5 de febrero de 2019

Los 2 Mundos de Robin Starkley - Capítulo 11: Es lo que tienen los bebés




Ronald, Joseph, Eddy, Miles y yo estamos sentados en las escaleras del patio. Es la hora del recreo y miramos como los demás juegan al fútbol. Nos hemos apartado del resto de gente a propósito, para poder hablar de la noche del War of Empires, a la que llamaremos a partir de ahora Noche D, por Desgracia y por Desastre.
El problema es que Miles se ha quedado con nosotros porque está cansado del fútbol y los chicos mayores no le dejan jugar al baloncesto con ellos, así que estamos todos hablando de otras cosas mientras hacemos tiempo a ver si le da por ir al baño, comprarse el almuerzo o simplemente irse a otro sitio.
-Entonces Arrow, bueno, ya es Flecha Verde, se descuelga y va tumbando uno por uno a todos los gánsteres que le van saliendo –esto lo digo yo, que si no puedo hablar de videojuegos mi único otro tema de conversación por el que no me llamarían bebé (o no tanto) son las series de la tele.
-Joder, Robin –me dice Joseph-, no sé cómo puedes ver las series esas de The CW. Son tan cutres….
-Bueno, pero a mí me entretienen –respondo.
-Para eso ponte a ver… No sé… Narcos o algo así en Netflix.
-No me gustan las series de droga y de matar por matar.
-Claro que no. porque eres un niñito pequeño que solo ve superhéroes.
-Tú también ves cosas de Superhéroes, Joseph –le dice Eddy-. Nos insististe a todos para ir a ver la nueva de Los Vengadores al cine.
-Pero eso es distinto, croqueta –le replica Joseph.
-¿Por qué es distinto, cara de palo? –le espeta Eddy, que no se achanta ante él.
-Venga tíos, dejadlo ya –les dice Ronald a los dos.
-¡Joder! –exclama de pronto Miles-. ¡Vaya puñado de frikis! Me largo antes de que alguien me diga que no puedo estar sentado aquí porque es su sitio –se levanta-. Me largo a jugar a fútbol. Será mejor que estar aquí aguantando paridas de superhéroes.
Se larga.
-Será subnormal el tío –dice Ronald cuando se asegura de que Miles no puede oírle-. A veces me dan ganas de estrellarle la cabeza contra un bordillo, en plan American Story X.
-Déjalo –Joseph mira también a los chicos jugar-. En parte tiene razón, somos unos malditos frikis.
-Frikis son ellos con su Messi juega mejor que tal o Buffon ha estado en tal equipo, luego en cual y luego en pascual. O saberse de memoria todas las copas que ha ganado el Manchester United y qué jugador marcó o dejó de marcar. Me dirás que eso no es también de frikis –dice Eddy con asco.
-A lo que vamos, chicos –Ronald da una palmada y se frota las manos-. Ya tenemos fecha para la noche del War of Empires.
-¿De verdad? –Eddy y Joseph se acerca a Ronald y lo miran emocionados y yo no puedo por menos que fingir que también lo estoy.
-Así es –sigue Ronald-. Mi madre se puso un poco pesada porque tiene que cuidar de Stuart… Ya sabéis, pañales, biberones, todo eso… -yo agacho la cabeza un poco para que no me vean enrojecer, como siempre que alguien menciona la palabra Pañal, o Biberón. O cualquiera relacionada con bebés-. Entonces estaba un poco reticente, pero a base de ser pesado y tener que sacar la basura todos los días y limpiar el desván unas cuantas veces, he conseguido que me deje.
-¡Toma ya! –Joseph le da una palmada en el hombro-. ¡Sacrificándose por el equipo!
-Entonces ¿cuándo va a ser? –pregunta Eddy.
-Este finde no, mi madre recibe a un hermano de Oregón. Será el siguiente. ¡No hagáis planes para dentro de dos findes porque vamos a pasar la noche más memorable de nuestras vidas!
-¡¡SÍÍÍÍ!! –gritan Joseph y Eddy y nos cogen a todos para un abrazo colectivo.
-¿A qué sería la hostia si ahora estos tíos te regalan otro juegazo?-le pregunta Joseph a Ronald una vez nos hemos separado.
-No creo que vaya a tener tanta suerte.
Guarda un poco de suerte para mí, Ronald. La voy a necesitar.


*****


Cuando llego a casa estoy muy inquieto, así que lo primero que hago es ponerme el chupete y lo segundo tirarme sobre la cama a chuparlo y ver los avioncitos girar.
Al final ha pasado. Está ya aquí. Uno de los momentos que más temía en mi vida ha llegado.
Es pensar en estar delante de mis amigos llevando un pañal y se me revuelve el estómago. Es una pesadilla hecha realidad.
Van a ver el otro lado de Robin.
El Robin bebé.
¿El verdadero Robin?
Últimamente no sé si soy el Robin de 12 años que sale con sus amigos, va al colegio y juega a videojuegos o el Robin que necesita pañales, chupete y que su Mami le dé un biberón.
Conforme se acerca la fecha de la Noche D mis dos mitades están cada vez más difusas, preparándose para chocar. Y quién sabe cuál será el producto resultante de esa colisión.
Es como una fuerza irresistible chocando contra un objeto inamovible, siendo la fuerza irresistible los planes sociales y el objeto inamovible un pañal que tengo que llevar para dormir.
Bueno, y para hacer caca, y cuando me siento inquieto… Pero ahora solo me preocupa tener que llevarlo para dormir.
Como si no fuera bastante ya.
-¿Qué hago, Wile? –le pregunto a mi peluche. Lo abrazo luego contra mi pecho sintiendo su contacto-. Tú no llevas pañales y no tienes estas preocupaciones. Solo eres un peluche. Y yo soy un niño y un bebé a la misma vez.
Oigo a Mami que me llama para comer y me apresuro a bajar las escaleras.


*****


-¿El chupete en la mesa, Robin?
Me lo quito y bajo la vista hasta las mini hamburguesas que hay en mi plato.
Mami me compra todavía comida de niños pequeños. También tengo trocitos de pescado con forma de pececitos y estrellas de mar y a veces me compra algún huevo de chocolate con sorpresa en el interior.
Sin embargo no puedo estar con un chupete en la mesa.
-Mami –le digo con voz flojita-, ¿después de comer puedes ponerme a dormir la siesta?
-Claro, Robin –me contesta. Luego me mira algo preocupada-. ¿Te pasa algo?
-Estoy un poquito inquieto –le digo bajando de nuevo la cabeza.
-¿Y eso?
-Dentro de dos fines de semana es lo de Ronald… ¿Qué voy a hacer?
-¿Cómo que qué vas a hacer? Pues ir.
-¿Con pañal?
-No puedes dejar de hacer vida normal por llevar pañales para dormir, Robin.
-Pero se van a reír de mí…
Dios, se van a reír mucho.
No quiero.
No quiero y no quiero.
Necesito mi chupete.
Hago ademán de cogerlo y veo que Mami no me dice nada. Me lo pongo en la boca y unas lágrimas empiezan a salirme de los ojos. Lo muevo en mi boquita.
Chup, chup, chup, chup, chup, chup, chup
Mami no me dice nada. Ni siquiera que me lo quite en la mesa. Me mira, compasiva y con un deje de tristeza mientras su hijo de 12 años chupa un chupete.
-Robin… -me dice flojito al cabo de un poco-. Son tus amigos, no se van a reír… A Ronald lo conoces desde hace seis años… Os han puesto pañales a los dos juntos.
-Eso fue hace mucho –contesto mientras sorbo los mocos.
-Da igual, eso es un vínculo. Ronald y tú sois como hermanos. De pequeños os decían Ro-Ro.
Suelto una risita nerviosa.
-Odiaba eso.
Mami sonríe también.
-Lo sé.
-¿Y Joseph?
-Lo aceptará también –me responde.
-¿Y Eddy?
-¿Eddy es el nuevo que no conozco?
-Ha ido a nuestra clase siempre, pero ha empezado a salir con nosotros este año. No sabíamos que le gustaban los videojuegos.
-Pues lo aceptará también.
-¿Cómo lo sabes?
-Son tus amigos.
-No –respondo-. Son los amigos del Robin de 12 años, no del Robin bebé.
-Son el mismo Robin –me dice Mami.
Sigo chupando mi chupete. He perdido el apetito.
-Díselo –me dice Mami-. Diles que tienes que llevar pañales para dormir. No hace falta que les digas nada más. No les hables del chupete, no les hables del biberón.
-¿Es necesario que se lo diga?
-Yo no te voy a obligar, esa es tu decisión –me dice Mami-. Pero a esa quedada tienes que ir. El pañal no puede evitar que hagas una vida normal –me repite.
-Prefiero no decírselo –digo.
-Como tú quieras.
-¿Entonces? –la miro a los ojos moviendo el chupete.
-¿Entonces qué?
-¡¿Cómo lo vamos a hacer para ponerme el pañal?!
Mami hace una pequeña pausa.
-¿Quieres que te lo ponga yo o la madre o el padre de Ronald?
-¡¿¿Has perdido la cabeza??! ¡¡Pues tú!!
Mami asiente.
-Pues me tocará quedarme arriba con los padres de Ronald hasta que sea la hora de acostaros.
-¿Lo harás? –le pregunto anhelante.
-¡Pues claro que lo haré! He hecho cosas más duras por ti, ¿sabes? Te di a luz.
-¡Mami, esto es serio! –protesto.
-Vale, vale –asiente, aunque aún sonríe-. Lo siento.
-Vale. ¿Entonces qué? –quiero que todo el plan esté lo más claro posible para así estar más tranquilo aunque sé que eso es imposible.
-Entonces me quedo, os acostáis, y cuando se duerman subes arriba, te pongo el pañal, bajas y te vuelves a acostar –me mira-. Es lo único que se me ocurre.
-Está bien.
No es el mejor plan del mundo pero a mí no se me ocurre otro mejor.
-Pero no te vayas a quedar durmiendo cuando os acostéis –me advierte Mami-. Porque me tocará bajar a buscarte y si tus amigos aún están despiertos me verán ahí. O aún peor, puedes hacerte pipí –me mira y yo he dejado de mover el chupete. No había caído en esa laguna del plan-. ¿Puedo confiar en ti para eso, Robin? –me pregunta seriamente.
Sí, puede confiar en mí.
Y además no me queda otra.
-Sí –respondo.
Mami asiente y vuelve a su plato.
Yo miro mis mini hamburguesas pero no tengo ni pizca de hambre. Vuelvo a mover mi chupete y estoy inquieto.
Quiero pañal.
-Mami –ella me mira-. ¿Puedes acostarme a dormir la siesta?
-Pero si no has comido nada, Robin –me dice Mami.
-No tengo hambre –respondo flojito-. Estoy inquieto.
-Está bien –se levanta y viene hacia mí-. Vente, vamos –y me ofrece su mano.
Yo la cojo y andamos los dos juntos hasta mi cuarto. Allí, como siempre: me tumbo bocarriba y espero a que Mami me ponga el pañal.
Regresa a la cama con un pañal de ositos. Me baja los pantalones y me quita los calzoncillos. Después abre el pañal y me lo pasa por el culito levantándome las piernas, luego me lo pasa por la entrepierna y me lo abrocha muy fuerte con las cintas.
Ya llevo un pañal.
El bebé ya lleva su pañal.
Me siento más seguro.
El pañal me protege, pienso con mi vocecita de bebé.
No sabía que la tenía también en mi cabeza.
-El bebé ya lleva su pañal –le digo a Mami con mi voz de bebé llevándome las manos al pañal.
-Claro que sí –Mami me da un beso de esquimal y luego uno normal en la barriguita-. El pañal para mi bebé.
Yo me incorporo sentado en la cama y Mami me quita la camiseta y me pone la parte de arriba del pijama. Yo la dejo hacer mientras muevo mi chupete sin pensar en nada. Después me vuelvo a tumbar en la cama y Mami me pone los pantalones del pijama. Me da una palmadita en el culete, sobre el abultado pañal, por fuera del pantalón, y yo gateo hasta dentro de las sábanas. Cojo a Wile y lo pongo a mi lado. Mami baja la persiana y sale de la habitación, dejándome a oscuras.
Y dentro de la cama, yo no tengo sueño.
Solo quería estar cobijado, con mi pañal, Wile y mi chupete.
Me palpo la parte de delante del pañal y disfruto de la sensación de seguridad que me da llevarlo puesto. Gateo dentro de las sábanas y balbuceo un poco como un bebé.
Ahora soy un bebé.
-Soy un bebé, Wile –le digo-. Y Mami me tiene que poner pañales porque soy un bebe –me río con mi risita traviesa de bebé.
Ahora me da igual la Noche D o cualquier otra cosa. Soy un bebé y los bebés no tienen preocupaciones.
Me pongo a jugar debajo de las sábanas al Sr.B. Es un juego que me inventé hace muchos años, cuando vi un capítulo de Código KND en el que los chicos del barrio se enfrentaban a un adulto pero en un cuerpo de bebé, que llevaba pañales y todo. El juego consiste básicamente en ser el Sr.B y tener a dos cuidadores-secretarios que me sacan de la cuna, me cambian el pañal, me ponen el chupete y me dan el biberón. En la serie solo aparece llevando pañales pero yo le he añadido todo lo demás, porque ser un bebé sin usar chupete, tomar biberón o dormir en cuna no le veo mucho sentido.
Me invento situaciones de lo más dispares porque el Sr.B solo aparece en un capítulo, así que se me tienen que ocurrir más ardiles para poner en aprietos al Comando KND y que a mí me tengan que cambiar el pañal. Ahora mi cama tiene un móvil así que juego a que en realidad es una hélice y estoy en una cuna, y así puedo escapar del Comando KND.
Ojalá tuviese una cuna…
Cuando no se me ocurren más ideas para jugar, me abrazo a Wile de lado y muevo mi chupete, dejando la mente en blanco, disfrutando del momento. Me entran ganas de hacer pipí así que me lo hago encima.
Entonces oigo que Mami está hablando por teléfono en el salón. Debe de ser por teléfono porque no he oído la puerta de casa abrirse. Mami no suele hablar por teléfono a estas horas porque es su momento para ver Downton Abbey, así que debe ser importante.
No teniendo nada mejor que hacer, salgo de la cama, notando que el pañal pesa mucho más a causa del pipí.
Esto, si durmiese en una cuna no podría hacerlo.
Cojo a Wile entre mis brazos y abro la puerta de mi cuarto sin hacer ruido. Llevando calcetines y teniendo el suelo de moqueta, no se me oye andar. Solo el sonido que hace el pañal, que viene fatal cuando se quiere pasar desapercibido, pero aun así Mami está en el salón y no lo oye.
-¿Y entonces Stuart está bien?
Mami debe de estar hablando con la madre de Ronald.
Pausa. La madre de Ronald le estará contando cómo está su hijo pequeño.
-Es normal, hija. Es lo que tienen los bebés –pequeña pausa-. Sí, por eso. Que estamos curadas en salud en lo de cuidar bebés.
¿Qué le está diciendo?
Estoy inquieto. Si Mami ha llamado a la madre de Ronald para lo creo que lo ha hecho, le va a decir enseguida que Robin, el mejor amigo de su hijo, con 12 años todavía lleva pañales.
-Sí, bueno, Joseline. Te llamaba para saber cómo estabas, porque llevamos mucho tiempo sin hablar. Los críos son ya mayores y no nos necesitan –pausa-. Ajá.
Me siento en la escalera, con abrazado a Wile, intentando no perderme palabra de la conversación.
-Sí, ya me ha contado Robin lo de que han quedado para jugar los juegos esos raros que les gustan –pausa-. Nada, mujer. Si el follón lo tienes tú con los críos allí metidos –la madre de Ronald habla-. Claro, si lo haría aquí pero yo es que no tengo sótano y allí los críos están más a su bola.
Pausa. Hablan por el otro lado
-El caso es, Joseline, que te llamaba por Robin –pausa-. Oh, no. nada malo –le dice Mami-. Es solo que… A ver… Bueno, que el niño todavía usa pañal para dormir…
Ya está. Ya lo ha hecho.
Se me sale un poquito de pipí.
-Sí… Entonces… Bueno, ya sabes cómo son los críos… Robin no quiere que se enteren.
Primera persona fuera de mi familia que sabe que llevo pañales.
Con 12 años.
-¡Claro! –exclama Mami-. Si yo le he dicho que no pasa nada, pero Robin no quiere decírselo… Entonces he pensado que… -se interrumpe-. No, no… Quiere que se lo ponga yo… -se vuelve a interrumpir-. Exacto, sí… He pensado en quedarme allí hasta que los otros se duermen y ponerle el pañal en una habitación o… -la madre de Ronald le dice algo-. Claro, y al día siguiente pues tendría que ir antes de que se despierten los demás y quitárselo, qué remedio –la madre de Ronald vuelve a hablar-. Un follón, sí. Pero lo que no hagamos por los hijos…
Me empiezo a sentir mal…
Miro mi pañal y por un momento lo odio.
No quiero pañal.
No quiero ser un bebé.
Quiero ser un niño normal…
-No, él no quiere que se lo pongas tú. Le da vergüenza… -pequeña pausa-. Sí, bueno, normal… ¿Entonces no habría problema con esto? –la madre de Ronald contesta-. Pues muchas gracias, mujer. De verdad sé que es un follón, te lo agradezco mucho… -Joseline le dirá que de nada-. Ya, pero bueno, es complicado todo esto… -pausa-. Oh no, no es que Robin esté enfermo ni nada, es solo… Bueno... que… se hace pis en la cama.
Ya he oído bastante.
Ahora se pondrán a hablar de lo pobrecito que soy teniendo que llevar pañales para dormir. Me sé esa conversación de memoria. Mami la ha tenido con todos mis tíos.
Vuelvo con Wile y mi pañal a mi cuarto, que ahora pesa más que nunca y no solo por el pipí que lleva dentro.
Ser un bebé está bien.
Pero a veces… a veces desearía poder dormir siempre con calzoncillos.


*****


Al final me quedé dormido.
Mami me despierta meciéndome el hombro y yo abro los ojitos adormilado. Las sábanas están hechas un amasijo, yo estoy repantingado en la cama y Wile está en el suelo.
Me siento mojado.
Mami pone una manita sobre el pañal.
-¿Cuánto pipí te has hecho? –me pregunta, aunque yo sé que es una pregunta retórica-. El pañal ha estado a punto de desbordarse… Menos mal que son buenos…
Como respuesta, yo muevo mi chupete con los ojos medio cerrados.
-Voy a cambiarte antes de que te irrites, cariño.
Mami va hasta el armario y regresa con otro pañal también de ositos. Lo deja a mi lado y comienza a quitarme el mojado.
Me desabrocha las cintas, me lo abre, me levanta las piernas y me lo extrae.
-Uy, sí que pesa –dice mientras lo sostiene con una mano-. ¿Pero cuánto pipí se ha hecho mi bebé? –de nuevo es una pregunta retórica.
Su bebé.
-Venga, vamos a limpiarte enseguida y a ponerte otro pañalito.
Mami hace exactamente lo que dice: me seca muy bien y me pone otro pañal.
Yo me siento mejor.
Se me escapa una risita de bebé.
-Me encanta verte reír, bebé –me dice Mami y me da un besito en la barrigota.
Luego me hace muchas cosquillas, en la barriguita y en los costados. Yo me río, agitando mis extremidades como un bebé.
¿Qué me pasa?
Hace… bueno, hace no sé cuánto tiempo porque no sé lo que que he dormido, pero hace un rato estaba renegando de ser un bebé, y ahora no puedo imaginar nada mejor que llevar un pañal y poder comportarme como un bebé.
-A gu gu –balbuceo.
-¿A gu gu? –Mami me mira y sonríe-. ¿Qué quiere mi bebé?
-Gu gu ga –balbuceo de nuevo con mi chupete-. Ga ga.
Solo quiero ser tu bebé, Mami.
Mami empieza a hacerme pedorretas en la barriguita. Yo me río más y pataleo.
Al final me voy a hacer pipí encima.
Mami termina con las cosquillas y vuelve a mirarme, sentada en la cama apoyada con un brazo mientras que con la otra me acaricia el pelo.
-Qué mono eres, bebé.
Yo balbuceo de nuevo, con el chupete lleno de saliva.
Mami se percata y me lo quita. Sé que va a limpiarlo pero durante el tiempo que no lo tengo en la boca hago el gesto de chuparlo con los labios. Mami lo limpia en su camiseta y me lo vuelve a dar. Lo recibo anhelante y lo chupo más rápido.
-¿Tiene hambre mi bebé?
La verdad es que sí. No he comido casi nada.
-Ga ga –contesto.
-Mami te ha preparado un bibe –me dice mirándome con avidez-. ¿Quieres que Mami te dé el bibe?
-¡Ga ga! –contesto emocionado.
Bibe con Mami.
Mami me coge en peso y me levanta. En sus brazos, con mi pañal apoyado en su antebrazo, bajamos las escaleras y llegamos al salón. En la televisión está Downton Abbey pausada y en la mesa mi biberón caliente.
Mami se sienta en el sofá y me coloca sobre su regazo. Yo muevo mi chupete inquieto. Hasta que Mami no lo ha dicho, no he caído en el hambre que tengo. Quiero mi bibe.
Mami coge el biberón de la mesa y comprueba la temperatura vertiendo un par de gotitas en su muñeca.
-Está perfecta –me quita el chupete de la boca con cuidado y lo deja sobre la mesa-. Abre la boquita, bebé –me dice, aunque no hace ninguna falta.
Abro la boca y recibo el biberón. Mami me lo da con una mano mientras que la otra sujeta mi cuerpecito. Yo tengo los brazos rodeando su cintura y la miro a los ojos mientras chupo la tetina, tomándome la leche.
Mami me mira con amor mientras me acurruca y me alimenta. De vez en cuando me da un besito en la frente o me aparta un mechón de pelo de la boca. Yo me río y unas gotitas de leche se desprenden por la comisura de los labios, y ella me la limpia y me vuelve a dar un beso.
Cuando me acabo el biberón, Mami me hace expulsar los gases y se sienta conmigo encima a seguir viendo la serie de la profesora de Harry Potter.  A mí me entran ganas de hacer caca, pero llevo un pañal y soy un bebé, así que me la hago encima.
No voy hasta mi rinconcito, no.
¿Para qué?
Soy bebé que lleva pañales porque se hace pipí y caca encima.
Así que me hago caca allí.
No recuerdo cuando fue la última vez que me hice caca en el mismo sitio en el que me habían entrado las ganas, no en mi rincón. Normalmente, si estoy en la cama con un pañal y tengo que hacer caca sí que me la hago allí, porque me da pereza salir levantarme y ya llevo puesto el pañal.
Pero ahora es la primera vez que decido hacerme caca en el mismo sitio en el que estoy, y eso es algo que nunca había podido hacer porque siempre tengo que hacer caca estando solo.
Pero ahora me la he hecho aquí. Encima de Mami.
Dejo que la caca salga y la voy sintiendo reposar en el pañal, sobre el regazo de Mami.
Cuando termino la miro.
-Mami. Caca.
-¿Tienes que hacer caca, bebé? –me pregunta acariciándome un mechón de pelo.
-No, ya me la he hecho –respondo.
Mami olfatea el aire, luego baja su cabeza y pega la nariz a la parte trasera de mi pañal.
-¿Te has hecho caca, Robin? –me pregunta extrañada-. ¿Aquí?
-Sí –respondo flojito-. ¿Qué pasa?
-Nada, cielo, nada –me responde, y la extrañez desaparece parcialmente de su rostro-. Es que como siempre te vas a hacer caca a tu rinconcito, me ha sorprendido que te la hagas aquí, pero bueno, llevas puesto un pañal, así que lo mismo da. Te cambio, ¿no?
-Sí –respondo poniéndome el chupete.
Mami me lleva de nuevo en brazos hasta mi habitación, y yo puedo sentir en el culete toda la caca. Mami me deja sobre la cama y me cambia.
Me cambia como siempre, con ternura y mimos. Sea caca o pipí. Mami se asegura que quede bien limpito antes de ponerme el otro pañal, y cuando lo hace, firma el cambio con un besito en la tripita.


*****


Es la hora de dormir. He pasado toda la tarde siendo un bebé. Primero con Mami en el sofá viendo la serie esa tan aburrida. Después ha legado Elia y hemos estado los tres. Ellas me hacían cosquillas y yo me reía como un bebé y pataleaba. No he hablado más allá de decir Mami, pipí cuando he mojado el pañal, todo lo demás han sido balbuceos y gimoteos. A Elia también le ha gustado. A pesar de lo que diga, sé que le encanta verme como a un bebé. Luego Mami se ha ido y yo me he quedado con Elia jugando. Ella se señalaba partes de la cara y yo le tenía que decir cómo se llamaban.
Yo se las señalaba con el chupete y mi vocecita de bebé.
Como a un bebé cuando le enseñas palabras.
Como hacía con ella las mañanas que pasábamos solos en casa de tía Gayle.
Mami ha traído la cena al salón y hemos cenado los tres juntos en el mismo sofá mientras veíamos Mulán, una de mis películas favoritas.
Mami me está cambiando de pañal para irme a dormir. Yo espero dócil a que termine para poder tomarme el bibe que reposa sobre el escritorio, al lado del trabajo de historia de un niño de 12 años.
-He hablado con la madre de Ronald esta tarde, Robin –me dice mientras me empieza a poner el pañal nuevo, uno de conejitos.
Mami me cuenta toda la conversación que ha tenido por teléfono y yo finjo no saber nada.
-Entonces hacemos eso –dice mientras me abrocha las cintas sobre los conejos sujetando las aes, bes y ces-. Te pongo el pañal cuando se vayan a dormir y luego te lo quito antes de que os levantéis. Te diré la hora para que te pongas una alarma en el móvil.
No digo nada. Muevo mi chupete pensativo.
Me viene de nuevo la inquietud.
¿Por qué no puedo ser un bebé normal y corriente?
Con mis pañales, mi chupete y mi biberón.
Con Wile haciéndome compañía y con un móvil de avioncitos sobre mi cama.
Con Mami cambiándome el pañal y haciéndome muchas cosquillitas.
A veces… A veces desearía llevar siempre un pañal.

4 comentarios:

  1. Parece que el "gran momento" de Robin se acerca cada vez más. Me da que nos llevaremos una sorpresa más de uno jijijiji.
    Un gran capítulo Tony, como siempre.

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    1. Hahahaha

      Queda un poquito aún :)

      Me alegro de que te gustase y de leerte de nuevo^^

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