Me despierto muy
amodorrado. Me siento pegajoso y sudoroso. Estamos en Septiembre y todavía
sigue haciendo calor en Chicago. Wile está a mi lado un poco apartado.
Inconscientemente durante el sueño, lo he apartado porque sí que es verdad que
es muy grande y da mucho calor. Tumbado bocabajo, levanto suavemente el culito
y noto el pañal muy pesado y abultado. Me he hecho mucho pipí, pero sigo
estando sequito. Los pañales que compra Mami son muy absorbentes y permiten que
esté sequito aunque me haya hecho un pis como para inundar el cañón del
Colorado.
Me destapo y a
pesar de los veintiocho grados que debe haber fuera, siento una sensación de
frescor, así que imaginaos la temperatura que debe de hacer en mi cama. Vuelvo
a coger a Wile y a situarlo a mi lado, no quiero que se sienta desplazado ni
física ni mentalmente.
-Me he hecho un
pipí muy grande, Wile –le digo, riéndome con mi chupete.
Naturalmente no
obtengo respuesta, pero sigo hablando con él.
-Tú también estás
mojadito –lo huelo un poco-. Pero solo es de sudor, no de pipí también como yo.
¿Sabes? –me ladeo y lo pongo en frente de mí-. El otro día se me ocurrió que
estarías muy bonito con un pañal –me río como un bebé-. Pero tendría que ser un
pañal de bebé, de muy bebé, porque los míos te estarían muy grandes y se te
caerían ji, ji, ji. ¿Qué te parece? Podemos preguntárselo a Mami. Ya que no me
deja tener una cuna, podría ponerte a ti también pañales, así nos cambiaría a
los dos juntitos, ¿te imaginas?
Le doy un beso muy
fuerte sin quitarme el chupete. Mami los llama Besitos de chupete, y solo los
guardo para ella y Wile. Y bueno, algunas veces también para Elia.
-¿Y te imaginas
dormir en una cuna? –le pregunto muy emocionado-. Mami nos tendría que meter y
sacar porque yo no podría, como si fuese un bebé de verdad. Sería tan bonito…
Estiro el brazo y
cojo mi móvil de la mesita de noche. ¡Son casi las seis! Tengo muchos deberes
que hacer y no puedo quedarme toda la tarde en la cama y con el pañal mojado.
Le doy otro besito
de chupete a Wile y me incorporo. De pie, noto más el peso del pañal. Verdaderamente
me he hecho mucho pipí. Salgo de la habitación y voy a buscar a Mami para que
me cambie. La encuentro en el salón sentada en el sofá, donde la había dejado
antes de dormirme y veo que sigue viendo Downton
Abbey. Mami tiene unas caderas muy anchas con un gran regazo que siempre
parece estar diciendo Ven, siéntate y deja que te acune. Sus pechos son muy
voluminosos y una almohada perfecta. Me encanta dormirme sobre el regazo de
Mami.
-Mami, ya estoy
despierto –le anuncio cuando llego al salón.
-¡Mi bebé! –ella
gira la cabeza al oírme-. ¿Ya te has levantado de la siesta?
-Sí –le digo mientras
camino hacia ella. Me subo en su enorme regazo y ella me rodea con sus brazos-.
¿Todavía ves esta telenovela?
-No es una
telenovela, es una serie –dice ella un poco ofendida-. Y sí, me encanta. Lo
mismo que a ti con tus Teen Titans GO!
y Kim Possible.
Yo me acomodo
sobre ella poniendo la cabecita en uno de sus pechos y Mami se echa hacia
atrás, de modo que los dos nos recostamos sobre el sofá. Mami me acaricia el
pelo mientras sigue viendo la serie.
-¡Cómo te pesa el
pañal, eh! –me dice dándome unos cachetes en el culito. Por toda respuesta, yo
dejo escapar una risita-. Y qué pegajoso estás –me huele el sobaco-, y qué
peste echas a sudor. En cuanto acabe este capítulo, te quito el pañal y te
baño.
Por fortuna, el
capítulo termina pronto, porque a parte de llevar el pañal mojado, la serie es
un bodrio y aburrida de narices. Solo llevo vistos cinco minutos y ya me quiero
morir.
En cuanto salen
los créditos, me levanto de un salto y Mami se incorpora. Se despereza de una
forma muy parecida a la mía y me da otro cachete en el pañal.
-Ale, a la ducha.
Salgo delante suya
y subo las escaleras hasta el baño. Mami llega enseguida y me empieza a
desnudar. Me quita la camiseta del pijama con alguna dificultad, pues estaba
muy pegada a mi cuerpo a causa del sudor y me baja los pantalones, dejándome
solamente con el pañal. Levanto las piernas para ayudarla a sacarme los
pantalones del todo y me quedo esperando a que me quite mi pañal. Aun estando
yo de pie, Mami se pone en cuclillas y me desabrocha las cintas, sujetando el
pañal por debajo para que no caiga contra el suelo. Mami enrolla el pañal y lo
deja en un rincón, al lado de la papelera.
Yo huelo a pipí y
a sudor, y estoy deseando que llegue ya el baño. Mami muchas veces es ella
quien me lava. Llena la bañera de agua y me mete dentro, dejándome jugar y
mientras me va limpiando.
¿Os he dicho
alguna vez que a pesar de tener 12 años sigo siendo un bebé en muchos aspectos?
Mami me mete en la
bañera, pone el tapón y abre el agua caliente al máximo. Me saca delicadamente
el chupete de la boca y lo deja sobre el lavabo. Mi boca se mueve inquieta,
haciendo el gesto de succionar, y Mami abre uno de los cajones del cuarto de
aseo y saca mi chupete de baño.
Se trata de un
chupete hecho enteramente de goma: la tetina, el cuerpo y el asa; así que no
pasa nada si se moja y yo puedo tener un chupete en la boca mientras me van
bañando.
De la repisa del
gel y el champú saco los juguetes que guardo en el cuarto de aseo. Se trata de
unos piratas de playmobil sin sombrero, espadas o pistolas porque se colaron
por el desagüe de la bañera mucho tiempo atrás, y juego con ellos mientras bañera
se llena de agua. Mami ha cogido el pañal mojado, mi chupete y mi pijama y ha
salido del baño. Para cuando vuelve, la bañera está casi llena.
-He puesto tu
chupete en un cazo con agua caliente para limpiarlo, que estaba ya muy roñoso
–Mami mete la mano en el agua para comprobar la temperatura-. Perfecta –cierra
el grifo y comienza a bañarme.
Primero, coge el
mango de la ducha y me moja la cabecita, haciendo que mi pelo ya de por si
lacio me caiga sobre los ojos dejándome
sin visión momentáneamente. Y digo momentáneamente porque Mami enseguida me
abre la cortina de pelo y me echa champú en la cabeza.
Yo tengo el pelo
lacio aunque no demasiado largo, lo justo para que me tape la orejas pero sin
llegar a ser una melena. En realidad es un peinado como de niño mucho más
pequeño, como el que lleva el hijo de Jim Carrey en esa película en la que hacía
de un abogado que no podía mentir.
Mami me frota bien
el pelo, muy delicadamente y también con las uñas para asegurarse de que no
queda una sola parte del cuero cabelludo sin champú mientras yo sigo jugando
con mis juguetes. Cuando termina de aplicarme el champú, Mami llena de gel una
esponja y comienza a lavarme el cuerpo. De arriba abajo. Primero el cuello y la
nuca, luego levanta mis bracitos y me los lava también. Después me pone de pie
para lavarme el resto del cuerpo. Me frota delicadamente, con mucho mimo.
A Mami le encanta
mimar a su bebé. Y a su bebé le encanta que Mami lo mime.
Cuando termina de
enjabonarme, me siento de nuevo sobre la bañera, con el agua llegándome a la
altura de los hombros, y Mami vuelve a coger el mango de la ducha para quitarme
los restos de gel y de champú del pelo. Después abre la botella de
acondicionador y vierte un poquito sobre mi cabeza. Me lo aplica por todo el
pelo, dándome un masaje capilar para que el pelo me quede suave y con un olor
que me encanta.
-Quédate un ratito
con el acondicionador, Robin –me dice-. Voy a sacar tu chupete del cazo y
ponerlo a secar.
No me lo tiene que
decir dos veces. El agua sigue estando calentita y a mí me encanta jugar en la
bañera. Estoy un ratito más haciendo que los playmobil piratas luchan entre
ellos, cayéndose al agua y cruzando espadas imaginarias. No me doy cuenta de
que Mami ha vuelto al baño. Tiene mi chupete sujetado entre sus dedos mientras
me mira con ternura.
-Me encanta verte
jugar, bebé –me dice.
Yo me sonrojo un
poco. No me gusta que me miren mientras juego.
-Bueno, vamos a
quitarte el acondicionador antes de que te caiga en los ojitos y te secamos.
Mami coge otra vez
el mango de la ducha y aplica agua caliente sobre mi cabecita.
-Cierra los
ojitos, Robin, no te vaya a entrar dentro.
Yo le hago caso.
Durante un momento todo es oscuridad, agua caliente cayendo sobre mi cuerpo y
las manos de Mami terminando de quitarme el jabón.
-Ya puedes
abrirlos, cielo.
Levanto los
párpados solo para verme envuelto en una toalla azul.
Mami me saca de la
bañera en peso y se sienta sobre la taza del váter, envolviéndome completamente
en la toalla y sentándome a mí en su regazo. Estira la mano y la mete en el
agua para quitar el tapón y después abrazarme fuertemente con ambos brazos. Me
quita el chupete de baño, lo deja sobre el lavabo y me pone en la boca el de
siempre. Yo lo recibo encantado (me gusta mucho más) y dejo que Mami me vaya
secando mientras lo chupo en silencio, disfrutando del momento.
Chup, chup,
chup, chup, chup, chup, chup…
Aún envuelto en la toalla, Mami coge un cepillo y empieza a peinarme el pelo. Delicadamente,
estira mi pelo, que está sedoso y suave hacia abajo mientras me va deshaciendo
los pocos remolinillos que se me forman.
-Me encanta
peinarte tu pelito, bebé.
Yo balbuceo en
señal de aprobación. Suelto un gemido muy de bebé. Mami mientras sigue
cepillándome el pelo, a pesar de que hace un rato que me lo dejado perfecto y
sin nudos, y dándome de vez en cuando algún besito en la coronilla.
Cuando termina de
peinarme, me pone de pie y me seca bien todas las partes del cuerpo. Yo me dejo
hacer, dócil, mientras voy chupando el chupete. Ahora Mami le da la vuelta a la
toalla y me envuelve con la parte seca. Me coge en brazos y saca a su enorme
bebé envuelto del cuarto de baño para que no coja frío. Llegamos a mi
habitación y me tumba bocarriba sobre la cama. Abre la toalla y me deja
desnudito sobre ella. Entonces veo que Mami se dirige a uno de los cajones de
la cómoda y saca unos calzoncillos.
-Mami, ¿me puedes
poner un pañal? –le pregunto con voz infantil.
Hay veces en las
que me siento muy bebé y tengo la necesidad de llevar un pañal. De sentirme
acolchado por él y seguro al tenerlo bien apretadito.
Mami me dirige una
sonrisa tierna.
-Pues claro que
sí, Robin.
Entonces vuelve a
dejar los calzoncillos en el cajón y va hasta el armario, de dónde saca un
pañal. En esta ocasión uno de los que llevan dibujos de cochecitos sobre la
franja en la que se sujetan las cintas.
Al verla venir
hacia mí con el pañal, doy tres palmaditas, muy contento.
-¡Pañal! –exclamo
con mi voz de bebé.
-¡Claro que sí!
–dice Mami al llegar hasta mí-. Pañal para mi bebé.
-Ji, ji, ji, ji
–río a lo bebé.
Yo bajo los
bracitos y abro las piernas, preparado para recibir mi pañal. Mami, por su
parte, abre el pañal de coches infantiles y me levanta el culito, tirando de
mis piernas hacia arriba. Después, pone el pañal abierto sobre la cama y deja
caer mi culete encima. Saca a ambos lados la parte de las cintas adhesivas y me
pasa la otra parte del pañal por delante, me lo estira bien por los lados y los
pega a mi cuerpecito. Por último, presiona el pañal por delante con una mano
mientras que con la otra sujeta una cinta adhesiva. Cambia las manos y me
abrocha la otra cinta, dejándome el pañal fuertemente sujeto.
Cuando termina, me
llevo las manos a la parte de delante del pañal y exclamo:
-¡Bebé con pañal!
-¡Mi bebé necesita
su pañalito! –exclama también Mami con su voz infantil.
Mami firma su
cambio de pañal dándome un besito en la tripita.
-Ni gota, ni gota…
-empiezo yo.
-Ni gota, ni gota
–Mami y yo seguimos al unísono-. ¡Con el nuevo pañal, el bebé no se moja!
-¡Mi bebé! –Mami
me da un sonoro beso en la mejilla-. ¡Pero qué gracioso que es!
Yo me río como un
bebé y palmeo, todavía tumbado bocarriba y llevando solo un pañal.
Estoy un rato más
con Mami haciendo mimitos sobre la cama hasta que se hace tarde y es hora de
hacer los deberes. Mami se despide de mí con un beso más y me deja sobre la
silla del escritorio.
Abro un cuaderno y
me pongo a hacer unas endiabladas ecuaciones de segundo grado.
*****
Cuando han pasado
casi dos horas, llevo hechos trece problemas de matemáticas, ocho ejercicios de
los diferentes estados de la materia y no sé cuántos análisis sintácticos de
oraciones que no tienen absolutamente nada de sentido en la vida real.
Dios, ¿por qué nos
mandarán tantos deberes?
Tengo el pañal
mojado, me entraron ganas de hacer pipí mientras contestaba a una pregunta
sobre la temperatura a la que el agua empieza a bullir y como llevaba un pañal,
simplemente dejé que saliera sin más.
Ya digo que no me
importa tener pipí.
Al menos no me
importa demasiado.
De pronto, me
entra un videollamada por el ordenador. Me quito el chupete antes de contestar
y lo dejo al lado del teclado, en un punto muerto que sé que no capta la webcam.
Es Ronald.
-¿Qué hay? –saludo
al descolgar.
-¿Qué pasa
caaaaabrón? –me dice-. ¿Te hace una partida de Dioses y Monstruos?
-Ahora no puedo
–contesto. En realidad no tengo ninguna gana-. Me has pillado que voy a cenar.
Acabo de terminar todos los deberes.
-Buas, yo solo he
hecho los de Lengua. Bueno, tú te lo pierdes, caaaabrón.
-Deberías dejar de
juntarte tanto con César, caaaaabrón.
-Ja, ja, hasta
mañana, tío.
Cuelga.
Yo me llevo de
nuevo el chupete a la boca y las manos a la parte delantera del pijama.
El pañal está
hinchado, no tanto como esta tarde pero sí que vuelve a tener pipí.
Necesito un
cambio.
Me levanto y bajo
hasta la cocina, donde está Mami atareada con la cena.
-Mami, me he hecho
pipí –le digo yendo hasta ella mientras muevo mi chupete.
Mami aparta la
mirada de las patatas que está pelando y se gira hacia mí.
-Díselo a Elia,
cielo. Ahora mismo me pillas muy liada.
Algo alicaído,
salgo de la cocina.
Entrar en la
habitación de Elia lo tengo absolutamente prohibido. Cuando llego hasta la
puerta hay un cartel que Elia ‘’cogió prestado’’ de algún sitio y que dice Zona
confinada, prohibido el acceso sin autorización.
Toco dos veces.
La voz de Elia me
llega desde el otro lado.
-¿Sí?
-Eli, soy yo –la
llamo Eli para resultar más cariñoso-. Tengo pipí.
Se produce una
pausa dentro.
-Díselo a Mamá,
estoy muy ocupada ahora mismo.
-Mami dice que me
tienes que cambiar tú.
Oigo unos pasos y
la puerta se abre.
Elia aparece
vestida de estar por casa: una sudadera vieja de los Bulls, los pantalones de
cuadros escoceses de dormir y el pelo recogido en un moño.
-¿Y por qué tengo
que cambiarte yo?
-Porque Mami está
haciendo la cena –digo con parsimonia.
-¿Y no te puedes
cambiar tú? –me dice mirándome de forma significativa.
Yo bajo la cabeza
y me pongo rojo.
-No. Yo no sé
–digo muy flojito. Y le doy una chupada al final.
Chup.
-Exacto. No sabes
–dice ella con socarronería.
Entonces yo me doy
cuenta de que era una broma.
-¡Eh! –le
recrimino. E intento pegarle suavemente con mis puñitos.
Elia se va zafando
de ellos con facilidad y se ríe.
-¡Anda, pasa! –me
dice abriendo del todo la puerta-. Quiero enseñarte una cosa.
-Estoy mojado –le
digo mientras entro por si se le había olvidado.
-Ya, ya lo sé,
pero es solo un momentito.
Elia se sienta en
la silla de su escritorio y yo sobre sus rodillas. Me rodea con un brazo
mientras que con la otra mueve el ratón de su ordenador. Entra en You Tube y me
pone un vídeo de dos hombres tirándose pedos entonando el himno de Estados
Unidos.
-¿Te gusta? –me
pregunta riéndose.
-¿En esto estabas
ocupada?
-¡Claro que sí!
¡Es genial!
-A veces no sé
quién de los dos es más infantil, Elia.
Ella me da un
palito en el costado.
-Pues tú, por
supuesto. Yo no voy por ahí diciendo –y empieza a imitarme con una voz
estridente y muy infantil- ¡¡¡AAAAAY, ME HE HECHO PIPÍ!!! ¡¡¡AAAAY, CÁMBIADME
EL PAÑAL!!!
-¡Para!
Elia se ríe, pero
deja de hacerme burla. Cierra You Tube y empieza a apagar el ordenador.
-Bueno, ¿quieres
que te cambie o no?
-Siii.
-Pues venga, vamos
a tu cuarto.
Entramos en mi
habitación y yo me tumbo sobre la cama. Elia mientras tanto se dirige al
armario a por un pañal.
-¿Cuál quieres?
–me pregunta-. ¿Conejitos, ositos o cochecitos?
-Ositos –contesto,
aunque en realidad me da igual.
Elia viene hacia
mí con uno de los pañales que llevan dibujados sobre la cinta ositos marrones llevando
pañales.
-Nappynception –me dice.
-¿Qué? –le
pregunto extrañado.
-Nappynception –repite-. Una mezcla de
pañal en inglés británico, nappy, y
la película Inception.
-Sigo sin pillarlo
–respondo.
-En la película
pasan sueños dentro de otros sueños, y como en este pañal que te voy a poner
salen dibujos de ositos que también llevan pañales, pues eso: nappynception. Alguien llevando un pañal
donde salen otros que también llevan pañal.
Arqueo una ceja.
-Ay, déjame en paz
–me dice riéndose-. Antes de ver estar viendo vídeos de pedos llevaba mucho
tiempo estudiando.
Yo me río también
y dejo que Elia empiece a cambiarme el pañal.
Los cambios de
pañal de mi hermana son muy diferentes a los de Mami. Elia no me hace tantos mimos, pero sí que me
trata también con mucho cariño y delicadeza.
Primero me baja
los pantalones del pijama y deja al descubierto mi pañal de trenecitos y
cochecitos.
-Tendría que
entrar ahora por la puerta Ronald, Joseph u otro amigo tuyo –dice mientras me
separa las cintas adhesivas.
Frunch. Frunch.
-Ay, no, qué
vergüenza –digo mientras me tapo los ojitos con las manos.
-Que vieran a su
amigo llevando pañales y con chupete –sigue Elia-. Les dejaría cambiarte el
pañal, ¿te gustaría?
-¡Ni hablar!
–contesto, aunque sé que Elia lo dice en broma.
Mi hermana se ríe
y sigue cambiándome el pañal.
-Pues cuando viene
Clementine, bien que no te molesta que te cambie ni que te dé el biberón.
Clementine es la
mejor amiga de Elia. Algunas veces se queda a dormir en casa, sobre todo cuando
Elia tiene que cuidarme alguna noche. Entonces, cuando llega el momento de
ponerme el pañal o darme el bibe, Elia deja que Clementine lo haga de vez en cuando.
A ella le gusta hacerlo y a mí también me encanta que lo haga, pues es muy
simpática y siempre me trata bien.
Elia me saca el
pañal mojado y me levanta las piernas para ponerme el nuevo. Lo pasa por debajo
de mi culete y luego por la entrepierna. Tira un poco de él hacia arriba para
dejármelo bien ajustado y luego pega fuertemente las cintas adhesivas contra
los ositos llevando pañales.
Nappynception.
-Ale, el bebé ya
está cambiado.
Esto no lo dice
con sorna, sino con ternura.
Yo la miro desde
la cama sonriendo detrás del chupete y me incorporo para abrazarla.
-Gracias, Eli –le
digo apretándome contra su cintura.
-No me des las
gracias, atún. Que eres un pedazo de atún –me dice ella mientras me agita el
pelo, deshaciendo el cuidado peinado de Mami.
Ella me llama así
algunas veces: atún.
Poniendo mucho
énfasis en la ú.
Dice que soy su
atuuuuuuun.
Me llama así sobre
todo cuando estoy bebé.
Elia me da dos
besos sobre la cabeza y me abraza también.
-Anda, deja de
ponerte tan sobón y vamos a bajar a ayudar a Mamá con la cena.
Y en la cocina,
mientras llevo un pañal y chupo mi chupete, ayudando a Mami a pelar patas y a
echarlas en la olla mientras Elia reboza la carne, me siento totalmente feliz.
Soy el bebé de las
dos personas que más quiero en el mundo. Ellas me cuidan, me miman y me
enseñan. Las tres juntas somos un equipo. Hemos pasado por épocas difíciles, y
aunque yo soy quien más depende de ellas, de algún modo creo que cuidamos la
una de la otra. Este sentimiento, esta necesidad de dependencia emocional que
tenemos, es lo que los filósofos deben de llamar Amor.
Hola Tony, Excelente como siempre, espero con ansias el siguiente XD
ResponderEliminarGracias Migue! Siempre al pie del cañón!
Eliminarsuper precioso capitulo Tony, tu si que sabes bro espero el proximo con ganas!!
ResponderEliminarMuchas gracias Juan^^
EliminarEspero que el próximo también te guste :)