29 de octubre de 2014

Adultos en dibujos animados que usan cosas de bebé

Hola!
Estoy todavía liado con Vida de Chris, pero tendréis el nuevo capítulo muy pronto :)
Mientras tanto, me gustaría compartir con vosotros un capítulo de una serie de dibujos que se llamaba Walter Melon.
La serie consistía en un tipo gordo que, a veces acompañado por su ayudante miope, se iban metiendo en los cuentos y películas para sustituir al protagonista, que por diversas razones se encontraba indispuesto y no podía llevar a cabo su trabajo. Es entonces cuando los co-protagonistas de la historia se ponían en contacto con Walter Melon para que fuera a suplir al protagonista y así salvar la situación. Walter Melon llamaba a su oficio Héroe de Alquiler. Así, sustituía a Spiderman, Batman, Han Solo, etc... y siempre era el mismo tipo el que asumía el rol de antagonista, y la misma chica la que hacía de la chica que lo acompañaba.
Y os preguntaréis, ¿que hace este tío hablándonos de una serie de dibujos en un blog de Adult Babies y pañales? La respuesta es simple: en muchos dibujos animados caracterizan a personajes adultos con muchas cosas de bebés. Hemos visto adultos que llevan pañales, usan chupete, duermen con un osito, etc... Pues en este capítulo que os comparto, Walter Melon tenía que sustituir a D'Artagnan en Los 3 Mosqueteros, y su misión era recuperar el conejito de peluche del rey, que lo habían secuestrado. Pero que no es el único objeto de bebés que tiene este rey...
Resulta curioso como muchas veces, en los dibujos animados, caracterizan a personajes que tienen un gran poder, en este caso el de ser un rey como también le pasa al Príncipe Juan en la versión de Disney sobre Robin Hood, con comportamientos y actitudes de bebés. También le pasa al Sr.B, enemigo de Código KND, que es un presidente de una compañía televisiva pero que tiene el tamaño de un bebé y que lleva pañales.
¿Por qué nos plantean esto los guionistas? ¿Por una símil entre el poder que tienen peor que en el fondo no son más que bebés? ¿O es que acaso hay algún guionista un poquito Adult Baby?
No sé, me parecía algo sobre lo que reflexionar.
Me gustaría saber que opináis vosotros acerca de este tema.
Sin más, aquí os dejo el capítulo de Walter Melon en el que se mete en la novela de Los 3 Mosqueteros.
Está en francés, sorry. No lo he encontrado en castellano:
Dejad vuestras opiniones como comentarios en este post o en mi dirección de correo electrónico: iwantmydummy@gmail.com
Un saludo, amig@s!! :))

16 de octubre de 2014

Vida de Chris - Capítulo 7: Mojado en el supermercado

Un día más en mi vida. Eso es lo que pasó. Mi vida estaba tomando un camino muy distinto en los últimos meses. Había empezado mojando la cama y había acabado llevando pañales todo el día y usando chupete.
Era por la mañana y mamá me estaba cambiando el pañal. Había pasado una noche muy tranquila. El vigila-bebés llevaba una semana en mi mesita de noche y solo había hecho uso de él una noche, cuando me desperté y llamé a mamá para que me cambiara el pañal. Ahora ella lo estaba haciendo otra vez. Me encantaba el momento de mi cambio de pañal, mamá lo hacía con mucha ternura y cuando acababa siempre me decía palabras bonitas. Al principio no me gustaban, no es normal que un chico de 13 años lleve pañales y su mamá le cambie y le hable como un bebé pero después hacían que me sintiera más a gusto.
Ahora estaba tumbado bocarriba con la mirada perdida y haciendo chup chup, esperando a que mamá terminase para poder irme a jugar.
-¡Vaya! -exclamó cuando llegó con el pañal limpio-. Solo nos quedan 2 pañales más, tendré que ir esta tarde al supermercado. Tú procura no mojar este que te voy a poner por si acaso, ¿vale?
Procura no mojar el pañal, como si dependiese de mí.
-Pero mamá, shi no lo hago aposhta -dije con mi chupete en la boca, como es evidente.
-Lo sé, Chris, era una broma -contestó mientras me abrochaba fuertemente las cintas.
Después fue hasta el armario y volvió con un pantaloncito corto y una camiseta con el logo de Batman. Aunque yo podía ponerme la ropa solo, dejaba que lo hiciera mamá. Últimamente formaba ya parte del cambio de pañal.
Con el pañal ya limpito me tiré a la alfombra de mi habitación a jugar con las figuras de acción. Mamá se fue a hacer las cosas de la casa. Mi vida se había convertido en muy rutinaria desde que empecé a llevar pañales a todas horas. Me levantaba, me cambiaban, jugaba, comía, dormía la siesta, me cambiaban, veía la tele, me cambiaban, cenaba, veía una película, me cambiaban y a dormir. Solía usar al día 4 pañales. Lo peor era cuando me hacía caca encima. Poco a poco iba acostumbrándome y cada vez me alteraba menos, pero seguía poniéndome muy inquieto y necesitaba que mamá me tranquilizase haciendo uso del chupete y de sus mimos antes de cambiarme. Normalmente me hacía caca después de la siesta; me despertaba con ganas e intentaba llegar al baño pero siempre me la hacía encima. Estaba a punto de tirar la toalla en este tema y simplemente hacérmela en el pañal tranquilamente.
A la hora de comer, mamá me llamó a la mesa. Dejé la emocionante lucha que estaba teniendo lugar en mi alfombra entre Spiderman y el Duende Verde y fui a la cocina.
Las comidas y las cenas se habían convertido en otro punto de inflexión. En la última semana me había atragantado con la comida sólida 4 veces y mamá se estaba empezando ya a preocupar. Lo que había hecho los 2 días anteriores había sido triturar el filete y dármelo como si fuera papilla y hacerme puré de calabacín que sabía que me encantaba. Evitaba darme alimentos sólidos siempre que podía. Yo se lo agradecía, pues no quería más sustos y prefería tomarme las cosas trituradas.
Hoy no fue una excepción, mamá había hecho lentejas para comer y las mías estaban hechas puré. Me senté a comer y mamá me puso el babero alrededor del cuello. Es una costumbre que cogió hace 3 días, desde que se me calló el puré de pescado en una de las camisetas nuevas que me compró en el centro comercial aquel famoso día que me hice caca encima.
Me quité el chupete de la boca y lo dejé en un lado de la mesa. Yo nunca he sido lo que podríamos calificar como rápido a la hora de comer, y de hecho, últimamente me había vuelto más lento. Me quedaba mirando la tele y comía muy despacio. Mamá ante esto se desesperaba. Cuando yo era pequeño, lo que ella solía hacer era darme la comida para ir más deprisa. Ahora parecía que había recuperado esa vieja costumbre, pues cuando ella ya había acabado con su plato, el mío apenas había disminuido.
Lo mismo pasó hoy. Mamá ya casi había terminado de comer y yo estaba todavía intentando acabar con el puré de lentejas.
-¡Ay, Chris! ¡Ya estamos otra vez! -dijo mamá.
Entonces, me cogió de los sobacos y me sentó en su regazo. Acercó mi cuenco de puré hacia ella y comenzó a darme la comida. La verdad es que yo prefería comer así, sentado encima de mami y siendo ella la que me daba la comida. Me iba dando el puré y limpiándome los labios, porque me manchaba mucho. Cuando terminé, me acercó el vaso de agua para que bebiese. Luego, me levantó y me dejó en la silla mientras iba al frigorífico a por unas natillas. Regresó con ellas y me volvió a sentar encima suya.
Me dio las natillas con mucha ternura, jugando a ratos poniéndome el chupete en la boca entre cucharada y cucharada. Cuando terminó, me limpió con una servilleta y me quitó el babero. A continuación, me llevó en brazos a mi cama para acostarme a dormir la siesta. Comenzó a quitarme la ropa que llevaba y a ponerme el pijama. Me quitó la camiseta y extrajo mis pantalones, con lo que me quedé desnudo completamente a excepción del pañal. Entonces, procedió a ponerme el pijama mono. Primero me metió una piernecita, luego la otra y luego los 2 brazos. Todo con suma delicadeza mientras yo me concentraba en mi chupete: chup, chup, chup, chup, chup, chup… me iba a quedar dormido… después me abrochó los botoncitos del pijama y me apretó cariñosamente el pañal con una mano. Seguidamente, me metió entre las sábanas y puso a Rhino a mi lado, yo me acomodé junto a él y mamá nos arropó a los 2. Estaba ya apunto de dormirme cuando me dijo:
-Chris, esta tarde te tienes que venir conmigo al supermercado, que tengo que comprarte los pañales y otras cosas y no te puedo dejar aquí solo.
Era cierto que no me podía dejar solo, la necesitaba por si me tenía que cambiar el pañal. Si me hacía pipí no me importaba porque lo podía aguantar pero si me hacía caca necesitaba el cambio rápidamente.
Le contesté que vale, que iría. Ella sonrió y me revolvió el pelo.
No recuerdo cuando llegó ella a salir de la habitación, porque me quedé dormido enseguida.
Me desperté cuando mamá entró y me subió la persiana. Estaba aún un poco adormilado pero podía notar que me había hecho pipí. En realidad, ya estaba más que acostumbrado a tener el pañal mojado al levantarme pero aún, después de tanto tiempo, una ínfima parte de mi cerebro aún esperaba levantarse un día seco. Que iluso.
Miraba a mamá fijamente mientras hacía chup chup esperando el cambio. Llegó enseguida, mamá me destapó y me desabrochó los botoncitos del pijama, extrajo mis 2 piernas de él y los 2 brazos. Me dejó vestido únicamente con un pañal mojado, y mi chupete en la boca. Pero enseguida llegó con el limpio para cambiarme. Me desabrochó las cintas y me sacó el pañal levantándome las piernas, me limpió y me puso el nuevo muy fuertemente. A continuación vino con mi ropa para salir: un peto vaquero y una camiseta de Hulk. Dejé que me vistiera ella y me puse en pié. Me miré en el espejo de mi habitación. La verdad era que se podía notar que llevaba un pañal debajo pero por lo menos podía estar cómodo a la hora de andar. Me saqué el chupete de la boca y me lo guardé en un bolsillo, tampoco era plan de ir por ahí promulgando que tenía cosas de bebé. Por la misma razón estuve a punto de dejar a Rhino en casa pero luego pensé que podría venirse conmigo y quedarse a buen recaudo en el coche.
Mamá cogió mi bolsa con mi único pañal por si tenía que cambiarme (aunque después de lo que pasó en el centro comercial no creo que la fuese a dejar) y salimos a la calle para montarnos en el coche.
 La verdad es que mi aspecto habría sido el blanco de las burlas si hubiera habido alguien allí. Iba andando pomposamente a causa del pañal y llevaba un peluche de un rinoceronte entre mis brazos. En cuanto me senté en el asiento de detrás del coche saqué el chupete del bolsillo y me lo puse, y até a Rhino con el cinturón en el asiento de al lado. Cuando mamá se subió delante volvió la cabeza hacia atrás y esbozó una sonrisa al vernos a los 2 con el cinturón puesto.
-¿No te irás a bajar luego con el chupete, verdad? -me preguntó al arrancar.
-No, esh sholo para ir en el coche -contesté.
Llegamos al supermercado en 5 minutos. Mamá se bajó de su asiento de delante y yo marqué otro tanto detrás. Dejé a Rhino en el asiento prometiéndole que iba a volver y me guardé el chupete en el bolsillo.
Seguí a mamá por el parking mientras iba a buscar un carrito. Cuando estuvo en nuestro poder subimos en el ascensor hacia el súper. Allí había una gran cantidad de gente. Era el único supermercado que había en todo el barrio por lo que todo el mundo que conocía iba a comprar allí. Seguro que nos encontraríamos a alguien conocido, siempre pasa en un pueblo tan pequeño. Lo malo era que iba a ser la primera vez que me vieran en pañales. O al menos llevando pañales siendo ya mayor, porque supongo que cuando era un bebé también venía aquí con mamá subido en el cochecito.
Yo iba andando detrás de ella mirando a mi alrededor disimuladamente por si veía a algún rostro familiar. Enseguida llegamos al pasillo de los pañales. Mamá fue derecha a por lo que me compraba y echó 2 bolsas en el carrito. No quería ni pensar que pasaría si alguien nos viera con un carrito en el que llevábamos 2 bolsas de pañales. Aunque ahora que lo pienso, llevaba ya un tiempo llevando pañales de nuevo y había gastado ya varias bolsas. Seguro que mamá cuando fue a comprarlas se encontró con alguien que le preguntó por qué estaba comprando de nuevo pañales. Solo con pensarlo se me hacía un nudo en el estómago. Me estaba poniendo nervioso y veía que me iba a hacer pipí así que me fui tranquilizando, porque tampoco me iba a poner el chupete allí.
A continuación, fuimos a por la comida. Después de comprar yogures, carné congelada, leche y todas esas cosas mamá fue a un pasillo que no solía frecuentar. Cuando nos dirigíamos allí apareció la Sra.Maruja. Era una mujer cuarentona y bien fea que le gustaba enterarse de todos los chismorreos del pueblo. Cuando se encontró de frente con mi madre antes de ni siquiera mirarle la cara ya le estaba cotilleando el contenido del carro. Como es lógico en lo primero que se fijó fue en las bolsas de pañales.
-¡Hola, Gwen! ¿Qué tal? -y sin esperar respuesta añadió-. ¿Y eso qué has comprado pañales a estas alturas?
-Hola, Maruja -contestó mamá-. Son para el niño, que le hacen falta.
-Oh, ¿has vuelto a mojar la cama, Chris? -me preguntó inclinándose hacia mí y con una voz que pretendía ser amable.
Mojar la cama, si sólo fuera eso.
Pero la que contestó fue mi mamá.
-Sí, aunque últimamente también se lo estaba haciendo despierto y se los tuve que poner de día.
Yo me quería morir. Deseaba que me tragara la Tierra. Lo peor fue que de lo avergonzado que estaba o porque simplemente me vinieron las ganas, me hice pipí en ese momento.
-¿Lleva ahora uno puesto? -quiso saber la Sra.Maruja.
-Si -contestó mamá-. Por eso le tuve que comprar esta ropa así- añadió dándome unos cachetes en el culete.
-Bueno, tengo que seguir con mis compras -dijo la cotilla empedernida-. Si alguna vez tienes que ir a algún recado o algo, Gwen, me dejas al crío que yo lo cuidaré encantada.
‘’Ni en un millón de años’’ pensé yo.
-Gracias, Maruja. Hasta la vista -se despidió mamá.
Después de este desafortunado encuentro, mamá se dio más prisa al andar. Yo la seguía con mis andares pomposos y mi pañal mojado. Podía esperar para el cambio, ahora lo único que me interesaba era salir de allí cuanto antes. La verdad era que cuando salía de casa en pañales deseaba volver a entrar en ella nada más poner un pie en el exterior. A dentro. A la seguridad de mi hogar. Con Rhino y mi chupete. Llevando pañales sin nadie que me hiciera preguntas incómodas. Entre la seguridad de los brazos de mamá, donde no podía pasarme nada.
Pensando todo esto me daba cuenta de que me entraban ganas de llorar, y la ansiedad. Por lo que necesitaba aferrarme a mi chupete. Pero no podía. Allí no.
Sin darme cuenta llegamos al pasillo de las papillas, los potitos y los demás alimentos de bebé. Le pregunté a mamá que hacíamos allí.
-Chris -empezó a hablar-, estoy un poco cansada tener que estar todos los días moliéndote la comida. Voy a comprarte algunas papillas y potitos de diferentes clases para que las pruebes y nos ayuden a completar tu dieta. Se trata solo de un complemento, yo te seguiré moliendo a veces la comida para que no te atragantes y  un día tengamos un disgusto. Los días que no la muela, usaremos los potitos y las papillas, ¿vale, cariño?
¿Potitos? ¿Papillas? Sin darme cuenta había llegado a esto. La verdad era que yo también agradecería no tener que atragantarme en cada comida, pero por otro lado, no era normal que un niño de 13 años tomase papillas y potitos, aunque si bien es verdad que si echaba la vista atrás podía ver a ese niño de 13 años llevando pañales las 24 horas, durmiendo con un peluche y usando chupete. Y a ese niño le gustaba. Era feliz así. Cada cosa ejercía una función: el pañal evitaba que me mojara encima, el chupete me tranquilizaba y Rhino me hacía compañía todo el día y toda la noche. Y ahora las papillas me ayudarían a comer mejor.
Mamá echó en el carrito de la compra diversas clases de potitos; de pollo, de ternera, de arroz, de verduritas, de verduritas con pollo, de verduritas con ternera; y un tarro de preparado para papillas.
Fuimos enseguida a pagarlo. Yo seguía mojado y mirando alrededor por si veía a alguien conocido. Ahora, a los pañales en el carrito se habían sumado una docena de potitos y un tarro de papillas. Afortunadamente no nos vio nadie más y pudimos irnos rápidamente al coche.
Ya de camino de vuelta a casa, cuando me había vuelto a poner el chupete y Rhino estaba al lado mía, le dije a mi mamá que me había hecho pipí en el supermercado.
-¿Y por qué me lo dices ahora, Chris?
-Porque no quería que me cambiarash allí, y ademásh ya no me moleshta el pipí. La caca shí.
Al llegar a casa, antes incluso de vaciar el coche, mamá me llevó a mi habitación y me puso un pañal limpito, después me dejó en el sofá mientras ella sacaba la compra.
A la hora de cenar, cuando llegué a la mesa, pude ver que me había abierto uno de los potitos para cenar, uno de los de pollo.
-¡Mira, Chris! -exclamó mi madre cuando me senté en mi sitio-. He rescatado del fondo del cajón de los cubiertos la vieja cuchara con la que te daba de comer cuando eras bebé.
Me la mostró para que la viese. Era una cuchara azul de plástico bastante más larga que las normales y con una cabeza más pequeñita.
-Con ella se puede llegar hasta el fondo del potito, y al ser de plástico no te quemará en la boquita -añadió.
Se sentó al lado mía y, nada más hacerlo, me cogió, me levantó y me sentó encima suya.
-Si te lo doy yo acabaremos antes.
Metió la cuchara en el potito y me la acercó a la boca. Aunque sabía que eso era lo mejor para mí, me negaba a que con mis 13 años tuviera que comer potitos. No abrí la boca. Mamá me preguntaba que me pasaba ahora. Pasaba que no quería comer aquella comida de bebés. Estuvo insistiendo largo rato, hasta que al final se puso muy seria y me dio incluso 2 cachetes en el culito, y no eran de broma. Entonces, cuando vi que no tenía escapatoria, que me tenía que comer el potito, me tranquilicé y dejé que me lo diera.
Al principio, al estar enfada, me daba las cucharadas muy rápido, después, volvió a su habitual delicadeza a la hora de tratar conmigo. Me las empezó a dar más despacio y limpiándome el contenido que se quedaba en mis labios con la cuchara para volvérmelo a dar.
-¡Así, Chris! -decía-. ¡Hay que ver que bien me come mi niño!
Cuando terminó de darme la cena, me levantó y me llevó en brazos a mi cuarto.
-¿Por qué me llevas a mi habitación? -pregunté.
-Voy a ponerte el pijama. Hay una película que quiero que veamos los 2 y quiero que estés cómodo.
Salí de mi habitación con mi pijamita puesto, mi chupete y Rhino en mis brazos. Llegué al salón por delante de mami y me tiré en el sofá bocarriba. Mamá llegó, me hizo cosquillas en la barriguita, yo me reí de la forma muy parecida a como lo habría hecho un bebé y me acomodé para ver la película.
A mitad de ella, me entraron ganas de hacer caca. Me puse nervioso, pero no tanto como otras veces porque ya sabía lo que iba a pasar: no me iba a dar tiempo de ir al baño y me la haría en el pañal. Y eso es exactamente lo que pasó. Sentía como me salía la caca y como se quedaba en el pañal. Hacía esfuerzos para que saliera toda, pues todavía no estaba acostumbrado a hacerme caca encima. Mamá vio mi cara contraída y me preguntó si me estaba haciendo caca. Le dije que sí. Me estaba haciendo caca en ese momento. Yo apretaba y la caca salía y se quedaba amontonada en mi entrepierna. Podía sentirla abultándome más el pañal. Cuando terminé, miré a mamá con unos ojos de pena  y le dije tranquilamente:
-Mami, me he hecho caca.
A continuación, empecé a hacer pucheros. Mamá se dio cuenta de que me iba a poner a llorar y enseguida se acercó y me levantó en peso.
-Tranquilo, Chris, tranquilo -me dijo al tomarme-. Te has hecho caquita, pues no pasa nada. Yo te cambió y ya está. Para eso llevas el pañal. No llores.
Chupchupchupchupchup chup, chup, chup, chup, chupchup..chup
Mi chuepeteo iba disminuyendo conforme nos acercábamos a mi habitación. Al entrar, mamá me tumbó en la cama y fue al armario a por un pañal limpio. Volvió y lo dejó a mi derecha. A continuación empezó con mi cambio. Me desabrochó el pijamita, y separó las cintas del pañal y lo extrajo. Luego comenzó a limpiarme subiéndome las piernas hacia arriba. Cuando terminó, aún sujetándome las piernas, pasó el pañal limpio por debajo. Me bajó las piernas y me lo sujetó fuertemente a la cintura. Yo me sentía cómodo, limpio y seguro. Luego me abrochó los botoncitos del pijama.
Sonreí desde detrás de mi chupete y se me escapó una risita de bebé. Mamá me cogió y me subió en peso.
-¡Ya está limpito mi bebé! ¿A qué sí? ¿A qué ya está limpito mi bebé? -decía mientras le daba con su nariz a la mía.
Sonreí sin darme cuenta de lo que había dicho. Mamá me volvió a dejar en la cama y me tapó para acostarme. En ese momento me di cuenta que me faltaba algo. ¡Rhino!
-Rhino…Rhino…-balbuceé ya arropado y con el chupete en la boca.
-¡Es verdad! ¡Ahora mismo te lo traigo!
Salió de la habitación y regresó enseguida con él. Me lo tendió y yo lo cogí rápidamente y lo estreché contra mí. Mami se fue de la habitación, y no tardé nada en quedarme dormido como un bebé.

6 de octubre de 2014

Sinopsis del séptimo capítulo de 'Vida de Chris'

Chris vuelve a salir de su casa, esta vez con pañales y chupete. Tendrá que acompañar a su madre al supermercado a comprar pañales. Por su parte, él sigue aceptando los cambios en su vida… ¿hasta dónde llegarán?