoritas.
Mami me está cambiando de pañal para irme a dormir. Yo
espero dócil a que termine para poder tomarme el bibe que reposa sobre el
escritorio, al lado del trabajo de historia de un niño de 12 años.
-He hablado con la madre de Ronald esta tarde, Robin –me
dice mientras me empieza a poner el pañal nuevo, uno de conejitos.
Mami me cuenta toda la conversación que ha tenido por
teléfono y yo finjo no saber nada.
-Entonces hacemos eso –dice mientras me abrocha las cintas
sobre los conejos sujetando las aes, bes y ces-. Te pongo el pañal cuando se
vayan a dormir y luego te lo quito antes de que os levantéis. Te diré la hora
para que te pongas una alarma en el móvil.
No digo nada. Muevo mi chupete pensativo.
Me viene de nuevo la inquietud.
¿Por qué no puedo ser un bebé normal y corriente?
Con mis pañales, mi chupete y mi biberón.
Con Wile haciéndome compañía y con un móvil de avioncitos
sobre mi cama.
Con Mami cambiándome el pañal y haciéndome muchas
cosquillitas.
A veces… A veces desearía llevar siempre un pañal.
Excelente!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias!!!
EliminarParece que el "gran momento" de Robin se acerca cada vez más. Me da que nos llevaremos una sorpresa más de uno jijijiji.
ResponderEliminarUn gran capítulo Tony, como siempre.
Hahahaha
EliminarQueda un poquito aún :)
Me alegro de que te gustase y de leerte de nuevo^^