Bueno, chicas y chicos, aquí está el último capítulo de Canción de Leche y Pañales.
Os mentiría si os dijera que no estoy triste por ello....
Muchas gracias a todos por haberme acompañado en esta aventura. De verdad, nunca tendré palabras para agradeceros el cariño que me habéis mostrado, los palos que me habéis dado cuando los he merecido y vuestra infinita paciencia.
Nunca pensé que este blog llegase a algo, y si lo ha hecho, ha sido gracias a vosotros.
De corazón, se os quiere!!!
Cindy
Cindy salió al
balcón a recibir el frío aire de la mañana. Se apretó más la bata contra el
cuerpo para resguardarse la garganta. En Los Ángeles siempre hacía frío, y más
aún cuando se vivía en lo alto de una colina. Veía a lo lejos el cartel de
Hollywood, y suspiró.
Cuando Jackie,
Alicia y ella llegaron de la cárcel de visitar a Karen Largue fue cuando
trazaron todo el plan. Lo hicieron en la misma cocina de Cindy. Sentados en la
mesa. Alicia, Jackie, ella y su hermanita Charlotte, a la que tenía tomada sobre
su regazo. Últimamente, desde que le había puesto pañal las veinticuatro horas,
no se separaba de ella, excepto para jugar, dormir o estar con Jackie. En
realidad no estaba todo el rato con ella, pero como era mucho más tiempo que
antes de su segunda etapa de bebé, a Cindy le parecía bastante, aunque no se
quejaba en absoluto. Le encantaba la nueva etapa de bebé de su hermanita; que
viniera andando pomposamente a decirle si podía cambiarle el pañal, que le
pidiese el bibe o verla dormir abrazada a Mordisquitos y chupándose el dedo.
El plan que
trazaron tenía como objetivo que Jackie fuera presentado ante Modas Largue como
una persona con poder, aunque en el fondo siguiera siendo el mismo bebé de
siempre. Para ello, establecieron una serie de pautas: cuando Jackie quisiera
algo, chasquearía los dedos, e inmediatamente Cindy se acercaría para atenderle. Alicia tenía que tener todos
los documentos preparados en todo momento para cuando Jackie la llamase. A ella
la llamaría por su nombre. A Cindy le chasquearía los dedos, pues ella tenía
imagen de criada para los miembros del consejo, y si veían que Jackie la
trataba con condescendencia, ellos sentirían que estaban ante alguien
autoritario, aunque no fuera más que un paripé, pues Jackie era el mejor amigo
de Cindy y nunca la trataría de esa manera. Pero tenía que dar esa imagen si
quería ponerse al frente de Modas Largue.
La otra cosa que
tenían que solucionar era lo del traje. El único que tenía Jackie estaba
manchado de verduras y huevos debido a la aventurita del hotel Wallace. El
problema era que no tenían tiempo para que Di Carlo le hiciese uno nuevo, así
que tendrían que comprarlo. Quedaron para el día siguiente en el piso de Cindy
por la mañana. Alicia llegaría con el traje y los tres se irían a Modas Largue.
Cindy sólo tenía que solucionar quien cuidaría de su hermanita mientras.
El día siguiente
llegó. Cindy se despertó y fue hasta la habitación de sus bebés para
despertarlos a ellos. Se encontró con que Charlotte se había pasado a la cuna
de Jackie, y ambos dormían abrazados entre sí y a sus peluches. A Cindy se le
removió la ternura dentro y después de subir un poquito la persiana y dejar que
una tenue luz iluminase la habitación, los separó cuidadosamente.
-Charkity –decía
mientras acariciaba el hombro de su hermana-, a levantarse, cielo. Venga, que
ya es hora. Te has pasado a la cuna de Jackie. Vaya bebita traviesa estás
hecha.
Charlotte balbuceó
algo, y siguió chupándose el dedo. Cindy la dejó sobre su cama y fue a sacar a
Jackie de la cuna, que ni se había despertado.
Jackie estaba
hecho un ovillo y abrazado a Ronnie. El abultado pañal se
notaba debajo de su pijama unipieza, más aún cuando se ponía en esa postura. Lo
levantó con cuidado y lo dejó sobre la cama de su hermana, a su lado. Charlotte
se había vuelto a dormir. Cindy subió la persiana del todo haciendo mucho
ruido, con lo que ambos se sobresaltaron y empezaron a desperezarse.
-¿Qué? –dijo
Cindy, entre divertida y regañándoles-, ¿anoche también os quedasteis hablando
hasta tarde? ¡Al final uno se va a venir a dormir conmigo, eh!
-Que se vaya
Charlotte, que está más acostumbrada a dormir en una cama –dijo Jackie, riendo
mientras se frotaba los ojos.
-¡No, te vas tú y
así yo puedo dormir en una cuna! –le contestó Charlotte empujándole suavemente.
-Os vais los dos y
yo me quedo en la cuna, ¿vale? –les Cindy dijo riéndose.
Ellos también se
rieron.
-No vale, tú en la
cuna no coges –le dijo Charlotte sacándole la lengua.
-¡Oye! A tu
hermana no le saques la lengua que te la corto –le dijo mientras le hacía
cosquillas por fuera del pañal-. ¿Y qué es eso que no cojo en la cuna? ¡Ahora
veréis! –se metió en la cuna. Realmente no cogía, pero se hizo un ovillo como
Jackie.
-¡A por ella!
–gritó Jackie.
Inmediatamente le
cayeron encima los dos bebés, que se empeñaron en que no se levantase de ahí.
-¡Vale, vale!
¡Parad! –les decía riéndose-. ¡Me rindo, vale! ¡Me rindoooooo!
En ese momento
sonó el timbre. A Cindy le dio un vuelco el corazón. ¿Qué hora era? Había
quedado con Alicia más tarde, seguro. Si llegaba y la encontraba dentro de la
cuna jugando con sus bebés… Ella era una persona muy seria, y Cindy más
infantil y extrovertida.
Se quitó a sus
bebés de encima y saltó de la cuna plegable. Se dirigió a abrir con el corazón
en un puño, pero cuando preguntó quién era y le contestó un ‘Yo’ que
reconocería en cualquier sitio, sintió un alivio enorme.
-Hola, Carla –la
saludó cuando la invitó a entrar.
-Hola, Cindy, ¿qué
tal?
Venía a cuidar de
su hermana. Carla era su mejor amiga, casi una hermana para ella, de modo que
no tuvo ningún inconveniente en ponerla al día acerca de la nueva Charlotte.
-… Lleva el pañal
todo el día. Cuando ella te diga que tiene pipí, la cambias. Lo demás, como
siempre –le decía mientras recorrían el pequeño pasillo.
-De acuerdo –le
contestó Carla-. ¡Qué ganas tengo de ver a la bebé Charlotte!
-Pues ahora está
con otro bebé –dijo al llegar a la habitación de su hermana. Abrió la puerta y
le mostró a Jackie y a Charlotte tumbados sobre la cama, esperando para que les
cambiasen el pañal-. Carla, éste es Jackie.
Jackie la miró con
los ojos abiertos, moviendo su chupete.
-¡Hola, Jackie!
–Carla se acercó a él. Jackie se llevó instintivamente las manos al pañal-.
-¡No te voy a
hacer nada, cielo! –le dijo Carla sonriendo.
Tomó en pesó a
Jackie y empezó a mecerse con él.
-Nena –le dijo a
Cindy-, que mono es, por favor. Me creía que al tener 12 años ya no iba a ser
tan cuqui, pero es un bebé adorable.
Jackie se sonrojó.
Cindy nunca lo había visto sonrojarse. Mientras, empezó a cambiar a Charlotte.
Le quitó las dos cintas del pañal y se lo extrajo. La limpió con cuidado y le
volvió a poner un pañal. Normalmente, tardaba más en cambiarles el pañal, pues
solía hacerlo con ternura y muchos mimos, pero hoy no tenían mucho tiempo.
Alicia llegaría enseguida. Cambió a Jackie y luego Carla fue a prepararle el
biberón a Jackie mientras ella vestía a Charlotte. Jackie se quedaría sólo con
el pañal, porque tenían que ponerle un traje luego.
Cuando Cindy llegó
con Charlotte en brazos, Carla estaba sentada en una de las sillas de la mesa.
Tenía a Jackie en brazos y le daba el biberón. En cuanto vio a Cindy entrar en
la cocina, estiró sus brazos hacia ella y balbuceó para que lo cogiera. Ella
dejó Charlotte en una de las sillas y se sentó en la contigua. Carla le pasó a
Jackie y luego el biberón, y Cindy empezó a dárselo. Carla le preguntó a
Charlotte que quería desayunar y ella le dijo que un biberón. Cindy rió y le
dijo que no tenían más biberones, pero que luego le compraría uno. Charlotte se
tomó un tazón de leche con cereales, que le dio Carla. Por su parte, Jackie se
tomaba el bibe con mucha ansia. Cindy lo tenía acomodado como había visto que
hacía Karen cuando le daba la teta, y Jackie se estaba tomando el biberón de la
misma manera que chupaba del pezón de su madre.
Alicia llegó en
seguida. Entró rápidamente y con un maletín de una mano y un traje azul en la
otra. Cindy le presentó a Carla pero cuando Alicia le dijo ‘Encantada’, ni si
quiera la miró. Era una mujer muy arisca. Había mejorado su imagen desde la primera
vez que se vieron, pensó Cindy, pero no le terminaba de caer del todo bien.
Aunque cumplía con su trabajo y era eficiente. De eso no había ninguna duda.
El traje que le
trajo a Jackie era de dos tallas más de la que él usaba. Alicia dijo que lo
había comprado así para que el pantalón le entrase al llevar el pañal. Pero ni
con esas. El pañal de Jackie era tan abultado que el pantalón no podía cerrarse,
de modo que optaron por dejarlo sin pantalón y llevar el pañal al descubierto.
Eso disminuiría notablemente la imagen de hombre poderoso que querían dar con
él, pero Jackie dijo que estaba orgulloso de ser como era y que no tenía por qué
ocultarlo. No obstante, sí consiguieron que no fuera con chupete a la reunión.
Cuando estuvo ya vestido en el recibidor, Cindy notó que el traje tenía unas
finas rayas blancas que le daban un toque más profesional. O que se lo habrían
dado de no ser porque las mangas le colgaban varios centímetros de los dedos,
llevaba un pañal y chupaba un chupete, ya que habían consentido que lo llevase
durante el trayecto y se lo quite al entrar en el edificio de Modas Largue.
Charlotte,
mientras tanto, se reía de Jackie por verlo así vestido. A Jackie no le hacía
mucha gracia y no paraba de hacer mucho ruido con el chupete.
La limusina les
esperaba en la misma puerta del edificio de Cindy. Se despidieron de Carla y
Charlotte, que estaba subida en sus brazos, y salieron al rellano. Bajaron en
el ascensor hasta la planta baja. Cindy tenía a Jackie tomado. Llevaba su bolso
en un hombro, y en el otro, la bolsa con los pañales por si había que cambiarle.
En la limusina,
les esperaba Benson, que les saludó educadamente y les abrió la puerta. Cindy
recordó lo deplorable que había sido su actitud cuando intentaban abandonar el
Wallace Place, y parecía que Benson quería redimirse por ello haciendo un
servicio impecable.
Durante el
trayecto, Jackie movía su chupete y Alicia no levantaba la vista de sus
documentos. A Cindy le recordó al viaje al hotel, aunque cruzó los dedos porque
el resultado no fuese el mismo.
Llegaron a la
puerta del edificio. Cindy le quitó cuidadosamente el chupete de la boca y lo
guardó en un estuche. Sacó a Jackie e inmediatamente lo puso en el suelo, pues
habían acordado que los trabajadores de la empresa no debían verlo en brazos.
Entraron los tres al
recibidor de Modas Largue. Jackie en medio, y Cindy y Alicia a cada lado,
flanqueándolo. Los trabajadores les lanzaban miradas incrédulos y sus ojos iban
rápidamente desde el traje grande de Jackie hasta su pañal, pero enseguida
apartaban la vista cuando Cindy les echaba una mirada fulminante.
La reunión fue
como habían previsto. Excepto que a Jackie le entró una pataleta cuando
empezaron a llamarle bebé y a reírse de él que hizo que se hiciese pipí encima.
Jackie chasqueó los dedos y Cindy se vio obligada a cambiarle de pañal allí
mismo. Sin embargo, Alicia cumplió perfectamente con su papel, y cuando Jackie
les dijo que debían irse, pues ya no pintaban nada allí, se quedaron de piedra,
y uno a uno fueron reaccionando y abandonando la sala entre quejas y muecas de
incredulidad, advirtiendo a Jackie, y también a ella y a Alicia, que esto no
quedaría así, que lo iban a lamentar, que ellos se iban a vengar y demás
palabrería por el estilo. Pero lo cierto es que estaban desacreditados y sin un
centavo en el bolsillo.
Cuando salieron de
la sala de juntas, Alicia les dijo que se iba a quedar trabajando en la
empresa. Jackie le contestó que ellos se irían a la Mansión Largue, pero
después de que Cindy le cambiase el pañal, que se había hecho caca mientras
salían de la sala de juntas. Alicia les señaló el despacho de Karen Largue,
dónde podría cambiar a Jackie.
Cindy tumbó a
Jackie sobre la mesa del despacho, le levantó un poco la camisa y la chaqueta y
le desabrochó las cintas del pañal. Después se lo extrajo y le limpió con mucha
ternura, asegurándose de que su bebé se quedaba muy limpito. Jackie se reía
mientras le limpiaba y sonrío más cuando le puso el pañal limpio. Cindy le
levantó las piernecitas con una mano y le pasó el pañal por el culete con la
otra, luego se lo sujetó bien fuerte con las dos cintas.
-¿Por qué quieres
ir a la Mansión Largue, Jackie? –le preguntó Cindy mientras le tomaba.
-No me voy yo
sólo, Cindy –contestó-. Te vienes tú también. Y Charlotte. Quiero que os
vengáis a vivir conmigo. Vais a dejar ese piso que se cae a pedazos y os
vendréis a vivir a casa.
Cindy tardó un
momento en asimilarlo, y cuando lo hizo, se dio cuenta que no cabía en sí de la
felicidad.
Abrazó a Jackie
muy fuerte, lo apretó contra ella y lloró. No podía explicar cómo se sentía. De
pronto, todos sus problemas estaban desapareciendo. Y todo se lo debía a ese
niño que todavía llevaba pañales.
-Jackie… Yo…
-empezó, pero no pudo seguir porque se le cortó la voz.
-No digas nada,
Cindy –le contestó mientras él derramaba unas cuantas lágrimas que le caían por
las mejillas-. Me habría puesto muy triste si no hubieses querido venir.
-¡¿Pero cómo no
voy a querer irme a vivir contigo?! –le dijo mientras seguía abrazándolo-. Eres
toda mi familia junto con Charlotte –de pronto, se acordó de su hermana y lloró
más fuerte-. ¡Verás que contenta se va a poner cuando se lo diga! ¡Muchas
gracias, Jackie!
-No… Gracias a ti,
Cindy, por lo que me has ayudado toda mi vida. Te quiero. Y también a
Charlotte. ¡Os quiero un montón a las dos! –se lanzó contra su pecho y
siguieron llorando en silencio un rato más.
Esa misma mañana,
había un camión en la puerta del edificio de Cindy, y unos hombres que cargaban
sus pertenencias para llevarlas a la Mansión Largue.
Charlotte recibió
la noticia también con un enorme entusiasmo. Estaba en brazos de Carla, que le
había comprado un biberón y no dejaba de beber el agua que llevaba dentro
porque estaba deseando estrenarlo. No paraba de preguntarle a Cindy cuánto
faltaba para la hora de la merienda para poder tomarse ahí la leche.
Carla, por su
parte, felicitó exhaustivamente a Cindy y la abrazó bien fuerte con un ‘Te lo
mereces’ al oído.
Llegaron a la
Mansión Largue a la hora de comer. Cindy llamó al antiguo equipo y todos se
presentaron de inmediato. Les subió el sueldo un 30% en consonancia con Jackie,
que fue quien lo propuso.
Llegaron y estaba
todo por hacer, así que Cindy pidió una pizza. Era la primera vez que Jackie
comía pizza. Charlotte no se lo podía creer, y Cindy le dijo que Jackie siempre
había sido un bebé y los bebés no comían pizza. Se rieron mucho cuando Jackie
se liaba para cortar el queso con los dientes.
Mientras los
operarios descargaban todas las pertenencias de Cindy y Charlotte y las
instalaban en la casa, ella y Jackie le enseñaron la mansión a Charlotte. Su
hermanita estaba muy emocionada. Le encantó el jardín trasero con los columpios
y la enorme sala de juegos. El problema era su habitación, que no existía.
Cindy le dijo que por
ahora dormiría con Jackie en la suya, y que le iban a comprar una cuna. De
momento, dormiría en la plegable y Jackie en la suya.
Esta mañana hacía
ya tres semanas desde que se habían instalado definitivamente en la Mansión
Largue.
Cindy se recoge el
pelo en un moño y bosteza desde el balcón de la habitación de Karen Largue, que
ahora es la suya. Debe quitarse la costumbre de llamarla todavía la habitación
de su ex-jefa. Cuando se instaló allí, pidió que le comprasen un colchón nuevo.
A Charlotte por su
parte, le han comprado una cuna nueva, una trona para comer, muchos pijamas de
bebé y un chupete. El chupete se lo puso sólo una vez y no le gustó. Prefirió
seguir con su dedo.
La cuna la
pusieron en la habitación de Jackie. Los dos estaban encantados de dormir
juntos todas las noches, y Charlotte estaba encantada de ser una bebita por
fin. Cindy pensó qué pasaría cuando terminasen de construir la habitación de
Charlotte en la última planta, junto a la de Jackie y la suya. Seguro que ambos
no querían dormir separados y habría berrinche.
Jackie y Charlotte
son ahora sus bebés. Cindy los cuida, les da de comer, los acuesta, les cambia
el pañal… Tiene el doble de trabajo que cuando cuidaba sólo de Jackie, pero
ella está encantada. Además, los dos pequeños juegan todo el rato juntos, por
lo que a ella le permite relajarse más que cuando tenía que estar pendiente de
Jackie en todo momento. Ahora tiene mucho más tiempo libre, lo mismo hasta retomaba
sus estudios de interpretación.
Por otro lado,
Jackie, al dejar de tomar teta, no ya no quería que lo llamasen bebé, y se
enfadaba mucho cuando alguien lo hacía. Aunque siguiera llevando pañal, usando chupete,
durmiendo en cuna y con un peluche, tomando biberón, comiendo en trona y todas
esas cosas que lo hacían súper especial.
Cindy suspira de
nuevo e inhala el aire frío de la mañana. Es feliz, a pesar de la muerte de su
madre. Ha conseguido darle un futuro estable a su hermana. Se ha convertido en
la jefa de la Mansión Largue; es la amiga y confidente de Jackie, tanto en la
casa como en la empresa.
En la empresa, de
hecho, Jackie ha cambiado totalmente la producción de Modas Largue. Ahora la
empresa se llama simplemente Largue, ya que han dejado de dedicarse a la ropa.
Parece que Jackie se quedó muy impactado cuando descubrió que había gente que
le gustaba ser bebé pero que no podían serlo porque no encontraban cosas de
bebé de su tamaño, según le dijo su hermana. También le dijo que los llamaban Adult
Baby. Cindy no había oído hablar nunca de ellos. Creía que Jackie y su hermana
eran los únicos que había en el mundo que quisiesen ser bebés. Se sintió un
poco tonta por pensar que estaban solos.
De modo que ahora
la empresa se llama simplemente Largue, y se encarga de hacer pañales, confeccionar
ropa de bebé de todos los tamaños, hacer cunas, biberones, tronas, chupetes y
demás artículos de bebé de mayor tamaño para la gente que quiere usarlos pero
no puede porque los de bebé le están pequeños.
Jackie no quería
que ningún Adult Baby del mundo se quedase sin un pañal o sin un chupete, de
modo que envía sus productos a todos los países a un precio muy asequible.
Y la verdad es que
el negocio no podía haber salido mejor. Todas las televisiones y los medios de
comunicación del país se habían hecho eco del incidente de Jackie en la entrada
del hotel, y habían empezado a hablar de fenómeno Adult Baby; de modo que
volvieron a hacerse eco de la reinauguración de su empresa.
Se convirtieron en
la empresa líder de productos Adult Baby. Les llovían las ofertas para
confeccionar nuevo material, cada vez más parecido al de los bebés. Tenían cada
semana varias entrevistas y reuniones para llegar a un mayor número de público.
Cindy se
desperezó. El sol estaba ya en lo alto del cielo, iluminando toda la ciudad de
Los Ángeles. Oyó por el comunicador que tenía en la mesita al lado de la cama
que Jackie y Charlotte ya se habían despertado. Le decían que si podía ir a
cambiarles el pañal.
Cindy sonríe, echa un último vistazo al amanecer y se dirige a la habitación de sus bebés.
Cindy sonríe, echa un último vistazo al amanecer y se dirige a la habitación de sus bebés.
FIN